MADRID, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, en Estados Unidos, han identificado la secuencia de eventos moleculares mediante los ácaros del polvo doméstico provocan asma y rinitis alérgica.
Los investigadores, cuyo estudio publica la revista 'Nature Immunology', encontraron que las moléculas desencadenantes de alergias de los ácaros del polvo pueden interactuar con una proteína inmune llamada SAA1, que es mejor conocida como un centinela contra las bacterias y otros agentes infecciosos. Han comprobado paso a paso cómo esta interacción entre las moléculas de los ácaros y SAA1 desencadena una respuesta inmune de tipo alérgico en ratones.
Los hallazgos revelan lo que puede ser una nueva vía significativa por la cual surgen trastornos alérgicos e inflamatorios. También sugieren que bloquear la vía podría funcionar como una estrategia preventiva o de tratamiento contra el asma y otras reacciones alérgicas.
"Creemos que las interacciones de señalización que ocurren inmediatamente después de la activación de SAA1 por las proteínas de los ácaros pueden ser buenos objetivos para futuros medicamentos", explica la autora principal del estudio Marsha Wills-Karp, profesora de Salud Ambiental y presidenta del Departamento de Salud e Ingeniería Ambiental de la Escuela Bloomberg.
Los investigadores sospechan que este desencadenamiento inmune inapropiado debido a los ácaros ocurre cuando el sistema inmune confunde los alérgenos, que de otro modo son inofensivos, con fragmentos de bacterias u otros agentes infecciosos. Sin embargo, los mecanismos moleculares que subyacen a esta identificación errónea no se han entendido bien.
En su estudio, Wills-Karp y sus colegas se centraron en SAA1, una proteína inmune que se encuentra, entre otros lugares, en el líquido que recubre las vías respiratorias y otras superficies mucosas. Miembro del "sistema inmune innato" evolutivamente antiguo de los mamíferos, se cree que SAA1 evolucionó como una molécula centinela o de respuesta temprana que, por ejemplo, reconoce y ayuda a eliminar ciertos tipos de bacterias y otros agentes infecciosos.
Los investigadores encontraron que la exposición a las proteínas de los ácaros del polvo causa una sensibilización similar al asma de las vías respiratorias de los ratones del grupo de control. Por el contrario, la exposición a las proteínas de los ácaros del polvo apenas tuvo efecto en ratones en los que SAA1 fue neutralizado por anticuerpos, o en ratones cuyos genes para SAA1 fueron eliminados.
Otros experimentos confirmaron que SAA1, cuando está presente, se une directamente a ciertos alérgenos de los ácaros del polvo llamados proteínas de unión a ácidos grasos, que tienen similitudes estructurales con las proteínas que se encuentran en algunas bacterias y parásitos.
Esta interacción alergeno-SAA1 libera SAA1 en su forma activa, en la que activa un receptor llamado FPR2 en las células que recubren las vías respiratorias. Las células de las vías respiratorias producen y secretan grandes cantidades de interleucina-33, una proteína conocida por su capacidad para estimular respuestas inmunes de tipo alérgico.
Confirmando la probable relevancia para los humanos, los investigadores encontraron evidencia de una mayor producción de SAA1 y FPR2 en células que recubren las vías respiratorias nasales de pacientes con sinusitis crónica, que a menudo está relacionada con alérgenos de ácaros del polvo, en comparación con los controles sanos.
"Creemos que diferentes alérgenos toman diferentes rutas para la activación de la interleucina-33 y las respuestas alérgicas relacionadas, y esta ruta SAA1-FPR2 parece ser la que toman algunos alérgenos de los ácaros del polvo", dice Wills-Karp.
El equipo ahora planea investigar por qué algunas personas desarrollan trastornos alérgicos en los que esta vía es hiperactiva, mientras que la mayoría no. También pretenden explorar la posibilidad de bloquear esta vía, tal vez en la interacción SAA1-FPR2, como una forma de tratar el asma y otros trastornos alérgicos.
Los investigadores sospechan que la vía alérgica SAA1-FPR2 recientemente descrita puede ser relevante no solo en los trastornos de tipo asma y fiebre del heno, sino también en la dermatitis atópica (eccema) y las alergias alimentarias, posiblemente incluso en trastornos inflamatorios crónicos como la artritis reumatoide y la aterosclerosis.