"Los blancos no solo están comiendo de la tierra, si no que también están comiéndose el espíritu de la gente"
MADRID, 30 May. (Notimérica) -
"Seres humanos", este es el significado de una de las mayores tribus con menor grado de contacto con la civilización occidental. Se estima que la población Yanomami cuenta con 36.000 indígenas distribuidos en 600 pueblos en un territorio que abarca cerca de 23 millones de hectáreas de bosque tropical continuo, situados a ambos lados de la frontera entre Brasil y Venezuela en la región interfluvial Orinoco-Amazonas.
Este pueblo, que probablemente emigró a América desde el estrecho de Bering entre Asia y América hace unos 15.000 años, viven en Brasil en un territorio equivalente a la del mismo tamaño que Suiza, un área de 9,6 millones de hectáreas en las que se concentran alrededor de 22.000 indios. En Venezuela, viven en las Reserva de la Biosfera Alto Orinoco-Casquiare.
Durante años, estas personas tratan de alzar la voz ante el mundo en busca de entendimiento de sus necesidades y del daño que el hombre "blanco" causa a la naturaleza y a su tribu.
Survival, la Comissão Pró Yanomami (CCPY) y el Instituto Socioambiental son algunas de las organizaciones que intentan hacer públicas las desgracias que la sociedad contemporánea ha causado en los últimos años a esta tribu.
Mineros y agricultores distribuidos por tierras amazónicas suponen un gran daño a la vida de los yanomami, asesinados y enfermados debido al contacto con los "blancos"; y la PERC 215 --que transfiere al Congreso la necesidad de demarcar las tierras-- son algunos de los problemas que enfrenta esta población.
Los yanomami entienden la tierra como un bien, un activo del que no pueden prescindir y que los protege.
En un intento de no dejar en silencio a una de las tribus más conocidas en el mundo, el documentalista Daniel Arenas ha elaborado un documental sobre una de las expediciones realizadas por el Instituto Socioambiental --enviado en exclusiva a la revista TRIP--, en la que el territorio Yanomami en Roraima retrata el dolor y la ira debido a los constantes ataques sufridos desde los años 40.
"Los blancos no solo están comiendo de la tierra, si no que también están comiéndose los espíritus de la gente", indica en una de las declaraciones el chamán yanomami Daniel Kopenawa, quien explica que el daño causado por los agricultores y mineros a la tierra y el bosque significa una muerte lenta y certera de una sociedad ciega.
La muerte de hombres, mujeres y niños yanomami, cuyas cenizas se distribuyen en una especie de recipientes llamados cabaças, explican el luto en el que viven.
Los indios no quieren la presencia de los "blancos" en su territorio, su presencia significa la transmisión de enfermedades. Kopenawa aclara que ·están enfermando" a causa de "la peste blanca" y sentencia que "la enfermedad captura el alma".
De acuerdo con la creencia indígena, "los espíritus xapire cuidan del equilibrio del mundo" y "calman la ira del mundo".
"El bosque solo puede morir si es destruido por los blancos. Las corrientes van a desaparecer, la tierra será frágil, los árboles se secarán y las rocas de las montañas se romperán con el calor. El bosque se convertirá en un ente vacío y seco. Los chamanes no pueden disuadir más las epidemias y a los seres maléficos que nos hacen enfermar. Así que todos moriremos", dijo el chamán.
El deseo de estas personas es que el bosque se mantenga saludable. Por esto, ellos advierten que no serán los únicos en morir si el bosque no se cuida.
"Si los yanomami mueren, los árboles morirán también, y los ríos se secarán. Así es como funciona. Pero vamos a llorar juntos", dice el chamán.
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