RÍO DE JANEIRO, 24 Sep. (Notimérica) -
El barrio de Santa Teresa encarna el espíritu de la bohemia carioca, considerado un reducto de la intelectualidad y el arte de Río de Janeiro, en Brasil. Este barrio, encaramado en las empinadas laderas de una montaña, vivió durante los primeros años del siglo XX su mayor momento de esplendor, de lo cual dan testimonio las hermosas casas palacete que todavía pueden admirarse.
Este suburbio va recuperando su vitalidad transformándose nuevamente en un punto de atracción, aunque esta vez para aquellos que buscan refugio y tranquilidad para dar rienda suelta a su espíritu creativo, a tal punto que se ha ganado el título de 'el Montmartre Carioca'.
A tan solo 20 minutos en coche de Copacabana, Santa Teresa se parece más a un pueblito colonial del interior que a un barrio de Río de Janeiro; su amanecer es más calmado que en la ciudad y su agenda está colmada de actividades culturales. Desafortunadamente, este distrito bohemio, que agrupa a unas 40.000 personas --en su gran mayoría una colonia argentina--, dedicadas a distintas ramas del arte, se ha convertido en uno de los barrios más peligrosos de Río.
Lo que ahora intenta ser un barrio turístico, lleno de hoteles y restaurantes con encanto que tratan de ignorar la inseguridad y violencia, Santa Teresa fue en sus inicios un barrio burgués, donde encontraron refugio las clases acomodadas de la sociedad carioca, que en lo alto de la montaña disfrutaban de un clima agradable mucho más suave en verano que en las costas bajas de la ciudad.
La historia de este distrito se remonta al siglo XVII, cuando la montaña, cubierta de una densa vegetación, servía como ruta de escape para los esclavos fugados. Por ello, la montaña era conocida con el nombre de 'Morro do Desterro' debido a que allí vivía una única persona, don Antonio Gomes do Desterro, quien en 1629 construyó en la cima una pequeña ermita en honor a Nuestra Señora del Destierro. Años más tarde, la ermita fue ocupada por frailes Marianos y finalmente por frailes capuchinos italianos.
Fue en el año 1750 cuando Jacinta y Francisca Rodrigues, dos hermanas pertenecientes a una familia acomodada, decidieron consagrarse a la vida religiosa y levantaron en el lugar de la antigua ermita el Convento de Santa Teresa de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que se convirtió en el primer convento femenino de Río de Janeiro. Fue tal la importancia de este convento, que la gente se acostumbró a llamar a la montaña "el morro del Santa Teresa", lo que terminó por convertirse en el nombre del barrio que surgió a su alrededor.
Así, el vecindario parecía recobrar el esplendor de sus inicios, algo que se acrecentó cuando la clase alta y culta se estableció en sus laderas para resguardarse de la fiebre amarilla que azotaba la ciudad en 1850.
En 1872 la línea del tranvía llegó hasta lo alto de la montaña y el 'bondinho de Santa Teresa', como se le conoce afectuosamente, se convirtió desde ese momento en el mayor símbolo del barrio.
EL ACCIDENTE QUE LO CAMBIÓ TODO
Santa Teresa brillaba hasta que en 2011 se produjo un accidente donde el tranvía descarriló y fallecieron seis personas. Debido a esto, paralizaron la circulación de este medio de transporte y empezaron unas obras monstruosas que quedaron sin terminar. Desde entonces la zona empezó a decaer al punto de que hoy ya no se puede visitar --ni vivir-- por la cantidad de asaltos que hay.
Hace una semana la Asociación de Moradores y Amigos del barrio abrió una causa para solicitar seguridad pública. A pesar de ser el segundo barrio con mayor ocupación turística, después de Copacabana, Santa se encuentra abandonada.
A pesar de este sentimiento de inseguridad, la comunidad argentina de Santa Teresa se siente como en casa, intentando llevar a este barrio a la revitalización cultural y artística que siempre le ha caracterizado. Estos argentinos adoran a Santa Teresa, y como buena Santa, ella los acoge.