RÍO DE JANEIRO, 14 Feb. (Notimérica) -
Río de Janeiro acapara la mayoría de las miradas por su multitudinario Carnaval, pero otras ciudades brasileñas no tienen nada que envidiar a sus vecinos cariocas: los tríos eléctricos y el 'axé' de Salvador de Bahía, el ritmo frenético del 'frevo' de Recife o los muñecos gigantes de Olinda son algunas alternativas.
Después de Río, probablemente el carnaval más famoso de Brasil sea el de Salvador de Bahía. En lugar de samba aquí reina el axé, un estilo musical afrobahiano de cadencia acelerada y cuyas principales musas -Ivete Sangalo, Claudia Leite o Daniela Mercury, entre otras- suelen ser uno de los grandes atractivos de los desfiles y los tríos eléctricos.
Los tríos eléctricos no son otra cosa que grandes camiones envueltos en equipos de sonido. Para participar en alguno de estos 'blocos' hay que pagar, y así se puede tener acceso a una zona acordonada y vigilada alrededor del camión donde poder bailar sin aglomeraciones.
Los que no se lo pueden permitir se quedan entre la multitud 'fazendo pipoca' (haciendo de palomita de maíz). En las callejuelas del histórico barrio del Pelourinho no hay sitio para tríos eléctricos, pero sí para los afoxés, grupos de percusión que desfilan con los ritmos, canciones y danzas del candomblé.
Uno de los afoxés más conocidos es el de Filhos de Ganhy. En la actualidad tiene más de 10.000 componentes, pero su origen tiene mucho que ver con las luchas sociales de los estibadores portuarios.
Otro referente es Olodum, bloco afro al que se suele atribuir el nacimiento del samba-reggae en los años 80. Desfilan con centenares de tambores y miles de miembros disfrazados, pero sin perder de vista sus ideales de lucha por los derechos civiles y la igualdad de la comunidad negra.
Si Salvador es axé y cultura afro, Recife es 'frevo'. La capital del Estado de Pernambuco vibra cada año al son de este ritmo acelerado que se baila con coloreados paraguas.
El Galo da Madrugada --presidido por un gigantesco gallo de más de dos toneladas-- es el bloco más emblemático y según el Libro Guiness de los Récords, el más grande del mundo, puesto que ha llegado a congregar a 1,5 millones de personas.
En la vecina ciudad de Olinda, encantadora localidad colonial declarada Patrimonio de la Humanidad, el plato fuerte es el 'desfile de las 400 vírgenes' -otro bloco multitudinario- y los grandes muñecos, unas simpáticos personajes que ya forman parte del imaginario colectivo.
Entre ellos destaca 'O Homem da meia-noite', creado en 1932 y responsable de dar el pistoletazo de salida al carnaval la medianoche del sábado.
Pero la lista de carnavales imperdibles en Brasil es interminable: Ouro Preto, en estado de Minas Gerais, congrega a las masas con sus animadas fiestas organizadas por jóvenes universitarios, y los que prefieren huir de las tradicionales 'marcinhas' pueden optar por las macrofiestas de música electrónica en Balneário Camboriú, una popular ciudad de vacaciones.
Incluso São Paulo, más conocida por su faceta de capital financiera que por su alma carnavalesca, tiene su propio Sambódromo, aunque mucho más discreto que el de Río de Janerio.