Actualizado 08/10/2018 11:43

¿Sabías que el peor accidente radioactivo desde Chernóbil sucedió en Brasil en 1987?

RADIOACTIVO
PIXABAY
   

   BRASILIA, 8 Oct. (Notimérica) -

   Era 1987. Dos recolectores de basura de la ciudad brasileña de Goiânia, Wagner Pereira y Roberto Alves, entraron en un hospital abandonado y dieron con un 'botín' que, sin saberlo, acabaría el peor desastre nuclear del mundo desde Chernóbil y el accidente más grande de la historia fuera de una instalación nuclear.

   La historia, recordada por 'BBC Mundo', relata cómo los dos hombres encontraron una máquina, para ellos desconocida, que resultó ser una unidad de radioterapia para tratamientos contra el cáncer. Siguiendo las reglas de su oficio, desmontaron la instalación y encontraron en su interior una pesada caja de plomo en cuyo interior había un cilindro de 19 gramos de cesio-137, un material altamente radiactivo.

   Dicha cápsula fue vendida a un depósito de chatarra de la ciudad, que era propiedad de Davair Ferreira, quien mantuvo en su garaje el elemento sin darle mayor importancia. Empezó así la propagación de radiación más importante y grave de Brasil.

   Poco después, tal y como indicó un documento sobre el caso publicado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), los dos chatarreros comenzaron a sentir molestias físicas: vómitos, diarreas, inflamación en sus extremidades... Sin embargo, dados los síntomas, todo parecía indicar que se trataba de una intoxicación alimentaria, por lo que no se le dio mayor importancia en un primer lugar.

LA BONITA LUZ AZUL

   Tres días más tarde de la venta, Ferreira entró en su garaje y vio cómo el cilindro que acababa de comprar emanaba una bonita luz azul. Al manipularlo, apreció la facilidad con la que el elemento se convertía en polvo y en pequeños granitos, del tamaño de arroz, que mantenían tanto su brillo como su color.

   Familiares, vecinos y amigos se vieron asombrados por la belleza de aquel material desconocido. De hecho, muchos de ellos se llevaron algunos fragmentos como regalo de Ferreira, entre ellos niños de muy corta edad. Todos ellos, así como algunos otros, comenzaron a enfermar al poco tiempo. Nuevamente, vómitos, diarrea, caída del cabello y fiebre alta. Ya no parecía ser una intoxicación alimenticia.

youtube/Paseandoenlaoscuridad

   María Gabriela Ferreira, esposa de Davair Ferreira, comenzó a sospechar sobre la cápsula. Tal y como contaba uno de sus vecinos a 'BBC Mundo': "María Gabriela puso el cilindro en una bolsa de plástico y lo llevó, en autobús, a una oficina de salud del gobierno local. Allí nadie sabía qué era, pero lo guardaron". La propagación de la 'enfermedad' comenzó a preocupar a los médicos: la gran cantidad de personas con los mismos síntomas hacía pensar que se trataba de un envenenamiento masivo por contaminación.

   De esta manera, se encargó al físico Walter Mendes Ferreira que examinara el dispositivo que muchos de los pacientes había mencionado a los médicos. Este se encontraba guardado en una oficina de salud, así que el experto se dirigió hasta el lugar con un detector de radiación. Al situarse a unos 80 metros, la máquina comenzó a hacer cosas extrañas, por lo que Mendes pensó que estaba estropeada y volvió a por otra unidad similar. En el mismo lugar, y con otro medidor diferente, sucedió lo mismo.

PxHere

   El lugar se había convertido en un campo de radiación muy alto. Se evacuó la oficina y el experto se dirigió hasta el local de chatarra de Davair Ferreira, donde se detectó radiación por todas parte. Se desató el pánico. Las autoridades estatales y la Comisión Brasileña de Energía Nuclear se pusieron manos a la obra mientras se propagaban rumores sobre una fuga de radiación a nivel nacional.

   Se trasladó a miles de personas, en autobuses cuyo interior estaba forrado de láminas de plástico, hasta un estadio vacío donde se examinó a más de 110.000 personas en busca de posible radiación. Muchos fueron dados de alta tras un baño de agua y vinagre, otros fueron aislados en hospitales locales y los más graves fueron trasladados aun hospital en Río de Janeiro, unos 249 casos.

   Bañarse con agua, vinagre, jabón de coco y cambiarse la ropa cada hora fueron algunas de las medidas para aquellos que presentaron niveles de radiación leve, además de mantenerse aislados. Decenas de casas, así como la 'zona cero', fueron demolidas y se destruyeron cientos de árboles, vehículos, animales, etc. Desaparecieron calles enteras de la ciudad.

VÍCTIMAS MORTALES

   Leide das Neves Ferreira, la sobrina de 6 años de Davair Ferreira, fue la primera víctima mortal por contaminación radiactiva. Tanto ella como su tía, María Gabriela Ferreira --quien había llevado la cápsula a las autoridades-- murieron a causa de septicemia y sepsis un mes después de su exposición al cesio. En su entierro, los vecinos comenzaron a arrojar piedras y ladrillos a los familiares que fueron a darles un último adiós.

youtube/Paseandoenlaoscuridad

   "Muchos en Goiânia creían que los cuerpos contaminarían el cementerio. Y muchos en Brasil creían que toda la ciudad estaba contaminada, que los productos agrícolas del estado de Goiás estaban contaminados. Eso no era cierto. Hubo mucha desinformación que ayudó a difundir el pánico", afirma De Moraes a 'BBC Mundo'.

   Como recuerda el medio, en el año 1996 se condenó a cinco personas conectadas con la clínica en la que se encontraba originariamente la máquina de radioterapia a tres años y dos meses de cárcel por un delito de homicidio, aunque posteriormente su pena se redujo a servicios comunitarios.