CIUDAD DE MÉXICO, 25 May. (Notimérica)
Cuenta el periodista Francisco Castellanos que un buen amigo le solía decir que uno sabe que la vida se le va acabando cuando el 'más allá' se siente 'más acá'. En su caso, tras cincuenta años ejerciendo el periodismo en México, esa sensación le ha acompañado desde que a los quince decidió dedicarse 'la profesión más bonita del mundo' en el país más peligroso para hacerlo.
Siendo aún un alumno de secundaria en su Michoacán natal, entendió que en México había mucho que denunciar y que el periodismo debía ser la herramienta para hacerlo. Corrupción institucionalizada, narcotráfico y violaciones sistemáticas de derechos humanos que, según explica a Notimérica, le llevaron a querer ser altavoz aunque aquello le supusiera, como ha sido, estar siempre en la delgada línea que separa la vida de la muerte.
Porque si bien México no es oficialmente un país con un conflicto armado, en el que las líneas de combate están de algún modo trazadas, en el país azteca la muerte está en las calles, en el día a día, en las ciudades y en las zonas rurales. Y afecta a todos, "pero fundamentalmente y con un elevado grado de impunidad a quienes plantan cara a alguna de estas lacras", tal y como se viene denunciando desde hace años desde organizaciones supranacionales como Amnistía Internacional, Human Right Watch o Reporteros sin Fronteras.
Cuando Francisco comenzó a acusar a los cárteles hace más de treinta años como corresponsal del diario Proceso en el estado de Michoacán, tuvo que enfrentarse a "infinitas" amenazas de muerte. Fue secuestrado por uno de estos cárteles y estuvo a punto de morir por el impacto de una granada, algo que no es excepcional en un país en el que desde el año 2000 se calcula que han sido asesinados más de 130 reporteros. En concreto, el Gobierno del actual presidente, Enrique Peña Nieto, suma 37 víctimas mortales y en lo que va de año han sido cinco los periodistas que han perdido la vida por ejercer su profesión. La última, Alicia Díaz González este mismo jueves en el estado de Nuevo León.
DINERO LAVADO CON SANGRE
En los inicios de Francisco como reportero había cuatro grandes cárteles que se disputaban el poder de la zona de Michoacán. "Estabas con ellos o contra ellos", expresa Francisco, desde su casa y a través de la pantalla del teléfono móvil, para añadir a renglón seguido que si algo le permite dormir por las noches, pese al miedo, es saber que nunca se dejó sobornar. "Era dinero sucio, lavado con sangre". Recuerda que le ofrecían enormes sumas de pesos para comprar su silencio y que al no aceptarlas, y cuando supo que su vida y la de su mujer y sus cinco hijos corría graves peligros, decidió abandonar el país y puso rumbo a España, donde vivió hasta que en 2013 decidió volver para acompañar a las llamadas autodefensas.
La función de las mismas, en origen, era crear grupos que pudiesen garantizar la seguridad ciudadana en aquellas zonas controladas por el narco, una suerte de policía alternativa formada por civiles armados que contaban con la aprobación del Gobierno de Peña Nieto para patrullar los barrios; pero la realidad fue que el experimento salió rana. "Se armó a hombres sin nada que perder en vez de darles educación" y la conclusión, "como no podía ser de otra manera", fue que los cárteles en la región aumentaron de cuatro a trece. Aquellos que no superaron los estándares definitivos para proclamarse autodefensas se convirtieron, "de la noche a la mañana", en nuevos cárteles.
'La nueva familia michoacana', 'Jalisco nueva generación', 'Los mercenarios letales', 'Los viagra'... asesinos a sueldo que ordenaban a cantantes a componer corridos para ellos, que bañaban sus AK-47 en oro y que actuaban --y actúan-- en el territorio sembrando el terror con total impunidad. Ese viraje y proliferación de bandas armadas convirtió el trabajo de los periodistas en mucho menos llevadero, aún si cabe. A Francisco uno de estos nuevos grupos le planteó dos posibilidades: o te conviertes en nuestro jefe de prensa o te mataremos.
- ¿Cómo se puede ser jefe de prensa de un cártel? ¿Cuáles son las funciones que debe tener?
- Consiste básicamente en enviar fotografías y vídeos de sus atrocidades tanto a los medios de comunicación como a sus rivales en la lucha por la droga y por supuesto a los familiares de los asesinados.
NO VOLVER A FIRMAR
Aquello fue definitivo. Se retiró a vivir con su familia a otra zona y, pese a que sigue trabajando para el Proceso, no ha vuelto a firmar una crónica sobre ese tema. Solo escribe de narcotráfico cuando es algo público y "muy gordo", pero ya no lo vive con la misma intensidad. Tiene buena relación con los líderes de algunos de estos cárteles, pues les acompañó durante más de un año cuando se preparaban para ser autodefensas, pero es plenamente consciente de que si vuelve a hablar de ellos la amistad se esfumará en unos pocos segundos, así que ahora dedica los últimos años de trabajo antes de su jubilación a hacer informaciones más amenas.
Ha perdido a decenas de amigos. "Muchas decenas, le diría". Ahora ofrece conferencias por todo el mundo en las que denuncia la peligrosidad de ejercer en México una profesión que debería contar con "el más absoluto de los respaldos y protección". Es triste de escuchar, pero tiene claro que no hay solución ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. "Seguirán muriendo compañeros mientras nadie garantice su seguridad, mientras la impunidad reine con el consentimiento de la justicia y las autoridades; mientras a los narcos no se les congelen las cuentas y sus bienes se destinen a crear escuelas".
Pocas profesiones hay tan vocacionales como el periodismo. Recuerda que el veterano periodista colombiano Gabriel García Márquez le preguntó hace años durante una ponencia por qué seguía en esta profesión cuando al ejercerla asumía un riesgo tan grande. "Claro que tengo miedo", le contestó, "pero no cambiaría ni una sola de las informaciones que he cubierto ni de las situaciones que he denunciado".