SAN SALVADOR, 24 Mar. (Notimérica) -
Este viernes El Salvador recuerda al beato, mártir y arzobispo de San Salvador Monseñor Óscar Romero, máximo defensor de los Derechos Humanos en el marco de la Guerra Civil del país centroamericano, que está cada vez mas cerca de ser declarado santo. Romero fue asesinado durante una misa por un comando de ultraderecha liderado por el militar Roberto d'Aubuisson el 24 de marzo de 1980.
La Iglesia católica anunció el pasado mes de enero que la santificación de Romero se conocerá este viernes, coincidiendo con el 37 aniversario de su asesinato, en una reunión entre los obispos salvadoreños y el papa Francisco en Roma. Según el arzobispo auxiliar de la arquidiócesis de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, "el papa es quien tiene la palabra definitiva". Sin embargo, añadió que el pontífice está "muy motivado por el tema y muy deseoso de que culmine pronto", según informa 'La Prensa Gráfica'.
A pesar de no tener ningún milagro atribuido, Romero fue beatificado, y de igual manera se debatirá este viernes si el mártir salvadoreño logrará la canonización anunciada en enero de 2015.
Su muerte provocó una protesta internacional, por lo que el arzobispo salvadoreño se convirtió en un icono de la Iglesia Católica. Tras su asesinato pasó a ser considerado mártir y fue beatificado el 23 de mayo de 2015 sin tener atribuido un milagro. La beatificación tuvo lugar tras décadas de debates sobre si su mensaje estaba apegado a la doctrina de la Iglesia o respaldaba a la izquierda rebelde de América Latina.
Las Normas de la Congregación para las Causas de los Santos aprobadas y ratificadas por Juan Pablo II el 7 de febrero de 1983, establecen que el proceso de beatificación puede ser completado por dos vías: por causa de virtudes heroicas, si el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico; o de martirio si el fiel sufrió martirio por su fe, con recorridos procesales distintos en ambos casos.
Nacido en Ciudad Barrios, El Salvador, el 15 de agosto de 1917, Monseñor Óscar Romero fue un sacerdote católico y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador. Se convirtió en un líder entre la feligresía cuando sus posturas se hicieron más radicales por denunciar las injusticias y violaciones de los Derechos Humanos que cometían los cuerpos de seguridad del Estado contra la población.
Tras una formación jesuita, Romero se ordenó sacerdote en Roma en 1942. Llegó a ser arzobispo apoyado por las clases pudientes del país, pero a medida que avanzaba la represión de movimientos sociales su actitud se fue volviendo más radical.
DEFENSOR DE DERECHOS HUMANOS
El asesinato de su amigo, el sacerdote jesuita Rutilio Grande y de dos feligreses en 1977 a manos de un comando de la Guardia Nacional, le hizo virar hacia un discurso más directo, en momentos en que los movimientos rebeldes comenzaron a unirse para formar en 1980 el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
En respuesta a la muerte de su amigo, Romero decidió suspender todas las misas en su diócesis y juntarlas en una sola celebración en la catedral de San Salvador, donde pronto se hicieron famosas sus homilías dominicales de denuncia y llamados a la paz que lo colocaron como un objetivo de los paramilitares.
"Esta semana me llegó un aviso de que estoy en la lista de los que van a ser eliminados la próxima semana: pero que quede constancia de que la voz de la justicia nadie la puede matar ya", dijo en una dramática homilía un mes antes de ser asesinado y de continuos pedidos para parar la violencia.
Romero era considerado un referente en el mundo por sus llamamientos al diálogo y a la reconciliación en los años previos a la cruenta guerra civil (1980-1992), en la que el ejército gubernamental de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) se enfrentó a las fuerzas insurgentes del FMLN. El conflicto armado, que alcanzó la cifra de 75.000 muertos y desaparecidos, concluyó tras un proceso de diálogo entre ambas partes y con la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, lo que permitió la desmovilización de las fuerzas guerrilleras y su incorporación a la vida política del país.
Este mártir, que hoy podría ser declarado santo, es uno de los líderes católicos más recordados en El Salvador. Su sotana perforada por el disparo y con rastros de sangre permanece intacta en lo que ahora se llama Centro Histórico Monseñor Romero, donde vivió y fue asesinado.