LIMA, 14 May. (Notimérica) -
Lina Medina ostenta el récord de ser la madre más joven de la historia. Medina tuvo a su hijo a los 5 años, 7 meses y 21 días. En la actualidad, Lina ha cumplido 85 años y todavía sigue sorprendiendo su increíble caso. Llegó a ser considerada una especie de Virgen María, pues concibió a su hijo sin el 'pecado original'.
Lina nació en Antachancha, en la región Huancavelica de Perú, el 27 de septiembre de 1933. A los 2 años y 8 meses comenzó a menstruar y a los 5 años se convirtió en madre de Gerardo. Los vecinos creían que tenía una culebra en el estómago, presa de una maldición de Apú, el espíritu de Los Andes. Tras someterla a exóticos ritos incas, Tiburcio, su padre, decidió llevarla con los chamanes para descubrir por qué tenía el vientre abultado, creyendo que era un tumor. Lina fue llevada a Pisco, la ciudad más cercana al pueblo, por consejo de los chamanes.
Tras examinarla, el Dr. Gerardo Lozada decidió derivar su caso a Lima, donde por fin los especialistas que la atendieron les dieron un diagnóstico: Lina estaba embarazada. Un mes después, exactamente el 14 de mayo de 1939, Lina dio a luz mediante cesárea a un niño perfectamente sano y sin ningún tipo de problema.
El niño, que se llamó como el doctor que atendió a la joven Medina, pesó 2 kilos y 700 gramos y midió 48 centímetros. Gerardo fue criado pensando que era el décimo hijo de sus abuelos, aunque a la edad de 10 años se enteró de que su verdadera madre era Lina y que esta no era su hermana. El niño tuvo una vida normal y saludable hasta los 40 años edad que murió como consecuencia de una enfermedad de la médula ósea.
Lina se casó a la edad de 33 años con Raúl Jurado y tuvo otro hijo en 1972. Actualmente vive en un barrio marginal del suburbio de Lima conocido como Chicago Chico.
¿QUIÉN ERA EL PADRE DEL NIÑO?
Tiburdio, el padre de Lina, estuvo preso durante varios días bajo sospecha de violación pero fue liberado al no haber pruebas que lo calificasen como responsable del embarazo de su hija. Con el tiempo, las sospechas recayeron sobre uno de sus hermanos, que tenía discapacidad intelectual, pero finalmente el caso fue archivado y nunca se supo realmente quién era el padre de Gerardo.
En Lima, fue considerada como una especie de Virgen María y a su hijo como el hijo del dios Sol. Este acontecimiento fue muy conocido, e incluso Lina y Gerardo fueron invitados a la Feria Mundial de Nueva York, con todos los gastos pagados, para ser exhibidos como fenómeno.
Aunque rechazaron la oferta, un empresario estadounidense les ofreció 5.000 dólares a cambio de que fuesen investigados por científicos norteamericanos, este trato garantizaba el bienestar de por vida, pero el Gobierno peruano se negó a darles vía libre ya que consideraban que estaban en 'peligro moral'. El entonces presidente, Oscar R. Benavides, emitió una ley para tener la custodia de ambos, prometiéndoles una pensión vitalicia, que nunca se cumplió, tal y como recogen medios mexicanos.
REPERCUSIÓN EN LA PRENSA
Su caso provocó tal conmoción que los cables de noticias interrumpían la información de batallas y acuerdos militares durante la Segunda Guerra Mundial con la noticia del parto de Lina Medina.
Los diarios 'Los Angeles Times' y 'The New York Times' dieron a conocer la historia. Además, este último dio a conocer en 1941 una entrevista con la única psicóloga autorizada a trabajar en el caso: la licenciada Kosak, quien contó que después de varias pruebas, se observó que Lina tenía una inteligencia superior a su edad y el niño presentaba un mejor desarrollo psicológico en relación a los miembros de su comunidad.
Lina guardó silencio durante 67 años. El 3 de septiembre de 2002, el diario digital colombiano 'El País', publicó la siguiente nota en la red: "Seis décadas después, el Gobierno peruano busca ayudar a Lina, como para resarcir la letra muerta de una Ley de 1939 que le prometió una pensión vitalicia para ella y para su hijo", decía la nota.
"Aún estamos a tiempo de reparar el daño que le hizo el Estado condenándola a la miseria", dijo el ginecólogo José Sandoval, quien desempolvó la historia de Lina, la escribió en un libro y hasta acudió al Palacio de Gobierno para recordarles la deuda pendiente.