CIUDAD DE MÉXICO, 20 Ago. (Notimérica) -
Cuando el mexicano Isaac Hernández recibió la invitación para bailar en la Ópera de París tan solo tenía 11 años. La directora del ballet les dijo a sus padres que volviesen a México a recoger las cosas de su hijo, que se quedaba allí.
Hernández, uno de los mejores bailarines del mundo, comenzó a hacerlo en el patio de su casa junto a sus hermanos, con tan solo ocho años. Dirigido por su padre, un antiguo bailarín, dio sus primeros pasos en el mundo de la danza.
Las críticas no tardaron en llegar. "Aquí en México dicen que el ballet es para niñas, esa frase es pura ignorancia", ha asegurado Hernández, según ha publicado 'BBC Mundo'.
Con respecto a esto, el mexicano afirma que "las bellas artes son fundamentales para la expresión del ser humano, se pueden hacer cosas extraordinarias cuando luchas por tus sueños, quiero incitar a los 29 millones de jóvenes que hay en México a que hagan algo extraordinario en sus vidas".
Aún a pesar de las burlas, los logros de Hernández no se dejaron esperar: ha bailado en el Marrinski, en San Petesburgo, y ha sido el principal ENB. Su siguiente meta, bailar en la Metropolitan Opera House de Nueva York esta en "pausa", según ha afirmado el bailarín. "No quiero lograrlo y quedarse sin motivación".
La exitosa carrera del bailarín comenzó en el patio de su casa de Guadalajara, donde su padre colocó una barra y unas maderas sobre el suelo asfaltado, las cuales juntaron con cinta para crear unas rudimentarias cortinas y que las ventanas sirviesen a Hernández como espejo.
"Cuando se definió su vocación, a los ocho años, le dije muy claro que era una carrera que no vale la pena abordar si no vas a ser el mejor", ha asegurado su padre, que comenzó siendo su maestro y a quien a día de hoy aún pide consejo.
Tras esas palabras, Hernández dejó el kárate, el tiro y el taekwondo y comenzó a dedicar su vida al ballet, sin ser consciente de como funcionaba ese mundo y sin poder medirse con otros.
A los 13 años, el patio de su casa se le quedó pequeño y comenzó a estudiar danza en la Escuela de Rock para Educación de Danza, en Filadelfia. Tras esto, bailó en ciudades como Nueva York, en el ballet de San Francisco, en Londres o en el ballet de Ámsterdam.
En el actualidad, Isaac Hernández baila con la tranquilidad de quien sabe que ha triunfado. "El año pasado hice 40 ballets completos y he encontrado consistencia y seguridad y tranquilidad y ahora estoy disfrutando de esa sensación de libertad, de poder improvisar, de saber que no importa lo que pase, tu peor show va a ser un buen show".
Además del baile, una de las principales metas del mexicano es continuar con su fundación, mediante la que 170 niños pueden estudiar danza de forma gratuita en México. "Hemos logrado hacer suficiente ruido para que las percepciones estén cambiando", ha asegurado el bailarín.
Explica que para él la danza es técnica, mecánica y fuerza, una tabla rasa en la que se puede "expresa diferentes versiones de tu vida".
"Es un sentimiento de libertad extraordinario, cualquier cosa en la vida que valga la pena hacer requiere sacrificio. Pero esto no lo considero un sacrificio porque tengo una meta muy clara".