QUITO, 25 Abr. (Notimérica) -
El terremoto que sacudió el pasado sábado 16 de abril Ecuador ha dejado tras de sí demoledoras cifras. Por el momento, el último balance oficial del presidente del país, Rafael Correa, eleva a 646 el número de muertos, casi 13.000 los heridos, 130 los desaparecidos y más de 26.000 las personas desplazadas.
A las pérdidas humanas se suman las económicas y de infraestructura. Cerca de 7.000 edificios han sido destruidos y el gasto podría alcanzar los 3.000 millones de dólares, lo que supone el tres por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
Ante esta dramática situación, durante una de sus primeras visitas a las zonas afectadas, Correa reconoció que muchos edificios se habían derrumbado "por mala construcción".
Estas declaraciones no pasaron desapercibidas por diferentes grupos de expertos ya que, como consecuencia de los terremotos que azotaron Chile y Haití, el Gobierno había implementado la Norma Ecuatoriana de Construcción (NEC), con leyes "mucho más fuertes" en este campo.
No obstante, según el ingeniero estructural Fabián Carrasco, en diálogo con 'BBC Mundo', en el país sudamericano no se cumplen ni los códigos ni las normas.
"Los permisos de construcción dependen de cada municipio. Algunos exigen la intervención de un ingeniero estructural a partir de un determinado número de pisos, otros no, pero esto sólo es en e estudio de los planos, luego no hay nadie que supervise la construcción", aseguró.
Por su parte, el ingeniero Enrique García, consideró que existen más fallos en la construcción ecuatoriana, como la informalidad, la falta de control de la calidad de los materiales y la ausencia de diseños sísmicos adecuados.
Con el fin de identificar y analizar estos errores, el medio mencionado recorrió con un grupo de expertos las zonas más afectadas por el sismo.
LA IMPORTANCIA DEL ORDEN Y EL PESO
El primer lugar que visitaron fue la localidad de Manta, donde se encuentra el puerto más importante de Ecuador.
Algunos de los edificios examinados presentaban una estructura opuesta a la recomendada. "El sentido común en zonas sísmicas indica que los elementos más pesados deben estar abajo y conforme vas elevando la construcción tienes que ir aligerando el peso", comentó el arquitecto Fausto Cardoso, en relación a un inmueble afectado.
Al respecto, otro factor a tener en cuenta es el uso adecuado de los materiales. "La arena del mar no es buena para construir debido a que la sal daña el hormigón y termina corroyendo el hierro", anotó Cardoso, quien recomendó utilizar una buena cantidad de hierro para la cohesión de la estructura y arena de minas o ríos.
La segunda parada de esta inspección fue Bahía de Caráquez, también una ciudad costera. Allí, una casa antigua que estaba a punto de ser declarada bien patrimonial aún se mantenía en pie.
¿CUÁLES SON LOS MEJORES MATERIALES?
Según el arquitecto, esto se debe a los materiales con los que fue construida: madera y caña. "Estos elementos tienen la ventaja de ser muy livianos. Se mueven con el sismo y regresan a su posición original, disipando la energía", explicó.
La ciudad de San Vicente, ubicada frente a Bahía de Caráquez, fue el tercer destino examinado. Esta localidad está unida a su vecina por un puente que, aparentemente, salió ileso del seísmo.
En San Vicente, Cardoso observó un fenómeno que tildó de común en Latinoamérica. Se trata de añadir hierros, que salen de los cimientos, al final de una construcción. "La gente empieza una obra con la esperanza de añadir nuevos pisos en el futuro", aseguró.
"Entonces construyen los cimientos con una pequeña estructura de hormigón, cierran las paredes, funden una losa en la primera planta para usarla como cubierta y lanzan un sistema de hierros para unirse a los futuros pisos", detalló el arquitecto, al tiempo que agregó que este 'modus operandi' es un gran error en la costa, ya que la brisa marina oxida los hierros, dañando la conexión con las futuras plantas.
"Si a esto sumamos los problemas de la calidad del material y las sales que entran en el hormigón al usar arena de mar, entonces estamos creando un cóctel de arquitectura tremendamente peligroso cuando hay un riesgo sísmico", sentenció.
La visita finalizó en el centro turístico de Canoa, donde muchos hoteles están en ruinas. En contraste, el hostal y restaurante Amalur se mantiene, en apariencia, intacto, sin presentar siquiera grietas.
Con el fin de conocer la clave de su éxito, el arquitecto Cardoso se entrevistó con sus dueños, los españoles Diego San José y Lorena Rojo.
"Nosotros tardamos dos meses en los cimientos, otros se apuran para comenzar lo más rápido con el negocio y no hacen una buena cimentación", explicaron los dueños del edificio, que tiene una base de hormigón y "la parte de arriba es madera y bambú".
EL TERREMOTO "SE OLVIDA"
A pesar del panorama desolador, Cardoso pronosticó que la informalidad en la construcción continuará una vez que se olviden los efectos del terremoto.
"En el 2008 hubo un congreso en Bahía de Caráquez para determinar qué habíamos aprendido del sismo del 98 y mira lo que pasó ahora. Se van a tomar algunas medidas pero yo creo que esto en un rato se olvida", consideró.
Por ello, el arquitecto recomendó al Estado alentar las buenas prácticas, así como informar a la población de los lugares inadecuados para levantar viviendas, como orillas de los ríos o pendientes.