RÍO DE JANEIRO, 14 Feb. (Notimérica) -
Desfilar en el Sambódromo y salir triunfante de la avenida es la máxima aspiración de cualquier escuela de samba de Río de Janeiro, pero detrás del gigantesco alarde de color y cuerpos en movimiento hay una compleja estructura llena de pequeños detalles.
Cada escuela tiene de media unos 4.500 integrantes, que desfilan perfectamente organizados: en primer lugar está la 'comissão de frente', un grupo de 10 o 15 bailarines, normalmente profesionales, que saluda al público e introduce el tema sobre el que hablará la escuela, el 'enredo'.
Justo después viene el 'carro abre alas', la carroza insignia de la escuela, que normalmente tiene alguno de sus símbolos más reconocibles. Después aparecen el 'mestre sala' y la 'porta bandeira', una pareja elegantemente vestida que tiene el honor de llevar el estandarte de la escuela.
Los dos tienen que estar perfectamente acompasados a la hora de bailar; no pueden darse la espalda o dejar que la bandera se enrosque en su cuerpo, lo que sería gravemente castigado por el jurado. Tras este inicio más bien protocolario empieza el desfile en sí, cuyo principal objetivo es explicar el 'enredo', el tema escogido para desfilar y con el que van a competir.
Así, poco a poco se van alternando los carros alegóricos -grandes carrozas que explican el 'enredo' con las 'alas'-, los grupos de personas clasificados en función de su disfraz.
Una de las alas que no suele faltar en ninguna escuela de samba es la de las bahianas, integrada por mujeres en general de edad avanzada y ataviadas con tradicionales vestidos blancos. Es una suerte de homenaje al pueblo que trajo la samba desde Bahía a Río de Janeiro.
Otro clásico es la 'Velha Guarda', los miembros más antiguos de la escuela, responsables de velar por el cumplimiento de las tradiciones y salvaguardar las esencias.
Entre todas las alas, están las 'passistas', probablemente la figura más fotografiada y conocida de un desfile de Carnaval. Las 'passistas' suelen ser mujeres jóvenes y atractivas con un don especial para sambar y un atuendo de plumas y pedrería reducido al mínimo posible -muchas de ellas usan únicamente el denominado 'tapasexo'--.
Las escuelas trabajan todo el año para preparar el desfile. Pocas semanas después del carnaval ya se empieza a pensar en el 'enredo' del año siguiente, y los trabajos para construir las grandes carrozas y elaborar los disfraces empiezan hasta nueve meses antes de Carnaval.
Aquí juega un papel crucial el 'carnavalesco', el ideólogo de todo el desfile. Equivaldría a un entrenador de fútbol, pues es común que las escuelas se peleen por fichar a los mejores para garantizarse el título.
EL MOMENTO DE ENTRAR EN LA AVENIDA
Cuando finalmente la escuela pisa 'la avenida', como se conoce popularmente al Sambódromo, que en realidad es una calle que se llama Avenida Marqués de Sapucaí, tiene que estar atenta a los nueve elementos que los jueces van a evaluar: el samba-enredo (la canción con la que desfilan), la batería (los músicos), la harmonía (el orden y la coordinación a la hora de desfilar), el enredo (el tema), los disfraces, la comissão de frente, el mestre-sala y la porta bandeira, las carrozas y la evolución.
Además, cada escuela cuenta con 82 minutos para cruzar toda la avenida. Tanto si termina antes como si se atrasa puede ser duramente penalizada. Una treintena de escuelas cariocas desfilan en el Sambódromo a lo largo de cuatro días.
Una vez conocida la ganadora las que quedaron las seis primeras vuelven a desfilar el domingo después de carnaval, en el conocido como 'Desfile das Campeãs'.
Igual que en el fútbol, la otra gran pasión de los cariocas, las escuelas de samba, están organizadas en varias 'divisiones'. En el grupo especial están las más conocidas: Mangueira, Salgueiro, Portela, Império Serrano, etc., cada una con sus colores y sus hinchadas.
Pero la rivalidad en este caso es más sana que en el 'deporte rey'. Si un abrazo entre un aficionado del Flamengo y uno del Fluminense es casi impensable, la camaradería entre las escuelas de samba es la regla.