NUEVA YORK, 29 May. (Notimérica) -
A través de 1.300 kilómetros de extensión, en el espacio que avanza desde el norte al sur de California, se encuentra, tan erguida como temida, la falla de San Andrés. Delimita y divide la placa Norteamericana de la placa del Pacífico y es una de las más estudiadas y peligrosas del mundo.
En la última película del actor estadounidense Dwayne 'la roca' Johnson, 'San Andrés', los rascacielos del distrito financiero de los Los Ángeles (Estados Unidos) se desmoronan y caen mientras miles de personas quedan atrapadas bajo sus escombros.
Un enorme tsunami irrumpe en la bahía de San Francisco, engullendo el icónico puente de Golden Gate, antes de arrasar por completo la ciudad californiana. Una apocalíptica y destrozada California es la imagen que verán los espectadores estadounidenses que vayan a los cines este viernes.
El argumento de 'San Andrés' gira en torno a las devastadoras consecuencias de un potente terremoto en la famosa falla que da nombre a la película y que lleva el caos y la destrucción de la costa oeste estadounidense.
Se trata de una premisa pensada para el disfrute de los amantes del cine de catástrofes, aunque cuando se habla de terremotos, la línea que separa realidad de ficción es demasiado delgada.
Tanto es así que tras el sismo ocurrido a finales de abril en Nepal, que causó la muerte de más de 8.000 personas, el estudio 'Warner Bros' decidió modificar la campaña de promoción de la película, incluyendo información sobre cómo proporcionar ayuda humanitaria a la nación asiática y sobre cómo prepararse para cuando la tierra tiembla, según ha publicado el canal BBC.
LA SECCIÓN SUR RETIENE MÁS TENSIÓN
La falla de 'San Andrés' se divide en dos secciones. La que más preocupa a los científicos es la sección sur de la falla, en la que no se ha producido un sismo en cerca de 300 años, pese a que los registros geológicos indican que es la causa de un gran terremoto cada 150 años.
Por eso, la película es un recordatorio de que, tarde o temprano, la falla volverá a quebrarse y los más de 38 millones de personas que viven en sus inmediaciones deben estar preparadas.
Los cálculos más conservadores apuntan a que, de producirse un temblor de magnitud 7,8 en la escala de Richter en esa sección -que tendría un impacto directo en Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos- cerca de 2.000 personas morirían y habría más de 50.000 heridos. Los daños materiales superarían los 200.000 millones de dólares.
"La información con la que trabajamos los científicos indica que el extremo sur de la falla de San Andrés es en el que es más probable que se produzca un gran terremoto en los próximos 30 años", ha afirmado la sismóloga del Instituto de Tecnología de California (Caltech), Jennifer Andrews.
"La parte sur de la falla no se ha quebrado en cerca de tres siglos y sabemos que durante este tiempo la tensión se ha ido acumulando", ha aclarado Andrews.