MADRID, 29 Jun. (Notimérica) -
A día de hoy perdura el misterio de la profanación de la tumba de Juan Domingo Perón, expresidente de la República Argentina, que tras su muerte, en 1974, a causa de un parada cardíaca, fue embalsamado y enterrado en la tumba familiar, en la bóveda del Cementerio de la Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires.
Trece años después del fallecimiento del exmandatario, que asumió la presidencia del país en tres ocasiones, se descubrió que habían profanado su tumba y que las manos de Perón habían sido robadas tras amputárselas con una sierra eléctrica.
Este miércoles 29 de junio se cumplen 29 años de este enigmático hallazgo, que aún no se ha resuelto. Y es que durante todo este tiempo la investigación, llevada a cabo por el juez de Instrucción Alberto Baños, sólo ha encontrado trabas en su camino.
En 2008, un grupo entró en la casa del magistrado y robó los expedientes de los últimos nueve años de investigación. Baños calificó este hecho de "operación de inteligencia", ya que los ladrones no se llevaron objetos de valor, a excepción de un ordenador portátil, una agenda electrónica y un teléfono móvil.
"No fue sustraído ningún elemento de valor, tales como equipos de música, instrumentos musicales, alhajas, relojes ni dinero en efectivo, aun cuando varios de esos bienes se encontraban perfectamente a disposición de los intrusos", detalló Baños en su denuncia, dirigida al presidente de la Cámara del Crimen, Mario Filozof, según recoge el diario argentino 'La Nación'.
El juez de Instrucción mantiene aún abierta la causa, que tuvo que avanzar a ciegas y sin apoyo. En 2014, Baños envió un comunicado al Gobierno de Cristina Fernández con los nombres de 30 personas, entre los que figuraban espías militares y civiles, de los que se sospechaba su presunta relación con la profanación del cadáver de Perón o con el encubrimiento de los autores.
Sin embargo, sólo recibió los antecedentes penales de dos de los nombrados en el informe.
El macabro robo desató muchas especulaciones. Actualmente sólo sobrevive una de las cinco líneas de investigación del caso, con la hipótesis de que el hecho fue una operación de los servicios de inteligencia argentinos.
VARIOS ENIGMAS RODEAN A LA INVESTIGACIÓN
El descubrimiento del delito se produjo cuando el líder del Partido Justicialista argentino, Vicente Leónidas Saadi, recibió una carta que exigía el pago de ocho millones de dólares por el rescate de las manos del tres veces presidente, su anillo y su espada. Junto a la carta, el remitente adjuntó un fragmento de un poema de María Estela Martínez de Perón, su mujer, que había sido colocado en el féretro.
El Partido Justicialista se negó a pagar, y a partir de ese momento se hizo cargo de la investigación el juez Jaime Far Suau, que falleció en un extraño accidente de tráfico, dónde también desaparecieron los apuntes que tomó de una charla con la viuda de Perón.
"Escuché una explosión. No sé cómo explicarlo. Como si explotara un calefón en tu casa. Y ahí no recuerdo nada más hasta que desperté en la clínica de Bahía Blanca", narró Maximiliano Guaita, el hijo de la pareja del magistrado, en una entrevista con el portal digital 'Perfil'.
Guaita, que en el momento del accidente tenía cuatro años, fue el único superviviente y asegura que este fue un atentado perpetrado contra Far Suau por su investigación del caso de las manos de Perón. "Jaime era una persona que sabía demasiado y lo querían hacer boleta", señaló.
Asimismo, el sereno del cementerio de Chacarita falleció de un paro cardiorrespiratorio poco después de denunciar amenazas de muerte contra su persona, y una mujer afín al régimen del mandatario, que llevaba flores a diario a su tumba, también murió de una paliza.
Al parecer, la peronista falleció días después de intentar hablar con un investigador para dar la descripción de un sospechoso que había visto cerca de la bóveda del cementerio bonaerense.
A estos extraños sucesos se le suma la aparición de un duplicado de un juego de 12 llaves, en una comisaría. Esas llaves abrían las cuatro cerraduras del cristal blindado de la bóveda de la familia Perón, que custodiaba el féretro del mandatario.
Así, continúa sin resolverse uno de los casos más misteriosos y escandalosos de la historia argentina, y sus autores permanecen impunes.