Publicado 11/04/2025 13:57

Desconecta.- El truco que recomiendan los expertos para evitar que le salga moho al jamón serrano o ibérco en casa

Archivo - El jamón ibérico es uno de los productos más apreciados de la gastronomía española.
Archivo - El jamón ibérico es uno de los productos más apreciados de la gastronomía española. - CORTESÍA JAMONES ENRIQUE GARCÍA - Archivo

MADRID 11 Abr. (EUROPA PRESS) -

El jamón, ya sea serrano o ibérico de bellota, es uno de los productos más valorados de la gastronomía española y suele estar presente en muchos hogares, especialmente durante las fiestas o en celebraciones especiales. Comprar una pieza entera es una tradición habitual, pero con ella también llegan muchas dudas: ¿cuánto tiempo se puede conservar una vez abierto?, ¿cómo debe cortarse para mantener todo su sabor?, ¿qué hacer si le sale moho?

Precisamente, una de las inquietudes más frecuentes tiene que ver con la aparición de una capa blanquecina o verdosa en la superficie del jamón. ¿Es algo normal? ¿Hay que tirarlo o basta con limpiarlo? La respuesta, aunque puede sorprender a algunos, no siempre implica desechar el producto.

MOHO EN EL JAMÓN: ¿PELIGROSO O PARTE DEL PROCESO?

Los expertos de Ibéricos Casa Lucas aseguran que la formación de moho en el jamón es completamente natural y forma parte del proceso de curación. Durante esta fase, el moho ayuda a fijar los lípidos y a desarrollar el característico aroma del producto curado. En realidad, se trata de una señal de que el jamón ha seguido un proceso tradicional y natural de maduración.

Este tipo de moho es superficial y no afecta al interior de la pieza. En condiciones normales, no implica ningún riesgo para la salud. Solo en casos donde el moho aparece dentro de las lonchas o viene acompañado de un olor desagradable, se considera que la pieza puede haberse echado a perder, y lo más seguro para la salud es descartarla.

CLAVES PARA EVITAR LA APARICIÓN DEL MOHO MALIGNO

Uno de los errores más comunes es conservar el jamón en lugares con alta concentración de humedad, como puede ser cerca del fregadero, pues favorece la aparición de microorganismos y moho en su superficie. Para evitarlo, los expertos recomiendan seguir estos pasos:

Elegir un lugar adecuado para almacenarlo que sea fresco, seco y alejado de fuentes de humedad.

Cubrir correctamente la zona del corte, se recomienda guardar un trozo de la grasa retirada y utilizarla para cubrir la carne que esté expuesta. Esta grasa actúa como barrera protectora natural. En el caso de que esta parte ya se haya desechado, se puede cubrir con papel film o aluminio, o un paño limpio de algodón.

Para reducir el contacto de la pieza con el aire se aconseja abrirla solo por un lado y avanzar el corte progresivamente hasta llegar al hueso. Esta precaución minimiza la superficie expuesta y reduce las posibilidades de la proliferación de moho.

¿SE PUEDE ELIMINAR EL MOHO DE UNA FORMA SEGURA?

En caso de encontrar moho en la superficie del jamón, no es necesario alarmarse. Los expertos de Ibéricos de Casa Lucas proponen un método sencillo y eficaz para limpiarlo sin dañar el producto:

Aplicar aceite vegetal. Basta con humedecer un trapo limpio en aceite (de oliva, girasol u otro) y frotar la zona afectada. Se debe evitar el uso de agua, jabones y otros productos químicos.

Retirar la capa superficial. Si el moho ha aparecido sobre la carne expuesta, conviene cortar una capa de aproximadamente un dedo de grosor. Así, se elimina cualquier rastro de moho y se asegura que la parte restante esté en perfectas condiciones.

Mientras que el color, olor y textura del jamón sigan siendo los habituales, su consumo sigue siendo completamente seguro tras esta limpieza.

¿CUÁNTO TIEMPO SE PUEDE CONSUMIR EL JAMÓN UNA VEZ EMPEZADO?

Aunque este producto no cuenta con una fecha de caducidad concreta, los expertos coinciden en que lo ideal es consumirlo en el plazo aproximado de un mes tras su apertura. Pasado ese tiempo, el jamón puede comenzar a perder parte de su sabor, aroma y textura característicos.

En caso de no poder terminarlo durante ese periodo, una alternativa poco conocida -pero eficaz- es congelar las lonchas. A pesar de que existe la creencia de que esta práctica altera el sabor del jamón, lo cierto es que, si se hace correctamente, permite conservarlo sin grandes cambios en su calidad.

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