BUENOS AIRES, 12 Nov. (Notimérica) -
La decisión tomada por la Iglesia argentina de renunciar progresivamente al dinero público responde a la creciente presión social a favor de la separación total entre el clero y el Estado. Se trata de un gesto simbólico puesto que la partida que recibe la institución católica por parte del Estado es de 130 millones de pesos anuales (más de 3,5 millones de dólares), es decir, un 10% del presupuesto eclesiástico.
Esta renuncia fue comunicada tras una reunión de la Conferencia Episcopal argentina que se prolongó durante toda la semana y en la que participaron cien obispos en activo y cuarenta ya retirados. Además, anunciaron que, ante esta reducción de dinero, reclamarán más solidaridad económica de los fieles para compensarlo.
Antes de la reunión se celebró una misa en la que el presidente de la Conferencia Episcopal, Óscar Ojea, reconoció que la jerarquía católica no estaba exenta de responsabilidad en las tensiones con el gobierno conservador y añadió, también, que los ánimos se habían caldeado desde que el presidente argentino, Mauricio Macri, abrió el debate sobre la legalización del aborto.
Ojea continuó atacando al gobierno de Macri declarando que "la crisis social y económica que golpea a todo el pueblo argentino va resistiendo la confianza en la dirigencia política aumentando el mal humor social, el enojo y la intolerancia", añadió.