SANTIAGO DE CHILE, 10 Jul. (Notimérica) -
En el desierto más árido del mundo, un pequeño pueblo chileno de no más de 1.000 habitantes llamado La Tirana recibe durante la segunda semana de julio a más de 200.000 peregrinos de Chile, Perú y Bolivia que acuden para celebrar la gran fiesta que hace honor a la Virgen del Carmen.
Cuenta la leyenda que la historia de esta celebración se remonta a la época colonial, cuando una princesa inca escapó de los españoles y se refugió en un oasis cercano a Iquique. Al parecer, a todo aquel católico o europeo que osaba pasar por su territorio lo ejecutaba sin piedad, por ello se le llamó 'La Tirana'.
Un día llegó un español que enamoró a la princesa e hizo que su concepción sobre el mundo cambiara, llegando a introducirla incluso a la religión católica lo cual le costó la vida ya que sus súbditos se sintieron traicionados y la mataron.
Antes de morir la princesa pidió ser enterrada con su amado y que encima de sus cuerpos alzaran una cruz católica. Desde ese momento ese lugar se transformó en un sitio de devoción y peregrinación. Por la gran afluencia de devotos que este lugar traía cada año se decidió construir una iglesia a la que llamaron Nuestra Señora del Carmen de La Tirana.
BAILES
Esta fiesta, que generalmente comienza entre el 10 y el 11 de julio, reúne a grupos de baile federados que ensayan durante todo el año para presentar sus coreografías a la virgen. Algunos de los bailes religiosos que participan en la fiesta son:
Antawara: danzas realizadas sosteniendo el peso del cuerpo con la punta del pie y con los brazos levantados. Este tipo de baile es originario de las ceremonias incaicas de culto al sol, lo que explica el carácter invocativo de los brazos hacia el cielo.
Chinos: estos danzantes provienen del santuario de origen prehispánico Andacollo. Visten trajes de color café que recuerdan a los antiguos mineros de la región. La música se basa en instrumentos aerófonos monocorde y un tamboril.
Chunchos: se trata de un baile mixto que tiene su origen en Bolivia. En este los danzantes se desplazan en círculos con pasos y saltos largos. Se caracterizan por llevar una lanza de madera en la mano a la que se le denomina 'chonta' y que está conectada a un cable tenso que permite percutir la madera generando un sonido suave y característico.
Gitanos: como su propio nombre indica, el baile, así como sus coloridas vestimentas, recuerdan a esta etnia. Se caracterizan por el uso de pañuelos, las mujeres en el pelo y los hombres extendido detrás de los hombros, así como por el sonido de las panderetas que las féminas agitan al ritmo de la música.
Los movimientos y colores de estos bailes religiosos y la devoción creciente a la Virgen del Carmen, así como a la leyenda de la princesa inca, configuran una de las mayores manifestaciones fé en el país andino; tanto es así que muchos consideran a La Tirana como "la capital de la fe del norte de Chile".