MADRID, 7 Dic. (Notimérica) -
Chunchi es un pueblo pintoresco de la provincia de Chimborazo, en Ecuador, que presenta una gran variedad de fauna y flora y alberga a alrededor de 13.000 habitantes. Sin embargo, lo que le caracteriza no es precisamente su vegetación, ni tampoco la particularidad de sus impactantes puestas de sol que tiñen el cielo -de ahí su denominación local 'atardecer rojo'-, sino su índice de suicidios infanto-juveniles, el más alto del mundo.
Desde el año 2010, se quitaron la vida ahí 61 chicos de menos de 20 años, y lo que más sorprende es el motivo. Por raro que parezca, no se trata de problemas económicos o sentimentales, sino de la gran ausencia de sus padres, que emigraron sin ellos. Chunchi es el pueblo de los niños abandonados.
Tras la crisis económica de 1999, Ecuador presenció la mayor migración de su historia. Unas 160.000 personas -sobre todo de clase baja y media- se fueron del país en 2000. Para no tener que exponer a sus hijos a la dura situación de la inmigración ilegal, muchos padres prefirieron viajar sin ellos, dejándoles solos o a cargo de algún familiar o amigo, y enviarles dinero desde su país de destino.
A pesar de que esta estampida migratoria se ha ido frenando con el transcurso de los años, su gran impacto social todavía permanece. Según un reciente estudio elaborado por el municipio, el 51 por ciento de los alumnos de las escuelas de Chunchi vive en casas sin sus padres.
La triste situación de este pueblo ecuatoriano muestra daños colaterales poco investigados del fenómeno de la emigración: el importante trastorno psicológico y emocional que se puede originar cuando se rompe un esquema familiar, cuando se abandona a un niño que, en muchas ocasiones, apenas tiene la capacidad de entender el por qué.
Ante estos abandonos, en su mayoría forzados, muchos niños han recurrido -y recurren- al suicidio, incapaces de colmar su dolor ni de reemplazar la ausencia de unos padres.
LA CASA DEL MIGRANTE, ¿SUSTITUTA?.
Por ello, el Gobierno de Ecuador decidió tomar medidas y creó La Casa del Migrante, una institución local dedicada a paliar esta problemática.
"En este momento hay más de 300 chicos, con edades que varían desde los 5 años hasta adolescentes, que participan de nuestros programas recreativos y cursos. La idea es contenerlos y ayudarlos a organizar su día, para que no estén tanto tiempo solos en sus casas, sin un adulto", indica Cristian Calle, coordinador de La Casa del Migrante de Chunchi en una entrevista con el diario 'La Nación'.
Por otro lado, los responsables del organismo 'denuncian' la forma en la que estos padres emigrantes sustituyen el cariño por dinero.
"Los padres que dejan a sus hijos solos intentan llenar ese vacío enviando dinero o tecnología. Y muchos chicos se ven de pronto manejando importantes cantidades de dólares sin la supervisión de un adulto. Así fueron creciendo en la zona el alcoholismo y la drogadicción", explica.
Sin embargo, tal y como subraya Calle, no hay nada material -ni casi afectivo- que pueda cubrir las carencias emotivas de estos niños.
"Los chicos nos contaban que su gran necesidad era la parte afectiva, sentirse cuidados y queridos. Incluso algunos llegaron a decirnos que les estaba faltando alguien que los reprendiera. ¡No hay cómo cubrir esto de la desintegración familiar! Hay chicos que desde los 10 ó 12 años se están haciendo cargo de todos sus hermanitos. Reciben dólares, pero la plata no es todo", recalca.
La Casa del Migrante comenzó a trabajar en dos vías para frenar este drama, que ha llevado a Chunchi a ser conocido en el mundo entero como 'el pueblo de los chicos suicidas'. No sólo hacen seguimientos de la salud psicológica de los chicos y sus actividades en el tiempo libre, sino que ofrecen asistencia legal y orientación a los padres que quieren volver.
El número de suicidios, como asegura Calle, ha ido disminuyendo en el último tiempo, aunque todavía falta mucho por hacer. La dura historia de Chunchi también ha sido plasmada por uno de los jóvenes del pueblo, que escribió el libro 'Tiempos desesperados', en el que narra la vida de diez amigos suyos que se quitaron la vida.
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