BUENOS AIRES, 24 Mar. (Notimérica) -
"Volvemos a El Campito para sostener la memoria", ha denunciado Adriana Taboada, integrante de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de Zona Norte, uno de los organismos convocantes de las manifestaciones que hoy, con motivo del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en Argentina, recorren las calles de Buenos Aires para recordar a los más de 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar Argentina de 1976.
La última dictadura cívico-militar conocida como Proceso de Reorganización Nacional y alzada el 24 de marzo de 1976, derrocó el gobierno constitucional de la que fuera presidenta, María Estela Martínez de Perón, y dejó alrededor de 30.000 desaparecidos cuyas madres, bautizadas como las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, todavía hoy siguen buscando.
El Campito o Campo de Mayo, la localidad argentina situada al noroeste de Buenos Aires, se convirtió al inicio del golpe en el mayor centro clandestino de detención, elegido como campo de concentración donde internarían a los contrarios a la autarquía. Asentada a tan solo 30 kilómetros de la capital del país, por aquí pasaron más de 5.000 prisioneros, de los cuales solamente sobrevivieron 43.
NIÑOS CLANDESTINOS
Una escalofriante cifra que a día de hoy el pueblo argentino todavía no olvida. Además, las instalaciones del centro incluían un hospital donde se produjeron centenares de partos clandestinos y en los que los hijos serían separados de sus madres y robados para ser entregados a las familias de los militares tras cambiarles la identidad.
El asesinato de Floreal Edgardo Avellaneda, un estudiante comunista de 15 años que fue secuestrado junto a su madre, no dejó indiferente resonando por todos los rincones de la capital. Era el encargado de repartir propaganda de la Federación Juvenil Comunista hasta que, el 15 de abril de 1976, fue secuestrado, torturado y asesinado por la dictadura de Videla. Unos días después, su cuerpo fue hallado en el puerto uruguayo de Montevideo junto a otras siete víctimas.
La misma suerte corrieron los más de 4.950 presos de los que nada se supo a partir de entonces. A medida que pasaban las décadas, el acantonamiento militar de Campo de Mayo se transformó progresivamente en el punto clave de la voz del ejército.
Entre sus nueve comisarías locales y sus cuatro centros clandestinos que funcionaban como prisiones repartidas en las más de 8.000 hectáreas (casi la mitad del territorio de la ciudad del Rosario) se experimentaron nuevas técnicas de tortura como la picana automática, se produjeron abusos sexuales a las reo y se utilizaron animales para amedrentar a los presos.
Desde aquí despegaban los 'Vuelos de la Muerte' con destino al Atlántico por los que los golpistas hacían desaparecer a sus opositores políticos torturándolos, despojándolos de sus bienes, metiéndolos en bolsas llenas de piedras y lanzándolos al mar. Después, cuando los cadáveres aparecían en las costas fronterizas, eran enterrados en fosas comunes sin identificar.
La estratégica localización de El Campito permitía esconder las idas y venidas de los aviones tras los frondosos árboles, lejos del bullicio de la ciudad que todavía hoy convive con la tormentosa realidad que se encuentra tras los abominables hechos ocurridos tan solo 40 años atrás.