RÍO DE JANEIRO, 23 Ago. (Notimérica/EP) -
La pintura de colores se ha revelado como un arma para devolver la autoestima a varias favelas de Río de Janeiro, hasta hace pocos años comunidades violentas dominadas por el narcotráfico. En uno de los proyectos el reto titánico: convertir toda una favela en un mosaico de vivos colores, hasta el punto de que sea reconocible en las imágenes satélite de Google Earth.
Se trata de 'Favela Painting', una idea de los artistas holandeses Haas&Hahn (Jeroen Koolhas y Dre Urhahn) que surgió a raíz de una primera experiencia en la favela de Santa Marta, en la zona sur de la ciudad, donde pintaron las casas de una plaza con los colores del arco iris. Contentos con el resultado, la pareja de artistas decidió lanzar una campaña para recaudar fondos y pintar una favela entera, la de Vila Cruzeiro.
Con un presupuesto de 117.000 dólares hecho a base de donaciones de particulares los artistas ya han formado un grupo de trabajadores de la propia comunidad, y cuentan con los primeros materiales para dejar las casas listas antes de empezar a pintar. Como en el resto de favelas, las casas están construidas de forma muy precaria, con el ladrillo visto, por lo que la primera fase dejar la fachada lisa y blanca.
"Antes de convertirse en una obra de arte una casa tiene que estar acabada", explicaba Urhan en declaraciones a Notimérica/EP, remarcando que antes de que sea un gran barrio colorido la favela parecerá un pueblecito blanco del Mediterráneo. Más tarde serán los habitantes de cada casa los que decidan los colores.
De momento ya están cubiertas de blanco unas cincuenta casas, aunque Urhan se resiste a hablar de cifras, porque resalta que es un trabajo cualitativo que ni siquiera tiene fecha de finalización. "Todo dependerá del entusiasmo y la participación de la gente local". Puede que la favela esté toda pintada en dos años o puede que no se acabe nunca, remarca. Y esa es la gracia del proyecto.
SANTA MARTA, LA PIONERA
El 'boom' de la pintura en las favelas empezó en Santa Marta, una comunidad famosa por sus vistas del Cristo Redentor y en la que Michael Jackson rodó el videoclip de la canción 'They don't care about us' en 1996. Desde hace cuatro años también es conocida por sus casas de colores. La empresa de pinturas Coral patrocina el proyecto, que ya ha conseguido pintar decenas de casas, además de la escuela de samba de la comunidad.
"La favela de Santa Marta es uno de los principales puntos turísticos de Río de Janeiro y muchos visitantes dicen que el estilo de la pintura de las casas les recuerda a Mondrian", asegura el gerente de Marketing Institucional de Coral y líder del proyecto, Marcelo Abreu.
Las casas se dividen en formas geométricas y cada propietario escoge uno de los 24 colores de una gama de verdes, azules, rojos, naranjas, amarillos y violetas. Cada una tiene un diseño exclusivo y normalmente las partes que se pintan de colores están cerca de las puertas y ventanas, para que los vecinos puedan repintarlas fácilmente cuando sea necesario.
Para llevar a cabo las tareas de pintura se formó a una veintena de jóvenes de la comunidad, pero además se fomenta la participación de personas de fuera de la favela, lo que impulsa un beneficioso intercambio cultural. Aproximadamente una vez al mes se realizan 'mutirões' -movilizaciones colectivas de voluntarios_que pintan casas en masa mano a mano con los vecinos. Suelen ser estudiantes universitarios, muchos de ellos extranjeros, que visitan por primera vez una favela.
Aunque Santa Marta, igual que el resto de favelas, acumula serios problemas de falta de infraestructuras básicas, los colores en las fachadas son un granito de arena más en el incipiente futuro turístico de la comunidad. Cada vez abren más albergues, existe una ruta señalizada con códigos QR que indica los principales puntos de interés y algunos de sus restaurantes de comida casera ya salen en las guías.
Es el caso del 'Bar do Zequinha', famoso por su 'frango à passarinho'. José Bonfim --el señor Zequinha-- ha visto como en los últimos años su clientela ha aumentado "un 80%". Aunque alaba proyectos como el de las casas de colores subraya que el cambio sustancial se produjo en 2008, con la instalación de la primera Unidad de Policía Pacificadora (UPP). "Desde entonces todo cambió, antes de poder hacer cualquier cosa lo que necesitábamos era vivir en paz".
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