Actualizado 12/08/2014 13:48

Los black blocs en Brasil

BLACK BLOCS en manifestación contra el Mundial
Foto: REUTERS

SÃO PAULO, 11 Ago. (Notimérica/EP) -

   Los 'black blocs' han protagonizado las manifestaciones en Brasil durante el último año con su ideología filoanarquista y acciones violentas de gran repercusión mediática. Un año después de su repentina aparición, la doctora en Ciencias Sociales Esther Solano, que estudia el fenómeno desde la Universidad Federal de São Paulo, considera que el movimiento se está repensando y que el Estado aún no ha encontrado una solución.

   En una entrevista con Notimérica/EP, Solano aseguró que las acciones de estos jóvenes, que acuden a las manifestaciones vestidos de negro, encapuchados y que normalmente destruyen símbolos del poder económico, como coches u oficinas bancarias, han evidenciado la fragilidad gubernamental: "Los 'black blocs' no son más que 40 chavales que han puesto nervioso a todo el Estado", considera.

   Los integrantes de este grupo son difíciles de definir: para empezar, no existe un grupo como tal, su estructura es informal, sin líderes ni ningún tipo de organización jerárquica. El perfil del joven que se une a los 'black blocs' es variado, aunque en todo caso no encaja "para nada" con el perfil de vago que no tiene nada que hacer y decide salir a las calles. "La mayoría están bastante politizados, aunque es verdad que algunos, los más jóvenes, se unen porque se ha puesto de moda", resalta Solano.

   Solano lleva un año investigando el fenómeno de los 'black blocs' en São Paulo y próximamente publicará en Geração Editorial el libro que está escribiendo junto a Bruno Paes Manso, periodista del diario 'Estado de São Paulo', que se ha centrado en la parte que concierne a la Policía. La socióloga, que ha convivido con la mayoría de 'black blocs' paulistas en los últimos meses, apunta que el movimiento es, en realidad, mucho menor de lo que muestran los grandes medios, que lo han sobredimensionado.

   "Muchos 'black blocs' dicen 'nosotros no existimos, hemos sido creados por la prensa", apunta Solano. Cuando tras las primeras manifestaciones espontáneas durante la Copa Confederaciones de 2013 los 'black blocs' entraron en escena con su "violencia performática", como ellos mismos dicen, los medios de comunicación pusieron enseguida el foco sobre ellos. Los 'black blocs' tienen una relación de amor-odio con la prensa: por un lado, consideran que manipula su mensaje, pero por otro lado saben perfectamente cuándo y dónde quemar un contenedor para aparecer en las portadas del día siguiente.

   La mayoría de 'black blocs' son "jóvenes de clase media y universitarios, no proceden de las clases más desfavorecidas de los barrios marginales". Solano resalta esta contradicción y pone de manifiesto que muchos de los que forman parte del movimiento se hacen esa autocrítica, no haber sabido conectar su mensaje con personas que a priori tienen más motivos que ellos para rebelarse contra el Estado. En su opinión, los 'black blocs' usan un lenguaje -utopía, anarquismo- "totalmente alejado de la realidad de la periferia".

   "Ahora mismo están en un momento en que se están repensando. Han conseguido visibilidad y protagonismo pero su mensaje no cala", remarca Solano. A pesar de que en un primer momento llegaron a contar con la simpatía de algunos manifestantes, que los veían como aliados contra la represión policial, la imagen de los 'black blocs' ha ido "a peor" a medida que ha pasado el tiempo. "En São Paulo se ha llegado a ver a vecinos aplaudiendo y animando al Batallón de Choque de la Policía Militar cuando cargaba contra los jóvenes", recuerda la socióloga.

   La fase de "reinvención" actual se debe, en parte, a la "decepción" por ver que el Mundial de Fútbol contó con el entusiasmo popular, y a las últimas detenciones, que se han incrementando recientemente al acusar a varios activistas de asociación para cometer actos delictivos.

   En la víspera de la final del Mundial en Río de Janeiro, la Policía detuvo a una veintena de estos activistas por supuestamente estar planificando actos violentos que pretendían llevar a cabo durante el partido. La policía se incautó de botellas, litros de combustible, un revólver y una bomba casera.

   "El Estado ha dejado al problema crecer durante un año y no acaban con él, sólo ponen parches", resalta Solano, que añade: "Nunca nos hacemos las preguntas correctas. Lo que hay que preguntarse es qué lleva a un chaval de 17 años a tener un odio tan grande que ve a la Policía como a un animal. Hay que cuestionarse qué le lleva a decir eso".