LIMA, 26 Nov. (Notimérica) -
Los bebés nacidos durante y después del fenómeno climático de El Niño son más bajos y presentan un índice de masa corporal magra inferior al esperado.
Estos son los sorprendentes resultados de un estudio de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, que muestra cómo la variabilidad meteorológica desempeña un papel importante en el crecimiento y la nutrición en entornos de recursos limitados.
La investigación, que acaba de publicar la revista científica 'Climate Change Responses', se ha centrado en los efectos de El Niño que tuvo lugar entre 1997 y 1998, sobre las personas nacidas en la costa norte de Perú en esas fechas y en años posteriores, y sus conclusiones indican que su crecimiento y desarrollo se vio gravemente afectado.
El Niño es un fenómeno climático que ocurre de forma cíclica pero muy irregular, con un intervalo de entre dos y siete años, en el Océano Pacífico tropical, que sufre un brusco incremento en la temperatura de sus aguas y desencadena lluvias intensas en América del Sur.
Este evento viene acompañado de enfermedades como la malaria, el dengue, el cólera o la diarrea. Además, a menudo arrasa cultivos y ganado, de manera que los recursos de la población se ven muy afectados y pueden tardar en recuperarse varios años después del fenómeno, señala SINC, agencia pública especializada en información sobre ciencia, tecnología e innovación en español.
En particular, El Niño que ocurrió entre 1997 y 1998 ha sido el episodio más grave que se ha registrado hasta ahora. Los daños en puentes y carreteras provocaron el aislamiento de muchas zonas rurales dificultando aún más el acceso a alimentos, agua potable o atención médica.
Por eso, un grupo de investigación de la Universidad Johns Hopkins de EEUU se propuso analizar los efectos que puede tener a largo plazo sobre la salud este tipo de fenómeno extremo.
El primer estudio que realizaron se remonta a hace más de una década y en esta última publicación "los resultados son sorprendentes", asegura el investigador William Checkley, quien destaca que "hemos sido capaces de medir un efecto adverso en el crecimiento infantil muchos años después de que ocurriese el evento de 1997-1998".
UNA MARCA DURADERA
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores se centraron en un grupo de aldeas del departamento de Tumbres, situado en el extremo norte de la costa peruana, junto a la frontera con Ecuador.
Allí seleccionaron una muestra aleatoria de 2.095 personas nacidas entre 1991 y 2001, con una edad de entre 7 y 18 años. Los resultados son muy claros: los niños nacidos durante y después de El Niño de 1997-1998 son más bajos y con un índice de masa corporal magra inferior al esperado.
Ello se explica porque los niños nacidos durante el desastre y después, carecían de una dieta adecuada para un crecimiento óptimo. Y es que el desarrollo está muy relacionado con la nutrición en las primeras etapas de la vida, tanto en el feto como en la infancia, según señalan los autores del trabajo, de manera que la falta de nutrientes marca a estas personas, que podrían sufrir otros problemas de desarrollo y ver incrementado el riesgo de sufrir enfermedades degenerativas crónicas.
Las repercusiones se aprecian incluso en los nacidos hasta tres años más tarde del fenómeno. El aumento de las infecciones y la grave escasez de alimentos asociada a las inundaciones parece ser la clave. "Así como los anillos de los árboles actúan como indicadores de los desastres naturales experimentados por un árbol, la exposición a eventos climáticos severos dejan una marca duradera en los niños", señala el científico.
Para William Checkley y sus colaboradores, el problema es muy grave si se piensa en que los estudios sobre el cambio climático apuntan a que en las próximas décadas la frecuencia de episodios de El Niño y otros desastres naturales puede incrementarse.
"Dada su naturaleza cíclica, este fenómeno puede seguir impactando en las generaciones futuras y, si gran parte de los niños pequeños se ve afectada, compromete a toda la comunidad en su conjunto", advierte el investigador.
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