Actualizado 31/10/2014 11:59

Así viven 2000 familias en Tuffy, una fábrica abandonada en Río de Janeiro

Más de 1.800 familias viven desde el pasado mes de marzo hacinadas en Tuffy,
Foto: EUROPA PRESS

RÍO DE JANEIRO, 31 Oct. (Notimérica) -

   Más de 1.800 familias viven desde el pasado mes de marzo hacinadas en una fábrica abandonada en Río de Janeiro, en una especie de favela 'bajo techo' construida a base de maderas y plásticos. No hay agua corriente, la luz escasea, y a las precarias condiciones higiénicas se une el miedo a un inminente desalojo. Así sobreviven los que ni siquiera pueden permitirse vivir en la favela.

   La fábrica Tuffy, situada en el Complexo do Alemão -un conjunto de barrios humildes y favelas al norte de la ciudad-  es un recinto enorme que dejó de producir plásticos hace más de diez años. Sus nuevos habitantes decidieron ocuparla porque no podían hacer frente a los alquileres de la zona, que a pesar de ser una de las más humildes y peligrosas de Río también ha sufrido con la escalada de precios de la 'Ciudad maravillosa'.

   "Hace tres años se produjo la pacificación, y también construyeron un teleférico para mejorar la movilidad. Pero lo que para muchos ha sido una mejora para nosotros ha sido una pesadilla", explica el presidente de la asociación de vecinos de 'Nova Tuffy', Carlos Alberto da Conceição, en declaraciones a Notimérica.

   El Complexo do Alemão, uno de los epicentros del narcotráfico en la ciudad, también se ha revalorizado. Alquilar una casa puede costar hasta 500 reales (200 dólares), una fortuna para quienes ganan menos que el salario mínimo (724 reales, 290 dólares) y tienen que mantener a familias, en muchas ocasiones, numerosas.

más de 2000 familias viven en esta fábrica abandon

FUERTE SENTIMIENTO DE COMUNIDAD DE VECINOS

   Todo comenzó el pasado 23 de marzo. Un centenar de vecinos conocían el lugar y decidieron instalarse por su cuenta. Pronto corrió la voz, y ahí "empezó la esperanza", relata Da Conceição, a quien todo el mundo conoce como Queiroz. Poco a poco levantaron sus barracas, arreglaron los baños -tan sólo hay cuatro- y apañaron las marañas de cables para poder tener algo de luz. Los cortocircuitos son algo frecuente y ya habido pequeños incendios.

   "Un día se quemaron tres casas, lo poquito que tenían esas familias lo perdieron. Pero con donaciones les hemos ido ayudando entre todos", explica el portavoz de los vecinos. Con la mayoría de casas hechas de tablones de madera, cualquier chispa puede convertir la fábrica en un polvorín.

   Regiane vive en una barraca de unos doce metros cuadrados con sus hijos Ronaldo, Maria Fernanda, Gabriel, Michael y el pequeño Fernando, de apenas un año. A pesar de las dificultades asegura que vivir así es mejor que estar en la calle. "Donde estábamos era muy peligroso, no teníamos a dónde ir", lamenta, pero subraya que al menos en 'Nova Tuffy' pueden vivir en paz.

   Esa relativa tranquilidad se mantiene gracias al fuerte sentimiento de comunidad de los vecinos, aunque en ocasiones se rompe. Uno de los episodios más desagradables de la corta historia de la ocupación se produjo en abril, en una operación del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), la tropa de élite de la policía militar de Río de Janeiro. "Entraron de forma muy violenta, arrasando con todo", recuerda Queiroz.

   Estaban buscando a uno de los asesinos del comandante de la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) de la vecina favela de Nova Brasilia, asesinado el día anterior. Desde entonces, la relación de la policía con estas familias es tensa, pues se les acusa de haber cobijado a uno de los criminales más buscados.

más de 2000 familias viven en la fábrica abandonad

EL FUTURO, UNA INCÓGNITA

   Pero a todos estos problemas se suma una nueva incerteza: a dónde van a ir. El Ayuntamiento y el Gobierno del Estado no quiere que sigan en la fábrica y ellos saben que la situación no puede sostenerse por mucho tiempo. Piden ser realojados en viviendas de protección oficial, pero mientras eso llega temen ser desalojados por la fuerza, como ocurrió con otra ocupación similar, la de Telerj, que acabó con violentos enfrentamientos con la policía, con pelotas de goma y gases lacrimógenos.

   Los propietarios de la fábrica reclaman su propiedad -"se han acordado ahora, diez años después", critica Queiroz- y el juez que lleva el caso está intentando llegar a una solución dialogada. "Nosotros no queremos guerra, sólo pedimos que no nos dejen tirados con una mano delante y una detrás. Vale que lo que estamos haciendo es ilegal, pero si hemos llegado a este punto también es por culpa de esas autoridades", subraya el representante de los vecinos.

   Mientras llega el momento de salir de la fábrica los vecinos siguen pensando en su día a día. Jorge se instaló en 'Nova Tuffy' porque se enteró de la ocupación por la radio y pensó que sería un buen lugar para vivir, porque el alquiler que pagaba era "carísimo" y no le compensaba. Su máxima preocupación ahora es que haga buen tiempo este verano, porque lo poco que gana lo consigue vendiendo latas de cerveza y galletas en las lejanas playas de la zona sur, Copacabana e Ipanema. A la espera de  encontrar un nuevo techo repite lacónico: "Sólo Dios sabe lo que va a pasar".

Más de 2000 familias viven en la fábrica abandonad

    TE PUEDE INTERESAR... 

     Una aplicación para móviles salva de la violencia a mujeres de las favelas

     Una escuela de ballet para niños con discapacidad en Brasil

     Brasil ganó 200 nuevos 'ultra ricos' en el último año