SITUACIÓN DE VENEZUELA
NOTIMERICA

   CARACAS, 22 May. (Notimérica) -

   Son medio centenar de días los que Venezuela lleva sumergida en una ola de violencia cuyo origen es discutiblemente de un solo bando, de la misma manera que las víctimas mortales que a su paso han dejado las manifestaciones no pertenecen a una sola ideología, o por lo menos a la lucha contra una única.

   Han sido varios los momentos en los que la oposición de Nicolás Maduro ha dejado ver voracidad y violenta insurgencia en sus actuaciones, las cuales no pueden encontrar justificación de la misma manera que no se encuentra en la represión oficialista.

   Este fin de semana, medios de comunicación de todo el mundo se hacían con las imágenes de un joven corriendo por las calles de Caracas mientras las llamas prendían cubrían su cuerpo. Las quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo --de primer y segundo grado, según publica Telesur-- fueron ejecutadas por "jóvenes relacionados con la extrema derecha".

 

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  Salía a la luz la otra cara de la oposición chavista, esa que va más allá de las 'guarimbas', grupos populares organizados y de mayoría opositora cuyo fin es el bloqueo de calles sin, en un primer momento, el enfrentamiento directo con las fuerzas de seguridad venezolanas. Aunque contra estos mismos también recaen acusaciones de crímenes de hace unos años.

   Precisamente el término, que comenzó a utilizarse en la década de los años 50's en Venezuela como sinónimo de 'refugio', resurgió en las manifestaciones sucedidas en el país sudamericano durante el mes de febrero de 2014, las cuales puede decirse que marcaron un antes y un después en la deriva del gobierno chavista, el cual contaba en ese momento con un apoyo del 47,2 por ciento.

   Con Leopoldo López libre y a la cabeza de una gran mayoría de la oposición, una serie de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro dejaron 43 personas muertas, según el Ministerio Público, y cientos de heridos, teniendo especial gravedad la manifestación estudiantil del 12 de febrero de 2014.

   La entonces declarada judicialmente como instigación a la violencia de algunos grupos encabezados por líderes en estas protestas llevó a que la Justicia chavista los condenara --y entre ellos a López-- a penas de cárcel, algo cuya repercusión llegó a ser de carácter internacional. Este hecho supuso uno de los precedentes claves para la explicación de la situación actual.

   La consideración de los líderes opositores encarcelados como 'presos políticos', y las condenas de diversos países y de instancias internacionales a sus condenas, han ayudado a la conformación de dos bandos opuestos --o por lo menos a la idea de ello--, en el que uno es víctima y el otro verdugo, sin contemplación de matices.

   Poco ayudó a dispersar esta idea la decisión del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Venezuela de asumir las funciones de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, ni el anuncio de la salida del país como miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA), institución con una marcada posición en contra de la persona de Nicolás Maduro, en especial por parte de su secretario general, Luis Almagro.

   Los cambios de gobierno que se han sucedido en la región iberoamericana en los últimos años han virado en su mayoría hacia una posición neoliberal, lo que conforma una asociación mayoritaria en contra de los valores chavistas, siendo excepción algunos gobiernos de izquierda como el de Bolivia o el de Ecuador, aunque éste fuera más a Venezuela con la presidencia de Rafael Correa.

   Cabe también tener en cuenta los diversos cauces con los que la oposición chavista ha ideado la salida de Nicolás Maduro del poder --desde la convocatoria de elecciones a la destitución forzosa--, de la misma manera que no todos los manifestantes concuerdan con las ideas de la oposición, aunque sí con el fin del gobierno de Maduro.

LA SITUACIÓN EN CIFRAS DE VENEZUELA

   En medio de una crispada situación ideológica y política, la crisis económica y fiscal por la que pasa Venezuela --siendo pronosticada no oficialmente una próxima inflación de un 741 por ciento, un 672.5 por ciento más que en 2014--, así como la falta de recursos y la mala gestión por parte de Maduro, han empeorado aún mas la ya maltrecha situación social del país.

   La falta de alimentos y útiles para el desarrollo de la vida cotidiana son solo la punta del iceberg de una situación en la que las tasas de desempleo ascendieron el pasado año a un 21,2 por ciento, un 13,8 por ciento más que el año anterior.   El salario mínimo es de 65.000 bolívares, mientras la canasta básica ascendería a 135.000 bolívares. Por ello, miles de venezolanos cruzan cada día las fronteras hacía los países vecinos, provocando movimientos de población que en un futuro, y en función de la resolución del conflicto, pueden derivar en olas migratorias de carácter importante, así como en problemáticas de carácter diplomático, como ya se viene anunciando con Colombia en los últimos días.

   Son relevantes los datos publicados sobre la mortalidad infantil --que se ha incrementado en un 30 por ciento-- y la mortalidad materna --que registra un incremento de más de 65 por cierto--, a los que se suman la falta de fármacos (incluso los más comunes) en todo el país y el colapso de los hospitales.

   La movilización social podría dar lugar a conflictos diplomáticos con otros países. A día de hoy, Chile y Perú han retirado a su embajador, mientras el colombiano permanece en duda sobre su vuelta.

   La presión internacional y el aislamiento cada vez más acentuado de Venezuela, la difícil situación económica y la crispación social engrosan a diario los temores del estallido de un conflicto civil en el país iberoamericano.

   La confrontación constante por parte de la oposición y la ciudadanía, y por ende la continuidad de las protestas, cada vez más violentas, hacen pensar en un escenario bélico de no ceder a las petición de convocatoria de elecciones por parte del gobierno de Maduro, aunque tal punto no puede ni mucho menos asegurarse. Cabe esperar entonces el desenlace y desarrollo de las próximas jornadas en el país, cuyo punto de mira ha pasado a ser el del día a día.

  

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