MADRID, 17 Sep. (Notimérica) -
Si algo caracteriza al polémico presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es su hostil política exterior. El giro hacia la autarquía, las amenazas de salida de su país del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la vuelta a las frías relaciones con Cuba, las constantes amenazas cruzadas con Corea del Norte o la construcción de un muro en la frontera mexicana han sido algunas de sus propuestas de campaña y, tras su elección frente a la candidata demócrata Hillary Clinton, pilares de su estrategia hacia el exterior.
La relación del presidente con la mitad sur del continente ha estado marcada por el conflicto mexicano. Las constantes declaraciones del magnate sobre la necesidad de construir un muro en la frontera con México que, para más inri, habrían de pagar ellos, ha sido un constante en su campaña, mezclado con declaraciones sobre el peligro de que inmigrantes mexicanos crucen la frontera. Descalificaciones como "violadores" o "criminales" han sido hartamente repetidas por Trump, quien también los ha calificado como "el enemigo".
Venezuela también ha sido un foco de conflicto con el presidente. Debido a la crisis que vive el país, en el que una Asamblea Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro ha eliminado a la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, Trump mencionó la posibilidad de una "acción militar" para solucionar los problemas del país.
Con respecto a Cuba, el deshielo de las relaciones iniciadas por el predecesor de Trump en el cargo, Barak Obama, tras décadas de ausencia, han sido frenadas en seco por el nuevo presidente. "Ha nacido una nueva política. Doy por cancelado el acuerdo de Obama. No apoyaremos al monopolio militar que oprime a los cubanos", fueron las declaraciones de Trump con respecto al tema.
Las ansias de implantar un sistema más proteccionista en el país también han pasado factura a Iberoamérica. Las constantes amenazas del presidente estadounidense de abandonar el TLCAN --formado también por México y Canadá-- si no se aceptan sus condiciones, son constantes, hasta llegar a afirmar que este es "uno de los peores acuerdos jamás firmados".
LOS PILARES
Las relaciones de Estados Unidos con la región tras la llegada de Trump han estado basadas en tres pilares: libre comercio, 'soft power' y seguridad.
En el caso del libre comercio, sus intenciones se vieron reflejadas en la salida del país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) que incluye a tres países iberoamericanos como son Chile, México y Perú. Por otro lado, sus constantes ataques al TCLAN lo han puesto en constante manifiesto.
En materia de inversión extranjera, el presidente ha preferido los tratados bilaterales a los multilaterales. Con respecto a esto, y aunque México fue una prioridad durante Gobierno previos, el presidente Trump lo ha intentado eliminar del panorama económico estadounidense.
Aún así, el comercio con Iberoamérica continuará siendo uno de los pilares de la economía del país, como es el caso de su acuerdo bilateral con Colombia o sus diversas asociaciones con Brasil, según ha publicado 'Desarrollando ideas', de Llorente y Cuenca.
Con respecto al 'soft power' el profesor de la Universidad de Harvard Joseph S. Nye lo define como "la capacidad de influir en otros para obtener los beneficios que uno quiere mediante la atracción en lugar de mediante coacciones o pagos".
Este concepto ha sido la base de las relaciones de Estados Unidos para con Iberoamérica durante los últimos años. Mediante este método el país ha conseguido propagar su cultura, idioma y tradiciones así como constituirse como una gran influencia en opiniones y política.
La promoción de la democracia mediante la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), que ha dado prioridad a la región desde la década de los 90, es uno de los grandes retrocesos del Gobierno de Trump, quien ha asegurado que la promoción de la democracia y la gobernanza no le interesan, algo que quedó claro debido al eslogan de la campaña de Trump: "América primero".
La materialización de este eslogan es la reducción de un 32 por ciento de los fondos para el Departamento de Estado y la USAID, lo que supone un recorte del 36 por ciento de los recursos destinados a Iberoamérica por parte del país.
Esta piedra angular de la política del presidente contrasta, por otro lado, con sus declaraciones sobre Venezuela, tema sobre el que manifestó la posibilidad de una "solución militar" aplicada por Estados Unidos.
Por último, la seguridad ha sido una de las obsesiones del presidente. Sus alusiones a los altos niveles de violencia en México, al tráfico de drogas o al "peligro" de la inmigración han sido constantes, tras lo que ha venido una serie de iniciativas duras para reducir la llegada de inmigrantes al país, como es la intención de construir un muro con la frontera de México.
La política exterior de Trump distará mucho de la llevadaa cabo por sus predecesores en el cargo, que tomaron a México como uno de sus principales socios comerciales e hicieron gran hincapié en mantener cierta influencia sobre una región que, para Trump, carece de relavancia.