Actualizado 09/12/2014 11:43

Trabajar para que el futuro de la Comunidad Iberoamericana sea mejor para todos

 Inauguración En Veracruz De La XXIV Cumbre Iberoamericana
Foto: HENRY ROMERO / REUTERS

Por Tomás Mallo, Secretario de la Sección Iberoamericana del Ateneo de Madrid.

   MADRID, 9 Dic. (Notimérica) -

   Desde el comienzo este lunes de la Cumbre Iberoamericana que se celebra en Veracruz (México), todos los que en ella participan deberían tener presente el denominado "Informe Lagos", cuando dice: "El futuro de la Comunidad Iberoamericana será mejor para todos si logra profundizar en sus raíces y perseverar en los valores que le dieron origen, afianzando el respeto y el reconocimiento a su diversidad y fortaleciendo los recursos del diálogo y la cooperación en la construcción de un futuro mejor y digno para todos"; un informe que se convirtió en la "hoja de ruta" para establecer una nueva arquitectura del "sistema iberoamericano".

   Además deberían reconocer la incesante actividad realizada desde su nombramiento por la nueva Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, para adaptar las Cumbres Iberoamericanas a los nuevos tiempos, para lo que ha manejado distintas ideas y argumentos, en algunos de los cuales quiero poner énfasis a continuación. Sin ir más lejos, dicha renovación hay que pensarla en términos de comunidad y no como dos bloques de países negociando. Tenemos que lograr "ser comunidad" y para ello relacionarnos como iguales, de forma horizontal, equilibrada y simétrica.

   También debemos ser conscientes de que más que una institución, tenemos un sistema de diversos organismos que tienen que dialogar y colaborar para construir un espacio común, manteniendo su identidad propia, avanzando en una articulación y una planificación ordenada, estratégica y eficaz que, a buen seguro, mejorará la cooperación y la visibilidad el sistema.

   Es necesaria además una política mucho más abierta que dé paso a la participación de nuevos actores. Ésta no es una tarea fácil, pero es fundamental, porque la cooperación es y será aún más en el futuro la piedra angular de la Comunidad Iberoamericana. Sólo mediante la cooperación se obtendrán los resultados concretos tan demandados en las Cumbres. Los proyectos de cooperación constituyen la materialización de un sentimiento de comunidad y si articulamos la cooperación de forma coherente, transparente y eficaz, posiblemente alcanzaremos objetivos más concretos. Una cooperación así concebida y la alianza con la ciudadanía iberoamericana, serían por otra parte, la base para tener una mayor visibilidad y para construir una "marca iberoamericana" sobre las realidades, lo concreto y lo que se ha materializado.

   Todo esto nos lleva a la necesidad de desarrollar políticas sociales y culturales de segunda generación, caracterizadas por Rebeca Grynspan de esta manera: "Se requieren políticas sociales de segunda generación que permitan combatir no sólo las desigualdades de ingreso sino también las desigualdades horizontales, aquellas que en nuestro continente siguen teniendo rostro femenino, joven, indígena y afrodescendiente, porque la desigualdad erosiona la democracia, afecta al crecimiento económico y al sentido de pertenencia de los ciudadanos y, en definitiva, al desarrollo humano de nuestros pueblos. Por eso pondremos especial atención a los programas de juventud y de género y de los jóvenes y mujeres indígenas y afrodescendientes. Al reto de la educación de calidad, de la innovación científica y tecnológica y del sector cultural como fundamento de identidad, pero también como generadora de empleo y riqueza. La cultura, por tanto, entendida como elemento plural de transformación, de desarrollo y de progreso".

   Bien se comprende que los programas de movilidad académica que, además de mejorar la transferencia de los conocimientos, mejoran el conocimiento mutuo, y que los programas culturales que sirven para compartir visiones, símbolos e ideas con los que interpretar el mundo, integrar lo diferente y reconocer al otro en su valor, deben ser el ámbito natural de la Comunidad Iberoamericana. A ello debemos añadir que con los planes de movilidad académica y de movilidad para prácticas e inserción laboral, estaríamos contribuyendo a responder a las aspiraciones que la población joven demanda.

   Todo esto que percibimos como una necesidad, no será posible si no damos un mayor protagonismo a las organizaciones de la sociedad civil. La SEGIB debería recibir el mandato de fomentar la participación de las mismas en los programas de la cooperación iberoamericana y hasta en algunas actividades de la Cumbre Iberoamericana. Dicha participación puede tener más potencialidades que las que hay ahora en cuanto a ampliación, legitimidad y representación y de esa forma abordar un tratamiento más sistemático y consistente de los problemas que afectan a los ciudadanos iberoamericanos que, no atañen sólo a la pobreza, sino también y en mayor medida a la desigualdad. Por eso es tan necesario construir espacios de diálogo y concertación entre las organizaciones sociales, los gobiernos y los empresarios.

   No olviden los asistentes a la Cumbre de Veracruz que lo que conforma realmente la Comunidad Iberoamericana son las relaciones entre las sociedades. Las Cumbres son sólo una expresión política de esa realidad. Lo iberoamericano tiene vida propia más allá de lo institucional y lo oficial y por ello es necesario construir un pacto social y político, una alianza entre instituciones, gobiernos, los sectores público y privado y la ciudadanía iberoamericana. Todo ello precisamente para pensar y trabajar en un futuro mejor para todos.

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