Un grupo de agricultoras cultiva pequeñas parcelas con apoyo del PMA con las que alimentan a sus familias y además consiguen ahorrar
YUBA, 8 Feb. (Xinhua/EP) -
Hace tres años, Monica Alak, de 28, solía pasar las noches sin dormir con hambre y el llanto constante de sus hijos, lo que terminó por empujarla a cultivar la tierra, con la esperanza de cosechar lo suficiente para alimentar a sus hijos.
"Lo que nos empujó a desempeñar un papel activo en la agricultura fue el hambre. Después de ver sufrir a nuestros hijos, decidimos unirnos para poder alimentarles", explica Alak a Xinhua en Yuba.
En Sudán del Sur, el país más joven del mundo, más de seis millones de personas se enfrentan al hambre y otros 1,3 millones de niños sufren desnutrición, según la ONU. La crisis alimentaria está motivada por varios factores, incluido el conflicto, la sequía y las inundaciones que han interrumpido la cosecha en todo el país.
Pero un grupo de mujeres agricultoras en Yirol, en el estado de Lagos Oriental, está a la vanguardia de la lucha contra el hambre. Alak es una de ellas. La mujer se unió al grupo de agricultoras en la localidad de Pankar hace tres años y está orgullosa de que ahora es capaz de alimentar a sus siete hijos.
El grupo, apoyado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), cultiva varias cosechas como cacahuetes, sorgo y verduras en parcelas de tierra de 60 por 70 metros concedidas a cada una de las integrantes del mismo.
De los 230 miembros del grupo, 200 son mujeres, las cuales han venido realizando en los últimos tres años actividades agrícolas serias con el objetivo de atajar la inseguridad alimentaria en la zona en la que viven.
"EL HAMBRE NOS EMPUJÓ A UNIRNOS AL GRUPO"
"Fue el hambre la que nos empujó a unirnos al grupo y nos estamos dando cuenta de algunos de los beneficios ahora", comenta Debora Apiu, líder del grupo. "El año pasado, recolecté quince bolsas de cacahuete en la parcela. Voy a vender parte para conseguir dinero para mi familia y para pagar las tasas escolares. Reservaré una parte para el consumo familiar", explica a Xinhua.
Samuel Madol es un líder comunitario descrito por el grupo de mujeres como una inspiración para la comunidad local. "Este grupo ha atraído a muchas personas a la agricultura, especialmente a mujeres", resalta.
"Solíamos padecer falta de alimentos pero ahora nuestros estándares de vida han mejorado desde que podemos permitirnos la comida. Nuestras vidas han cambiado. Cultivamos nuestra comida y también tenemos parte para vender", resalta Madol, que anima a más personas a dedicarse a la agricultura y ayudar a abordar la crisis alimentaria en su localidad.
"Es cierto que algunos hombres realmente no apoyaban a sus mujeres con el trabajo agrícola en el pasado, pero estamos viendo ahora un cambio", sostiene Madol.
INSEGURIDAD ALIMENTARIA EN SUDÁN DEL SUR
Según el informe sobre seguridad alimentaria (IPC) elaborado por la ONU y el Gobierno sursudanés a principios de 2019, algunas familias en el estado de Lagos Oriental se encontraban en una situación como la de la hambruna.
Pese a la intervención de las agencias humanitarias, se prevé que el 52 por ciento de la población se enfrente a inseguridad alimentaria aguda en este arranque de 2020, según el análisis del IPC publicado el pasado agosto.
El año pasado, la zona de Yirol registró una grave violencia intercomunitaria, ataques para el robo de ganado, inundaciones y una severa sequía provocada por la variación climática.
En lugar de entregar asistencia alimentaria en forma de donativos, las organizaciones humanitarias están adaptando nuevos mecanismos a las personas necesitadas. Uno de ellos es 'Comida por recursos', una iniciativa del PMA en la que a las comunidades se les entrega ayuda alimentaria y se les forma en materia de agricultura, construcción de carreteras y puntos de agua.
DESAFÍOS PARA LAS MUJERES
Jam Mayom, responsable de este proyecto en Panker, resalta que las mujeres tienen la capacidad de acabar con la crisis alimentaria a la que se enfrenta Sudán del Sur aunque la mayoría de ellas no tienen la capacidad de implicarse en agricultura a gran escala debido a los obstáculos sociales existentes.
"Las mujeres en la mayoría de las comunidades de Sudán del Sur son vulnerables, pero aún así son las que tienen las responsabilidades domésticas, por eso nos estamos dirigiendo a ellas con este proyecto", resalta Mayom.
Pero no todo es de color de rosa para las agricultoras. Sus principales desafíos incluyen el cambio climático y el destructor gusano cogollero del maíz, que se come las cosechas y ha causado el caos en las tierras de cultivo de todo Sudán del Sur.
Según Alak, su cosecha de sorgo se redujo de 15 bolsas en 2018 a solo cinco el año pasado, principalmente por el repentino cambio en las pautas meteorológicas.
"Normalmente sembramos en abril al inicio de la estación de lluvias, pero el año pasado fue diferente porque las lluvias comenzaron en junio. La lluvia llegó tarde, cuando las cosechas ya estaban destruidas", lamenta Ayak. "El gusano cogollero del maíz también destruyó nuestras cosechas, por eso solo he recolectado cinco sacos de sorgo y cacahuetes el año pasado", precisa.
Pese a los desafíos, las mujeres agricultoras han prometido seguir adelante con la agricultura de subsistencia y aventurarse en la agricultura comercial en el futuro.