BUENOS AIRES, 11 Sep. (Notimérica) -
Tal día como hoy, pero hace 165 años, los intereses políticos dividieron a Argentina en dos: la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. Durante una década, actuaron como países independientes, con sus propios gobiernos, leyes e instituciones.
Inmersos en conflictos civiles por más de medio siglo, las élites no se ponían de acuerdo sobre la forma organizativa del país. El punto de discordancia principal fue la hegemonía de la capital y sus privilegios sobre el resto de provincias.
La Guerra Grande o Guerra de la Triple Alianza fue el momento perfecto para zanjar el problema. En la batalla de Caseros (1852) los unitarios de Entre Ríos, Corrientes y Sante Fe derrotaron a los federales comandados por Juan Manuel de Rosas.
Exiliados los perdedores, Justo José de Urquiza asumió la Presidencia de la Confederación, con el objetivo de dotar al país de una ley suprema. La firma del Protocolo de Palermo y el Acuerdo de San Nicolás para convocar un Congreso General Constituyente fue el primer paso.
En diversas reuniones se estableció una representación equitivativa de todas las provincias, así como una futura limitación de las competencias de Buenos Aires. En junio de 1852, los diputados bonaerenses se opusieron a estos términos.
11 DE SEPTIEMBRE DE 1852
Urquiza acudió a sofocar los ánimos, encarcelando y deportando a todos aquellos que estaban en su contra. Aprovechando la partida del militar a Santa Fe, el ejército, los comerciantes y agricultores de la ciudad tomaron el cabildo la noche del 11 de septiembre de 1852.
La Gobernación provisional recaló en el general Manuel Pintos, que adelantó varios meses de sueldo a las tropas y ascendió a los oficiales participantes en la revolución.
En pro de la defensa de sus derechos, el Estado de Buenos Aires se declaró independiente. Los primeros meses no fueron fáciles, la ciudad fue sitiada en varias ocasiones, además de hacer frente a revueltas internas.
La Confederación Argentina nunca reconoció este hecho y estableció un nuevo texto constitucional en 1853 que abarcaba todo el territorio.
Estableciéndose cierta equidad entre los territorios interiores y de litoral, la influencia de la capital fue mermando poco a poco. El pago de altos aranceles, así como la imposibilidad de afectar a las políticas de zonas limítrofes finalizaron con esta década de independencia.
La batalla de Cepeda (1859) obligó a Buenos Aires a aceptar la Constitución nacional, aunque no fue hasta octubre de 1862 cuando la provincia de Buenos Aires volvió a unirse al resto de Argentina.