Actualizado 10/06/2017 07:14

Paramilitarismo, el fenómeno que amenaza la paz en Colombia

Paramilitarismo en colombia
ANDREA COMAS

   BOGOTÁ, 10 Jun. (Notimérica) -

   Tras la firma del Acuerdo de Paz por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno colombiano -- proceso que se encuentra ya en fase de desarme-- y con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) siguiendo sus pasos, sentado en la mesa de negociación con el ejecutivo, Colombia está viendo como la guerra interna que sufre desde hace décadas está próxima a terminarse.

   Sin embargo, la violencia en el país parece no tener fin. Los grupos paramilitares han ganado protagonismo en Colombia, quienes con la asimilación de un discurso de extrema derecha se han volcado en amenazar, y amedrentar a líderes sociales, guerrilleros desmilitarizados y defensores de los Derechos Humanos, alcanzando una cifra de 156 líderes sociales asesinados entre enero de 2016 y marzo de 2017, según datos de la Defensoría del Pueblo de Colombia.

   Este conflicto social, que parecía solucionado en 2006 tras la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) --un colectivo que englobaba diferentes grupos paramilitares--, no ha hecho más que crecer, debido a que los disidentes de este proceso de paz han conseguido encontrar acólitos entre la población urbana más joven.

HISTORIA DEL PARAMILITARISMO

   El origen de estos grupos paramilitares se encuentra en las mafias creadas como seguridad privada de empresarios y terratenientes en el entorno rural, que en ocasiones eran apoyadas por el Estado. Estos colectivos derivaron en grupos de civiles armados que auxiliaban a los militares en su lucha contra las guerrillas comunistas.

   Mediante su vinculación con el narcotráfico, estos grupos armados crecieron y se profesionalizaron, hasta la creación de las AUC, en 1996, organismo mediante el cual los grupos paramilitares de Colombia se federaron. La AUC poseía el control de determinados territorios y un creciente poder durante los últimos años del siglo XX, que utilizaban para llevar a cabo acciones que la ley no le permitía al Ejército.

   La violencia del paramilitarismo se ha traducido en más de mil masacres por todo el país, así como en el desplazamiento forzoso de 1.600.000 personas desde 1975. En algunas de las operaciones ilícitas de los paramilitares colombianos participó el Ejército del país.

   La pseudoprotección de la que disfrutaban, por constituir un activo de lucha contra las guerrillas comunistas, se terminó en 2002, cuando el entonces presidente del Gobierno, Álvaro Uribe Vélez, inició la negociación con las AUC, que finalizó con su desmovilización en 2006.

   El Acuerdo de Paz con las FARC ha supuesto un impulso a la violencia de estos grupos, que han sido capaces de reagruparse tras años de baja actividad. Estos colectivos de civiles armados han vuelto al discurso del odio, con un marcado carácter anticomunista, y una actividad armada que supera con mucho al crimen organizado. Es precisamente su principio anticomunista el que ha abierto el debate en el Gobierno de Colombia sobre dotarles de cierto estatus político, lo que derivaría en una lucha diferente a la que se lleva a cabo contra los meros criminales.

PARAMILITARISMO POLÍTICO

   Aunque el paramilitarismo colombiano poco tiene que ver con un grupo político, en los últimos tiempo se han confesado anticomunistas, defensores de la propiedad privada y el autoritarismo, así como supuestos guardianes de la clase media.

   Sus escuetos principios ideológicos no se pueden separar del hecho de que constituyen un grupo mafioso, con estrechos vínculos con el narcotráfico, de quien son inseparables.

   El Gobierno mantiene al paramilitarismo al margen de la política, negando la relación de estos con ningún tipo de principio de organización social, aun a pesar de que el objetivo de estos son líderes sociales y defensores de Derechos Humanos partidarios del proceso de paz con las FARC y la incorporación de estas a la vida política institucional del país.

   La preocupación del aumento de la violencia de estos grupo se encuentra en al posibilidad de que vuelva a ocurrir en el país algo similar a la masacre de Unión Patriótica, partido político creado por las FARC durante la década de los 80. Durante esta etapa, unas 1.5000 personas fueron asesinadas por grupos paramilitares, orquestados por diferentes sectores del Estado.

   Tal es la preocupación de las FARC --así como del ELN--, que la guerrilla exigió la creación de una comisión de esclarecimiento sobre el paramilitarismo como parte del proceso de paz, según ha publicado el portal 'Esglobal'.

   La lucha que el Gobierno está llevando a cabo contra estos grupos armados, que pasa por la negociación y la acción militar y policial, parece poco efectiva, teniendo en cuanto el origen de la mayor parte de estos guerrilleros se encuentra en las clases más pobres del país, que aceptan esta opción ante la inexsistencia de otras, ya que existe un gran flujo de dinero debido al narcotráfico.

   Teniendo en cuenta la procedencia del paramilitarismo, la única forma efectiva de terminar con él se encuentra en la mejora de las condiciones a las que está sometida parte de la población colombiana, haciendo hincapié en optimizar la situación de la juventud de los núcleos más pobres de las urbes, que se encuentra perdida y con pocas salidas más que la delincuencia, ya sea o no con fines políticos.