MADRID 11 Nov. (EUROPA PRESS) -
Las autoridades de Taiwán han afirmado este lunes que no ha hallado pruebas de que ciudadanos o empresas de la isla estuvieran implicados en el ataque registrado en septiembre en Líbano, en el que miles de 'buscas' usados por el partido-milicia chií Hezbolá explotaron de forma simultánea, incidente achacado a Israel.
La Oficina de Investigación del Ministerio de Justicia taiwanés ha indicado en un comunicado que las pesquisas no han hallado pruebas que vinculen a ciudadanos o empresas de la isla con el suceso, después de que saliera a la luz que habían sido fabricados por la empresa Gold Apollo, con sede en Taiwán.
Así, ha detallado que durante las últimas semanas se han llevado a cabo varios registros y se han analizado archivos y correos electrónicos de la empresa, al tiempo que se ha interrogado a varios altos cargos de la compañía para aclarar el papel de la misma en la fabricación y venta de estos dispositivos de comunicación, de tipo AR-924.
El organismo ha afirmado que este modelo no es fabricado por Gold Apollo "desde hace varios años" y ha añadido que los mismos son fabricados con una empresa con sede en el extranjero, al tiempo que ha reseñado que "no hay pruebas relevantes que vinculen a empresas taiwanesas en las explosiones".
Las explosiones dejaron cerca de 40 muertos y alrededor de 3.000 heridos, según las autoridades libanesas, que apuntaron que muchas de las víctimas eran civiles. Apenas un día después estallaron cientos de walkie-talkies, mientras que Israel lanzó una nueva invasión de Líbano días después intentando aprovechar el caos en el seno de Hezbolá.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reconoció el domingo por primera vez que Israel estuvo detrás de estos ataques. "La operación con buscapersonas y la eliminación del líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, se llevaron a cabo a pesar de la oposición de altos funcionarios del estamento de Defensa y sus responsables en el escalafón político", dijo, en aparente referencia al cesado ministro de Defensa, Yoav Gallant.
Si bien las explosiones del 17 y 18 de septiembre fueron atribuidas en un principio a un ataque informático, funcionarios estadounidenses indicaron al diario estadounidense 'The New York Times' que la Inteligencia israelí había logrado ocultar material explosivo dentro de un nuevo lote de unos 3.000 'buscas' importados a Líbano.
Las primeras pistas tras las explosiones llevaron a la firma taiwanesa Gold Apollo, que rápidamente salió al paso de las sospechas señalando que había cedido los derechos de fabricación a una segunda empresa, BAC Consulting, con sede en Hungría.
Sin embargo, el Gobierno de Hungría indicó que BAC Consulting es un mero "intermediario comercial", sin capacidad de fabricación por tanto de los dispositivos, y fuentes citadas por el portal búlgaro Telex han declarado que fue en realidad una empresa con sede en Sofía, Norta Global, la que facilitó la venta de los dispositivos entregados a Hezbolá.
Posteriormente, Bulgaria afirmó que estaba investigando a Norta Global, fundada en 2022 por el noruego Rinson Jose, lo que llevó a Noruega a abrir en septiembre una "investigación preliminar" sobre la posibilidad de que una empresa propiedad de un noruego estuviera relacionada con estos ataques en Líbano.