Los buenos resultados en la lucha contra el crimen han logrado acallar la polémica por la reforma constitucional
MADRID, 25 Nov. (EUROPA PRESS)-
Juan Orlando Hernández es el favorito para ganar (otra vez) la Presidencia de Honduras en las elecciones generales que se celebran este domingo, a pesar de que hace apenas un par de años su candidatura era impensable porque la Constitución prohibía la sucesión de mandatos y el intento de Manuel Zelaya de burlar este obstáculo desató la peor crisis política que se recuerda en la nación centroamericana.
Hernández, del conservador Partido Nacional, cuenta con el 37 por ciento de los votos, de acuerdo con un sondeo realizado por Gallup, una ventaja de 15 puntos porcentuales sobre el único que puede disputarle la Presidencia, Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, que recorre el espectro político de un extremo a otro.
Esta extraña cooperación electoral entre partidos de derecha e izquierda obedece al fuerte rechazado que la postulación de Hernández ha generado en buena parte de la clase política porque es fruto de un cambio constitucional no consensuado que, según denuncian, abre la puerta a una deriva autoritaria.
La oportunidad se la brindó el ex presidente Rafael Calleja (1990-1994), del mismo Partido Nacional, cuando en 2015 presentó un recurso ante el Tribunal Supremo en el que solicitaba que declarara inaplicable el artículo 239 de la Constitución, que prohíbe la reelección presidencial, argumentando que violaba sus Derechos Humanos.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo, en un fallo inesperado --y después de inusitados movimientos entre los magistrados--, dio la razón a Calleja, despejando el camino para que Hernández, mejor posicionado, duplicara los cuatro años de Gobierno conseguidos en 2013.
Una iniciativa similar provocó hace tan solo ocho años la caída de Manuel Zelaya (2006-2009). El entonces presidente anunció sus planes de convocar un referéndum para que los hondureños decidieran sobre una reforma constitucional en el mismo sentido. Sin embargo, en su caso la respuesta fue una intervención militar avalada por el Congreso para derrocarle.
Los militares irrumpieron en su casa la madrugada del 28 de junio de 2009 y le sacaron a la fuerza en ropa interior para trasladarle a una base aérea desde donde esa misma mañana se enteró de que había sido cesado por el Parlamento. Huyó a Costa Rica para volver días después y refugiarse en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde permaneció meses hasta que aceptó su destitución y se comprometió a no volver al cargo.
Los ejecutores de lo que Zelaya denunció como un golpe de Estado se ampararon en el mismo 239, según el cual "el que quebrante este artículo o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública".
APOYO DE EEUU
La disparidad en las respuestas a un mismo hecho se explica quizá porque muchos en Honduras y en la región veían en Zelaya una extensión del entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, y sus políticas y Hernández, en cambio, goza del absoluto respaldo de Estados Unidos.
Fuentes del Departamento de Estado consultadas por Reuters reconocen que "la reelección sin límites no es buena para la democracia" y han reclamado al Congreso hondureño que apruebe una ley para regular este tema, un proyecto que ya está en marcha pero permanece paralizado.
De todas las personas que podrían ocupar el poder en Honduras, la Casa Blanca "se ha dado cuenta de que lo mejor es quedarse con él", ha explicado a la agencia de noticias británica Manuel Orozco, del 'think tank' Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Y es que la buena sintonía de Hernández con Estados Unidos va más allá de la coincidencia ideológica. Tiene una relación personal con John Kelly, jefe de Gabinete de Donald Trump, con quien colaboró estrechamente en asuntos migratorios cuando éste era el responsable del Mando Sur.
REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA
Al margen de las maniobras para legalizar la reelección presidencial, lo cierto es que Hernández posee un apoyo social incontestable gracias, en gran medida, a su política de mano dura contra la delincuencia común y las organizaciones criminales que actúan en el país.
En 2013, cuando llegó al Gobierno, la tasa de homicidios en Honduras era de 79 por cada 100.000 habitantes y actualmente es de 46 por cada 100.000 habitantes, si bien dos ciudades hondureñas --San Pedro Sula y el Distrito Central-- siguen en el 'top ten' de las más violentas del mundo.
El éxito de su política de seguridad obedece al despliegue militar en las zonas más conflictivas del país que, sin embargo, ha sido sumamente criticado por organizaciones de defensa de los Derechos Humanos porque, según denuncian, ha derivado en abusos.
En su 'haber' cuenta también un buen desempeño económico. A sus órdenes, Honduras, uno de los países más pobres del mundo, ha alcanzado un crecimiento del cuatro por ciento, un dato que Hernández ha prometido situar en el siete por ciento al término de su segundo mandato.
SIN COMPETENCIA
A diferencia de sus vecinos latinoamericanos, en Honduras no hay segunda vuelta electoral, por lo que la Presidencia se decidirá por mayoría simple este 26 de noviembre, lo que, a juzgar por las encuestas, garantiza a Hernández una nueva victoria en las urnas.
Nasralla, un antiguo presentador de televisión casado con una Miss Honduras, no ha conseguido capitalizar el empujón que le ha dado ser el candidato de consenso de la oposición, un puesto que arrebató a la popular ex primera dama Xiomara Castro de Zelaya en las elecciones primarias.
El punto fuerte de Nasralla es su discurso anticorrupción, sobre todo después de que el juicio contra el hijo del ex presidente Porfirio Lobo (2010-2014) --padrino político de Hernández-- por traficar con cocaína hacia Estados Unidos destapara una presunta financiación ilegal de la primera campaña del actual jefe de Estado, algo que ha negado.
Además, desde el oficialismo se ha insistido en vincular a Nasralla con el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. "Es parte del grupo que promueve el socialismo del siglo XXI (...) Creen que eso es bueno para Honduras y tienen derecho a expresarlo", ha dicho recientemente Hernández.
En la misma línea, el Partido Nacional, ha presentado esta semana un informe elaborado por Imix Digital según el cual ha habido una influencia notable de Venezuela en la campaña electoral. Al parecer, en el último mes se han generado millones de mensajes en redes sociales y el 60 por ciento proceden de Venezuela.
Este clima parece encaminar a Hernández hacia otro periodo presidencial en el que, previsiblemente, reeditará también el apoyo del Congreso, ya que este domingo los hondureños eligen además a los 128 diputados que forman la sede legislativa, así como a 20 diputados del Parlamento Centroamericano y 298 alcaldes.