Por María Esteve, directora general de Llorente & Cuenca Colombia, y Natalia Vargas, gerente de cuentas en Llorente & Cuenca Colombia
BOGOTÁ, 4 Oct. (Notimérica) -
Colombia celebraba el pasado domingo 2 de octubre el plebiscito que refrendaría el acuerdo de paz con las FARC. Contra todo pronóstico, el No resultó ganador con un total de 6.431.376 votos que equivalen al 50,21 % del total, mientras el Sí obtuvo 6.377.482 votos, iguales al 48,78 %.
Además de la terminación de un conflicto interno que atrapa la atención del país, el contenido de los acuerdos implica el compromiso del Estado para emprender una estrategia para la democratización de la tierra y la dinamización de la economía rural; de consolidar un esquema democrático abierto y una política para la tolerancia; así como un sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición enfocado en las víctimas. Así mismo, el respaldo de la comunidad internacional al proceso de paz había sido contundente. Entre quienes manifestaron su apoyo e invitaron al pueblo colombiano a refrendar los acuerdos estaban importantes líderes internacionales como Barack Obama, Angela Merkel o Ban Ki Moon, entre muchos otros. ¿Por qué Colombia dijo No?
El presidente Juan Manual Santos ganó la reelección en su cargo en el 2014 con un porcentaje levemente mayor al 50 %. Desde su primer mandato los niveles de aprobación de su gestión habían sido relativamente bajos (alrededor del 30 %). Durante el último año, el país entró en un periodo de desaceleración económica, en medio del cual se incrementó el desempleo alcanzando casi el 9 % a finales de julio del 2016. Tras la firma del fin del conflicto en junio de 2016, momento en que el presidente Santos empieza a liderar la campaña por el Sí, su aprobación baja y su vaga conexión con los colombianos pudo haber herido el proceso.
En contraste, el No tenía el liderazgo claro del mencionado expresidente Uribe, una de las figuras más influyentes de la política colombiana, que mantiene a pesar de generar múltiples polémicas, una aprobación del 57 %. Contrario al actual presidente, su talante vehemente y su posición radical de forma continua frente al proceso de paz, le han permitido mantenerse vigente y cultivar una base política estable a su favor.
Entre el 2002 y el 2008, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el estatus político de las FARC fue degradado de grupo guerrillero, al de terrorista. El inicio de las conversaciones con las FARC en septiembre de 2012, implicó devolverle a las FARC el estatus de actor político en el marco de un conflicto armado. Negociar en condiciones de igualdad con agentes criminales resultaba contradictorio para líderes de opinión. Sumado a esta visión, la firma de los acuerdos dio protagonismo a los líderes de las FARC, en donde se vieron sentados y tratados con honores similares que los representantes del gobierno y de la comunidad internacional, hecho que pudo ser recibido por los colombianos como un acto de arrogancia e inclinar la balanza hacia el No.
Los colombianos, incluso aquellos que preferían la terminación del conflicto bajo este acuerdo, rechazan la participación política de las FARC.
Sin duda alguna, uno de los puntos más polémicos y que mayor polarización generó durante las campañas previas al plebiscito es el de la justicia. Por un lado, para los más críticos las penas a las que se enfrentarían las FARC dejarían cientos de episodios de violencia en la impunidad. A la posibilidad de que redimieran sus condenas con trabajo con las comunidades, se sumaba la amnistía total para el delito de rebelión y acciones conexas como el narcotráfico. Por otro lado, el acuerdo contempla la conformación de una Jurisdicción Especial para la Paz, para juzgar los crímenes cometidos en el marco del conflicto, tanto por parte de la guerrilla como de las fuerzas militares.
La victoria del No deja al país en un momento de incertidumbre. Minutos posteriores a la derrota en las urnas, el presidente Juan Manuel Santos se dirigió a los colombianos y expresó que aceptaría, como es su deber constitucional, el resultado del plebiscito y que abrirá nuevos espacios de diálogo para determinar el camino a seguir.
En las próximas semanas, será fundamental encontrar una vía que garantice la mayor cohesión posible y que se enfoque en la reconciliación del país que queda polarizado y que ante todo, garantice el fin del conflicto armado y permita al país entrar definitivamente en la etapa del postconflicto.
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