La fundación 'Sobrevivientes' de Norma Cruz, un ejemplo de dignidad y solidaridad en medio de tanta impunidad
CIUDAD DE GUATEMALA, 3 Ago. (del enviado especial de EUROPA PRESS, Emilio López) -
Hace unos días la policía guatemalteca informaba de que durante el primer semestre de 2007 han sido asesinadas al menos 215 mujeres. La Comisión de la Mujer del Congreso de la República sube la cifra a 306, de las cuales 35 eran niñas. Y según datos aportados por los médicos forenses podrían ser hasta 350. Independientemente del número que se maneje, de seguir así a final de año habrán muerto de forma violenta en torno a 600 mujeres en este país centroamericano.
Estas escalofriantes cifras ponen de manifiesto el peligro que supone para una mujer nacer y vivir en Guatemala. Y es que en los últimos años el número de asesinatos ha aumentado de forma dramática: 494 en 2004, 665 en 2005 y 587 en 2006. En un país con 12 millones de habitantes, estas estadísticas son insoportables e incluso superan con creces la 'pesadilla' de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, México, mucho más conocidos por la comunidad internacional.
El patrón suele ser el mismo. Mujer residente en zona urbana, de entre 16 y 40 años, y lo que es más dramático todavía: cada vez con mayor saña. Los cadáveres llegan al tanatorio con heridas de arma de fuego y arma blanca, pero también con graves mutilaciones, daños en el hígado, en el páncreas, en los pulmones, y con toda clase de fracturas, con síntomas de asfixia y de estrangulamiento.
En lo que va de año el 18% de los crímenes fueron perpetrados por las 'maras', el 13% por gente vinculada al narcotráfico, el 13% por ajuste de cuentas y el 6% por venganzas. En el resto de casos -la mitad- no se determinado el móvil. Y cuando en Guatemala se desconoce el motivo todo el mundo sabe por qué. Por la violencia que ejercen contra ellas sus maridos, sus parejas, sus padres...
IMPUNIDAD
Desde que comenzó el año 2000 más de 3.000 guatemaltecas, muchas menores de edad e incluso niñas, han muerto víctimas de distintas formas de violencia. Y aquí llega otro dato vergonzoso: en estos seis años los jueces sólo han dictaminado 30 condenas, 12 el año pasado y 15 este 2007. Por eso no es de extrañar que Guatemala se haya convertido en un 'paraíso' para los asesinos de mujeres.
Son muchas y muy variadas las razones para que los crímenes queden impunes. Uno de los fundamentales es la falta de voluntad política para que se hagan investigaciones serias. Fue sólo hace unos meses cuando se creó un grupo especial de la Policía Nacional Civil para hacerse cargo de este tipo de delitos. Hasta entonces, sólo había 10 agentes en todo el país para investigar los asesinatos de mujeres.
Por eso el 90% de los casos permanece sin investigar y, de los que llegan a los tribunales, sólo el 1 por ciento termina con una condena de los culpables. Otro de los problemas es que los tiempos de espera son muy largos ya que se tarda de tres a cuatro años en llegar a juicio. Y a veces es demasiado tarde.
Según datos recientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, el 13% de las víctimas que presentaron una denuncia en la Fiscalía de Delitos contra la Mujer murieron tiempo después por falta de atención.
LEY CONTRA EL FEMINICIDIO
En este contexto de horror e impunidad, la diputada Myrna Ponce trabaja desde hace años para que el 'feminicidio' se tipifique como delito en Guatemala, un país con una Secretaría Presidencial de la Mujer, un Foro de la Mujer y una Defensoría de la Mujer Indígena, entidades que necesitan del apoyo decidido del actual Gobierno, pero sobre todo del que salga de las urnas el próximo 9 de septiembre.
A finales de mayo la Comisión de Derechos Humanos del Congreso dictaminó a favor de la propuesta de Ley contra el Feminicidio, impulsada por Ponce, que pretende establecer penas más drásticas para los que cometan delitos contra las mujeres, niñas y adolescentes, así como promover planes orientados a la erradicación de la violencia física, psicológica, sexual, moral y patrimonial en su contra.
La idea es desarrollar principios básicos, medidas preventivas y figuras penales que garanticen la integridad y dignidad de las mujeres, así como su derecho a una vida libre de violencia física, psicológica, sexual o patrimonial, particularmente cuando por razón de género el agresor cometa prácticas discriminatorias, agresiones físicas o psicológicas.
Sin embargo, Norma Cruz, de la Fundación Sobrevivientes, tiene sus dudas sobre la posibilidad de que prospere este anteproyecto de Ley. "Si no sale antes de las elecciones no se aprobará. Ahora es un tema que interesa para ganar votos", dice esta luchadora por los derechos de las mujeres, para quien faltan más diputadas como Myrna Ponce, "comprometidas" con los Derechos Humanos de las mujeres.
'SOBREVIVIENTES'
Norma Cruz no quiere ser pesimista pero recuerda que Guatemala, como en muchas partes de América Latina, predomina una cultura "muy machista y patriarcal", con un Congreso de la República formado en su mayoría por hombres, con sólo 14 mujeres diputadas de un total de 154. "Hay que ser realistas, estamos en desventaja", añade.
Sobrevivientes nace a partir de una experiencia personal de Norma de búsqueda de justicia, que como en tantos otros lugares del planeta se fue encontrando a su paso mujeres víctimas de violación, niñas victimas de abusos deshonestos, casos de incesto y jóvenes violadas que quedaron embarazadas, todas buscando justicia.
Esta asociación presta apoyo a mujeres víctimas de violencia y a familiares de mujeres asesinadas en tres áreas esenciales: acceso a la justicia, atención psicológica y programas de acompañamiento y asistencia económica. La idea es ofrecer a la víctima una abogada que le acompañe en el proceso legal, atender psicológicamente los traumas asociados a la experiencia sufrida, y enseñar y educar que la violencia no es algo normal y que puede ser denunciado.
"La violencia no debe ser parte de nuestra vida diaria porque no es normal y porque todas tenemos derecho a vivir sin violencia, sin temor, y a romper el silencio", explica a Europa Press Norma, que hace un par de años fue una de las mujeres que formó parte de una iniciativa para que 1.000 mujeres del mundo que trabajan por la paz desde distintos ámbitos optaran al Premio Nobel de la Paz.
FALTA DE RECURSOS
En la actualidad Sobrevivientes cuenta sólo con una partida de 250.000 dólares aprobada por el Congreso gracias a las gestiones de Myrna Ponce. Aunque está previsto que pueda renovarse cada año, "en cualquier momento puede desaparecer", según critica Norma Cruz, quien recuerda que el año pasado pasaron por su centro 600 mujeres y que en todo el país sólo hay otros tres albergues para mujeres.
"Los recursos no dan para mucho y a veces me pregunto cómo podemos hacer tanto con tan poco pisto (dinero)... y entonces empiezo a creer en el milagro de la multiplicacion de los panes y los peces", dice entre risas la directora de esta asociación, en la que trabajan 35 personas.
Cruz asegura tajante que la violencia de hoy está vinculada a la del pasado. "Hoy los cadáveres aparecen con los mismos signos de tortura", reconoce. Pero también tiene claro que ahora las mujeres tienen más miedo. "En esa época los asesinatos eran selectivos y sabíamos por donde venía (el agresor). Ahora no sabemos por donde llegará el verdugo, porque muchas veces está en casa", explica.
"Por eso el mensaje que tenemos que trasladar a nuestras mujeres y niñas es que es posible romper el silencio y encontrar justicia, y a nuestros verdugos que sepan que sus actos violentos tendrán consecuencias y que sus crímenes no quedarán en la impunidad. Hay que cambiar esa mentalidad tan arraigada de que 'yo violo, yo maltrato, yo asesino, y no me pasa nada'", concluye.