BOGOTÁ, 9 May. (Notimérica) -
El próximo día 27 de mayo se celebrará la primera vuelta de los comicios presidenciales de Colombia, que según los últimos datos obtenidos previsiblemente no dará lugar a ningún vencedor.
Los candidatos, Iván Duque, Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Germán Vargas Lleras y Humberto de la Calle, se enfrentarán en unas elecciones marcadas por una transición histórica en Colombia tras el fin de la violencia armadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Pero, además de esto, tanto las elecciones como el desarrollo de las mismas estará marcado por una serie de puntos clave basados en el entorno político y social, así como en el contexto internacional, que podría explicar el ejercicio y comportamiento del electorado colombiano.
1. ACUERDO DE PAZ, LA FARC Y ELN
La sustitución del actual presidente del país, Juan Manuel Santos (del Partido Social de Unidad Nacional) está enmarcada en una fuerte disputa ideológica entre el uribismo y la izquierda colombiana. El está constituido y reflejado en todo lo que ha supuesto la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC, y en lo que influyen los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
La presencia en el país andino de guerrillas y grupos paramilitares ha marcado la historia contemporánea de Colombia, por ende la vida política de este Estado no está exenta de representaciones cercanas a dichos grupos y de férreos opositores a los mismos. El caso más actual y conocido es el de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), partido político conformado por las filas de la exguerrilla a raíz de la firma de la paz.
El anuncio de las negociaciones entre el Ejecutivo de Santos y las FARC fue celebrado tanto a nivel nacional como internacional, viéndose incluso con buenos ojos la llegada de un pacto entre ellos poco después. Sin embargo, sorprendentemente hubo una mayoría que dejó claro mediante un referéndum que el Gobierno de Santos había dejado demasiadas concesiones a la exguerrilla, considerando la existencia de demasiada impunidad.
La violencia ejercida sobre los militantes del partido durante la precampaña y el poco apoyo electoral recibido en los comicios municipales del mes de marzo llevaron a que la cúpula del partido decidiera retirar de su candidatura presidencial a Rodrigo Londoño 'Timochenko', contando la FARC los próximos cuatro años con la representación pactada en el Acuerdo.
Ha sido esencial todo este proceso para afianzar la andadura (o retorno cuasi-oficial) del uribismo, una de las vertientes políticas tradicionales del país y que estas elecciones persigue la Presidencia a la cabeza. El expresidente Álvaro Uribe --reelegido senador con el mayor número de votos el pasado mes de marzo--, aprobó como su candidato por el Centro Democrático a Iván Duque.
2. URIBISMO VS IZQUIERDA
Si bien Duque indicaba al diario español 'El País' que "no se trata de destruir o hacer trizas los acuerdos", sí considera que "se trata de hacerles modificaciones importantes a aquellas cosas que afectan el Estado de derecho". Asimismo, considera que es muy grave que "que se haya permitido que los cabecillas de las FARC sean candidatos a la Presidencia y al Congreso de la República sin haber dicho toda la verdad, sin haber reparado a las víctimas y sin haber cumplido las penas por los delitos que cometieron", por ejemplo.
Según el último estudio demoscópico cuantitativo de opinión del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), publicado en abril, el candidato de Uribe cuenta con un 34 por ciento en intención de voto. Estos datos le permitirán, presumiblemente, pasar a disputar la Presidencia en el balotaje programado para el 17 de junio contra, también presumiblemente, Gustavo Petro.
Exguerrillero del Movimiento de izquierda M-19 (grupo insurgente desmovilizado en 1990), Gustavo Petro continúa ascendiendo en cuanto a la intención de voto en el país como candidato a la Presidencia por el Movimiento Progresistas. Según la CELAG, el porcentaje de votos que recibiría Petro asciende en abril a un 30,1 por ciento, un 7,2 por ciento más con respecto al último sondeo publicado por esta misma institución en el mes de marzo.
Petro, quien parte con Ángela María Robledo como candidata a la Vicepresidencia, presenta una política basada en un discurso antiestablishment con una serie de propuestas centradas en superar la segregación y la discriminación, fortalecer lo público e incrementar medidas que ayuden a frenar el cambio climático, entre otras cuestiones. Con su discurso inclusivo ha conseguido de crecer de manera continua en las encuestas, en especial gracias a la población más segregada y desfavorecida.
3. ELECCIONES EN VENEZUELA
Sin embargo, Petro cuenta con una desventaja importante respecto a las elecciones: Venezuela. Los comicios presidenciales en el país caribeño tendrán lugar el próximo 20 de mayo, a una semana de la primera vuelta de las presidenciales en Colombia. El resultado en Venezuela, en especial si la reelección de Nicolás Maduro se hace patente, influirá en el resultado que Petro obtenga.
Iván Duque ha mostrado su férrea oposición a Petro, especialmente señalando que su política "populista" se asemeja con la del presidente de Venezuela, asegurando que de ganar "Colombia se convertiría en una segunda Venezuela". Este hecho ha tratado de suscitar miedo entre el electorado colombiano dada la situación de crisis que vive el país vecino, en el que además de vivir en torno a 200.000 colombianos con derecho a voto en su país natal, está sufriendo una salida masiva de ciudadanos con destino a Colombia.
Pero, además, existe el efecto conocido como 'Sorpresa de octubre', el cual denomina un acontecimiento que puede alterar la preferencia del electorado pocos días o semanas antes de los comicios. En este caso, el desarrollo de las elecciones en Venezuela y la repercusión mediática e internacional que suscite implicará una previsible bajada de votos para Petro, quien además apoyó públicamente la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela.
4. VOTO CRISTIANO Y EVANGÉLICO
En el plebiscito por la firma del Acuerdo de Paz celebrado en octubre de 2016 la campaña del 'No' se vio fuertemente apoyada por el colectivo evangélico del país. "Jesucristo es el único que puede traer la paz que tanto anhelamos", decía el futbolista colombiano Daniel Torres a través de las redes sociales, y este mensaje fue el mismo que muchos ciudadanos colombianos asumieron de cara a tomar una decisión sobre tal transcendente momento.
Quedó claro de esta forma la necesidad de tener en cuenta la importancia de los ciudadanos cristianos y evangélicos en Colombia, los cuales también reflejaron en dicho referéndum su malestar con el Gobierno de Juan Manuel Santos en lo referente a la promoción de derechos sociales como el matrimonio homosexual, la adopción para parejas del mismo sexo, el concepto tradicional de familia o la ley del aborto.
"Este sigue siendo un país de ideas conservadoras, con una mayoría católica", dice Carlos Arias, docente en la maestría de Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia al diario español 'El País'. Al respecto, mientras los candidatos conservadores luchan por liderar el modelo que el colectivo cristiano y evangélico promueve, los candidatos progresistas consideran su discurso limitado en cuanto al alcance electoral.
5. ABSTENCIÓN
El próximo 27 de mayo están convocados a las urnas 12 millones de colombianos de entre 18 y 28 años. Esta franja de edad supone un problema de cara a la abstención, pues solo cuatro de cada diez jóvenes ejercen su derecho a voto en Colombia según el Ministerio del Interior de Colombia. Los motivos son varios, pero destaca la poca 'tradición' de votar en el país, así como la desconfianza democrática.
Según el Barómetro de las Américas --llevado a cabo por el Ministerio del Interior de Colombia y el Observatorio de la Democracia de la Universidad de Los Andes-- seis de cada diez jóvenes no confían en las instituciones democráticas y siete de cada diez considera que los gobernantes no están interesados por sus verdaderos intereses y opiniones.
Asimismo, existen diferencias entre el electorado joven de las áreas metropolitanas y de las áreas rurales, por lo general mucho más precario y desligado de la política institucional a nivel nacional. Este último hecho, por un lado, desincentiva la participación de dichas poblaciones en lo que a nivel general se responde, pero además conlleva una tendencia al clientelismo, práctica muy arraigada en las zonas más abandonadas del país.