MADRID, 13 Ene. (Notimérica) -
América Latina vive prácticamente al margen del terrorismo islamista internacional, más allá de algún incidente como los atentados de los 90 contra representantes israelíes en Argentina, la preocupación sobre la zona de la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay) o sobre el espacio que proporcionan los Estados fallidos como Haití para la amenaza yihadista.
Buena muestra de la tranquilidad que existe en América Latina por ser la región del mundo donde se han registrado menos atentados de islamistas radicales, es que el pasado domingo los mandatarios latinoamericanos no estuvieron presentes en la manifestación multitudinaria en París en rechazo a los atentados que dejaron 17 muertos esta semana, entre ellos los miembros de la revista crítica Charlie Hebdo; un encuentro que sí reunió a buena parte de los líderes más importantes de Europa y Oriente Medio.
Sin embargo, aunque los grupos de terroristas y militantes islamistas no parecen estar activamente presentes en América Latina, la posibilidad de que desarrollen lazos estratégicos con organizaciones del narcotráfico sí que representa una amenaza importante para la seguridad, según aseguran grupos de expertos como el Real Instituto Elcano.
Los 'Estados fallidos' por la falta de instituciones reales y de seguridad son el caldo de cultivo perfecto para atraer a organizaciones y a yihadistas, por lo que hay una preocupación de que estos aparezcan en Centroamérica. Sin embargo, uno de los mayores peligros para que el yihadismo prospere en la región son sus vínculos con el narcotráfico.
EL VÍNCULO DEL NARCOTRÁFICO CON LOS TERRORISTAS
A pesar de algunos hayan alertado de la presencia de Hezbolá en Cuba o de que voces como el exdiplomático estadounidense Roger Noriefa y José R. Cárdenas de Foreign Policy hayan advertido de la creciente amenaza del grupo libanés en Venezuela, el grupo de investigación InSight Crime indica que esta alarma es "exagerada" o "completamente injustificada".
InSight Crime sugiere que ante la amenaza global del terrorismo quizás es más acertado apuntar a "los apoyos financieros e ideológicos" que grupos como Hezbolá podrían compartir con grandes organizaciones criminales en la región.
En diciembre de 2011, Estados Unidos acusó a un hombre libanés de suministrar cocaína colombiana al Cartel de los Zetas, y poco después fueron acusados varios libaneses con lazos con Hezbolá en Venezuela y Colombia por cargos relacionados con el blanqueo de dinero.
Según el experto en seguridad en Latinoamérica Douglas Farah, los carteles del narcotráfico y los grupos terroristas utilizan los mismos intermediarios para obtener armas, blanquear dinero y mover productos ilegales a través de las fronteras.
Aunque estas conexiones aparentemente son sólo económicas, y hasta ahora parecen ser a corto plazo, también hay indicios de una relación más directa entre carteles de la droga y grupos terroristas, como el presunto plan por la Guardia Revolucionaria Islámica en 2011, para contratar miembros de los Zetas para asesinar al Embajador Saudí en Washington. Aunque el plan nunca llegó a ejecutarse y los detalles eran superficiales y poco precisos, es algo a tener en cuenta.
Por último, la Triple Frontera es objeto de vigilancia por parte de las autoridades estadounidenses, que han advertido que la gran comunidad de inmigrantes árabes que habitan en la zona y las redes de contrabando, narcotráfico e inseguridad de la zona podrían derivar en el desarrollo de organizaciones como Al Qaeda y Hezbolá, que están presentes en la región, y en el despertar de células durmientes.
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