Por Pablo Abiad y Santiago Rossi, socio y director general y director de asuntos públicos, respectivamente, de LLORENTE & CUENTA Buenos Aires.
MADRID, 18 Mar. (Notimérica) -
Mauricio Macri, durante el proceso electoral, concentró todo su esfuerzo en posicionarse como el candidato que encarnaría un cambio profundo respecto de su predecesora Cristina Fernández de Kirchner.
Desde su investidura el 10 de diciembre de 2015, ha reforzado esa orientación con medidas que apuntan a normalizar la economía, no sin dificultades, y la institucionalidad del país para dejar atrás 12 años de populismo.
Es una tarea que el presidente Macri debe encarar en un contexto en el que el margen político no es tan holgado como el que disfrutaron Cristina Kirchner y su esposo. Por un lado, el Congreso está lejos de ser dominado por el oficialismo. Y por otro, los valores internacionales de los productos primarios que Argentina vende al mundo están hoy por el piso.
La relación de fuerzas en el Congreso no es totalmente favorable al oficialismo (Cambiemos). La ventaja que tienen el macrismo y sus aliados radica en que el bloque peronista está dividido, con lo que la capacidad de daño del kirchnerismo ha quedado disminuida. Sobre esas fisuras está trabajando.
El primer test será el paquete de leyes que enviará el Gobierno para que se deroguen normativas que impiden pagarles a los holdouts y se apruebe la oferta económica que les hizo el Gobierno para terminar de pagar de una vez por todas la deuda en situación de default. Los senadores de la oposición, o al menos buena parte de ellos, parecen dispuestos a avalar el proyecto oficial porque con la salida del default varias provincias podrán salir a colocar deuda para financiar sus propias necesidades.
Otro giro drástico que aplicó Macri desde el inicio de la gestión fue en las relaciones internacionales. En lo que va de su gestión ya asistió al Foro de Davos --donde fue uno de los presidentes que más atención captó-- y recibió en el país las visitas de los primeros ministros de Italia y Francia; como espaldarazo definitivo a su política exterior, Macri recibirá en Buenos Aires al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien llegará al país luego de su histórica visita a Cuba.
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