MÉXICO DF, 2 Nov. (Reuters/Notimérica) -
Los mexicanos visitaban el domingo los cementerios para depositar ofrendas con flores y comida en las tumbas de sus muertos, en una tradicional conmemoración que algunos aprovecharon para protestar por la desaparición de 43 estudiantes en medio de un repunte de la violencia.
En el Día de Muertos, muchas familias suelen comer alrededor de los sepulcros de sus seres queridos, con la creencia prehispánica de que ellos regresan para disfrutar de los festejos, que suelen amenizar con música de mariachi. Otros colocan en sus casas y trabajos altares con fotografías y la comida preferida de sus difuntos para recordarlos en su día.
Pero este año la celebración se convirtió además, en una protesta por la desaparición a manos de policías de un grupo de alumnos de una humilde escuela rural del estado de Guerrero, en uno de los peores episodios de la violencia que sacude al país desde hace años y que recrudeció en las últimas semanas.
"Es una manera de decir que aquí estamos. Yo me siento indignado y con mucha impotencia", dijo Arturo Maldonado, un escultor de 49 años que colocó libros para los estudiantes en un pequeño altar que forma parte de un festival por el Día de Muertos organizado en la capital del país.
En la emblemática Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estudiantes y profesores colocaron ofrendas exigiendo el regreso a casa de los jóvenes, de quienes nada se sabe desde que fueron detenidos a finales de septiembre por órdenes de un alcalde que temía que la manifestación que realizaban arruinara un encuentro político.
Los jóvenes fueron atacados por policías en la ciudad de Iguala y entregados a sicarios después de una protesta en la que habían tomado autobuses para juntar dinero para la escuela de magisterio de Ayotzinapa a la que asistían. En el enfrentamiento dos muchachos murieron tiroteados y otro más fue encontrado muerto más tarde con el rostro desollado.
ALTARES REFLEJAN INDIGNACIÓN
El Gobierno ha reconocido que el episodio representa el peor dolor de cabeza con el que ha tenido que lidiar el presidente Enrique Peña Nieto desde que asumió en 2012, en una crisis que obligó en octubre al gobernador de Guerrero a dejar su cargo y ha conmocionado a varios sectores del país.
En uno de las altares, los retratos de los estudiantes descansan entre calaveras de ornato y típicas flores de cempasúchil, de un intenso color naranja.
"Esta es una ofrenda a la Justicia y un reclamo a la paz", reza otro de los altares dedicado a los jóvenes y con la imagen de una paloma que yace herida de muerte. "Aquí el Gobierno mata", clama otra de las ofrendas, en la que varias sillas vacías recuerdan la ausencia de los estudiantes desaparecidos.
"Aunque aparezcan vivos, nosotros sentimos que con este suceso una parte de México se está muriendo", dijo Catalina Heredia, una profesora de la norteña ciudad de Tijuana, que aún no se recupera de una ola de crímenes ligados a una guerra entre los cárteles de la droga que vivió su peor momento en 2009.
En su colegio, ubicado muy cerca de la frontera con Estados Unidos, alumnos y maestros colocaron un altar monumental dedicado a los estudiantes, con calaveras de dulce y esqueletos de papel.
Personas indignadas también colocaron ofrendas para los 43 desaparecidos en estados como Oaxaca.
"Para nosotros Ayotzinapa representa a todas las personas que han muerto en el país", añadió Heredia.
Más de 100.000 personas han sido asesinadas desde que el expresidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra el narcotráfico que fragmentó los cárteles a finales de 2006. Desde entonces al menos 2.000 cadáveres han sido hallados en fosas clandestinas.
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