NUEVA YORK, 16 Nov. (Notimérica) -
El sistema de medida para acercarse al drama social que supone un conflicto bélico suele ser el número de pérdidas humanas que dicha guerra en el país afectado. La Guerra de Secesión estadounidense es hasta la fecha el conflicto más sangriento en territorio americano. Se estiman que murieron 750.000 personas, durante los cuatro años de conflicto. No obstante, el historiador Ted Widmer defiende que la pérdida medioambiental fue igual de catastrófica.
Según recoge 'The New York Times', existe una nueva corriente historicista que explica el desastre natural que supuso tan significativo conflicto. Widmer entiende que toda guerra significa una catástrofe para la naturaleza, ahora mediante el análisis de documentos de los protagonistas de la Guerra de Secesión se conoce la devastación real que supuso el enfrentamiento.
"Devoramos la tierra", llegó a escribir el general de la Unión, William T. Sherman, en una carta personal, y es que el conflicto en muchos casos se convirtió en una guerra contra los civiles y las áreas rurales.
Así, en su marcha hacia el sur, las tropas patriotas arramblaron con factorías, granjas y el medio natural. Al icónico general Ulysses Grant se le atribuye la lapidaria frase: "hay que comerse Virginia, y barrerla a nuestro paso. Así, los cuervos cuando planeen buscando los restos tengan que llevar su propio forraje".
La industria bélica supuso un drama para el medio natural estadounidense, la tala de arboles se convirtió en una constante para la construcción de traviesas de ferrocarril, creación de vías de comunicación y todo lo relativo a industria naval. Se calcula que la guerra acabó con una población de dos millones de árboles.
Ambos bandos consumían 400.000 acres de bosque en uso de leña cada año, sembrando un paisaje desolador a lo largo del paso de las tropas. La repercusión de la destrucción forestal pronto se puso de manifiesto.
EXTINCIÓN DE AVES, SOBREPOBLACIÓN DE INSECTOS
Los insectos camparon a sus anchas en el medio rural durante el periodo de guerra. Los ejércitos talando masivamente los bosques americanos destruyeron el 'habitat' de aves, murciélagos y otros depredadores que se alimentaban de insectos, al desparecer los primeros, la población de insectos se multiplicó.
Los regimientos no solo lucharon contra las tropas enemigas sino también contra las legiones de mosquitos, moscas, garrapatas, ácaros o gusanos. Se calcula que más de 1.3 millones de soldados de la Unión sufrieron picaduras de mosquitos y se vieron afectados por malaria y fiebre amarilla.
Los campamentos militares se convirtieron en un pozo de insalubridad y las enfermedades relacionadas con la falta de higiene mellaron a las tropas mas que la propia guerra. Las ratas tenían una presencia abundante en ambos ejércitos así como los gérmenes e intoxicaciones que traían consigo. 1.6 millones de soldados sufrieron diarrea y disentería.
Por último, el daño a la fauna animal fue evidente en el uso militar de caballos y mulas. Se especula con que dos millones fueron usados en el conflicto y por lo tanto damnificados por la crueldad de esta.
No está registrado que hubiera ninguna extinción animal durante el periodo bélico, no obstante, expertos relacionan la extinción de la paloma pasajera, una especie autóctona de la llanura americana, al auge armamentístico tras la guerra de Secesión.
Fusiles como los 'Winchester' o revolver como los 'Colt' se popularizaron sobremanera entre los veteranos de guerra. En 1871, se fundó la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) que defiende el uso de armas y que tuvo a Ulysses Grant como uno de sus promotores. En 1914, se extingía oficialmente esta especie de ave al morir el último ejemplar en el zoo de Cincinnati.