Actualizado 18/02/2017 07:19

¿Sigue dependiendo la economía chilena del cobre?

Minera Antofagasta
WIKIMEDIA

   CHILE, 18 Feb. (Notimérica) -

   En la actualidad, Chile es la quinta mayor economía de todo América Latina en términos de Producto Interior Bruto (PIB) y tiene la renta per cápita más elevada de la región latinoamericana. Su posición se debe principalmente a un solo elemento: el cobre. Sin embargo, este metal ha provocado una dependencia económica a las exportaciones que, de nuevo, ha llevado al país a una recesión económica y financiera en los últimos años.

   A pesar de la modernización y transformación económica que Chile ha protagonizado en la última década, la minería sigue siendo una de las principales actividades de su economía, aportando un 11.2% del PIB nacional y siendo el área con mayor inversión extranjera, con un 33.3% del total. Dentro de la extracción de minerales, los yacimientos de cobre son la fuente principal de las arcas del país y suponen cerca del 52% de las exportaciones nacionales.

   De la misma manera que a comienzos del siglo XX, la supeditación económica a la venta exterior ha conducido a Chile a una época de recesión. Si el cobre fue el metal que, históricamente, permitió al país y a su sociedad superar la Gran Depresión de 1929 y la crisis salitrera, la más grande conocida en la historia chilena, actualmente ha sido el principal causante de las políticas de ajuste anunciadas por la presidenta de la nación, Michelle Bachelet.

    A pesar de ello, tal y como se publicaba en el estudio 'Escenarios del Desarrollo Minero en Chile al 2035', realizado en el año 2016 por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Chile, el cobre seguirá siendo la base del PIB del país. Según dice el documento, es necesario que Chile reduzca su dependencia a las exportaciones, pues "la minería no va a volver a aportar del 25% a 30% del presupuesto fiscal ni volverá a ser una parte tan alta del PIB como en 2006 y 2012, pero tiene muchos efectos positivos sobre la economía".

   De esta manera, y teniendo en cuenta el peso que el cobre sigue y seguirá teniendo en la economía chilena a medio plazo, su estabilidad y supervivencia futura pasan por la creación de planes y medidas que favorezcan la diversificación de su producción interna y sus exportaciones, de la misma manera que será necesaria la creación de proyectos adecuados que permitan la permanencia de Chile a la cabeza del mercado internacional del cobre.

EL "ORO" ROJO DE CHILE

   Chile posee un tercio de la oferta mundial del metal rojo, representando un 38% de las reservas mundiales, cuya utilidad es primordial en diversos sectores: desde la construcción de viviendas, instalaciones eléctricas o manufactura de aparátos tecnológicos de última generación. Además, el territorio chileno cuenta con la mina subterránea más grande del mundo: el yacimiento de Chuquicamata, situado a 15 km al norte de Calama, en la región de Antofagasta.

   Según el Banco Mundial, Chile ha sido una de las economías de más rápido crecimiento en toda la región de América Latina, protagonizando sus mayores auges entre los años 2010 y 2012, aunque en el año 2005 el país ya tenía el 35% de la producción global del metal.

   Durante esos años, la exportación masiva del metal rojo iba de la mano con el buen ritmo de crecimiento que protagonizaba la economía China. El gigante asiático se había convertido en el mayor comprador de cobre del mundo, adquiriendo hasta un 60% de la oferta mundial de dicho metal y haciendo ascender su precio, que llegó a situarse en el los cuatro dólares por libra de media en el año 2011.

   De esta manera (y junto con otros países pertenecientes a la Alianza del Pacífico, como Perú) Chile conseguía establecer como principal socio comercial al gigante asiático y, desde el año 2005 hasta el 2013, beneficiarse de su constante demanda y de los precios del cobre que, salvando la época de crísis financiera mundial de los años 2008 y 2009, prácticamente se triplicaron.

RECESIÓN

   Sin embargo, entre los años 2014 y 2015, la economía de Chile comenzó a vivir una desaceleración progresiva. Por una parte, la difícil recuperación a la que se ha visto sometido el comercio internacional tras la recesión económica y fiscal de nivel mundial, ha provocado la caída de los precios del cobre, fijado por la Bolsa de Metales de Londres (BML).

   Si hablábamos de que en el año 2011 el precio de este metal rondaba los cuatro dólares por libra, la Bolsa de Metales de Londres cerraba en el año 2015 el precio del cobre más bajo desde el 2008, cifrando su caída en más de un 23% en un solo año. Caída que continuó en 2016, cuando la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) situaba el valor monetario del metal sobre los 2,15 dólares por libra de promedio.

   Todo ello se sumó al descenso de las importaciones chinas, cuya economía no goza del mismo ritmo que a comienzos de la década y esto se ha visto reflejado en la adquisición de materias primas, como el cobre. Las autoridades chilenas rebajaban el pasado año del 2,3% al 1,8% los datos de estimación del crecimiento de la demanda de dicho metal (lo que equivale a 23,1 millones de toneladas métricas de cobre), especialmente como consecuencia de la reducción de la demanda china, brasileña y rusa.

   De esta manera, el país pasó de tener un superávit fiscal del 0,5% del PIB en el 2013 a un déficit del 2,1% en el 2015, lo que hizo anunciar a las autoridades del gobierno de Michelle Bachelet un ajuste fiscal de 380.000 millones de pesos (540 millones de dólares), equivalente a un 1% del presupuesto de la nación en 2016. Las medidas llegaban después de que el presupuesto elaborado para el 2016 se hubiera realizado bajo una proyección del valor internacional del cobre de 2,98 dólares por libra, que posteriormente sería corregida a 2,57 dólares por libra.

    Las consecuencias a nivel social de la recesión económica afectan principalmente a las tasas de desempleo, en particular a los puestos de trabajo relacionados con el sector minero: al menos tres empresas que operan en la extranción de minerales en Chile comenzaron el pasado año a llevar a cabo ajustes entre sus plantillas, entre ellas Minera Escondida (controlada por la minera global BHP Billiton), la mina de cobre más grande del mundo, la cual despidió a un 2,4% de sus trabajadores de plan a principios del pasado año.

   De la misma manera, la situación ha hecho que la posición de Chile en el mercado internacional se vea amenazada, especialmente por las economías con peso en el ámbito metalúrgico como las de Perú, China, Estados Unidos, Australia, o de países del conocido 'cinturón africano del cobre', como Zambia o República Democrática del Congo.