CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 24 Ene. (Notimérica) -
La relación económica, así como el acercamiento político, de Estados Unidos con México se encuentra basada principalmente en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)- o North American Free Trade Agreement (NAFTA)-, firmado por Canadá, Estados Unidos y México en el año 1992, entrando el acuerdo en vigor el 1 enero de 1994. A partir de ese momento, comenzaba para Norteamérica una era de intercambio comercial regulado que tenía como finalidad acabar con las barreras aduaneras entre los tres países, los cuales además presentan notables movimientos de población entre sus fronteras.
Desde su puesta en marcha, el documento ha suscitado tanto elogios como críticas, especialmente en alusión a la diferencia de los beneficios aportados por dichas directrices a México. Sin embargo, el desarrollo de las políticas económicas fijadas por el acuerdo han llevado a la necesidad de su continuidad para el país iberoamericano, que actualmente se encuentra sumergido en una situación de inestabilidad financiera que, como consecuencia, hace tambalear al ámbito político y social.
A raíz de la candidatura y posterior llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, las amenazas sobre la renegociación y posible fin del acuerdo comercial se acrecentan. El líder estadounidense anunciaba en su toma de posesión la necesidad de reunírse con los mandatarios canadiense y mexicano, Justin Trudeau y Enrique Peña Nieto respectivamente, para elaborar un nuevo plan que postule como prioridades las cuestiones de inmigración y seguridad de la frontera.
De esta forma, Trump propone establecer un arancel del 35% a las exportaciones de México a Estados Unidos, que en 2016 supusieron un 30% del PIB de México. Así mismo, y tal y como dejaba claro a lo largo de su campaña, una de las propuestas principales de su programa electoral es acabar con la inmigración en Estados Unidos, la cual se nutre notablemente de ciudadanos de origen iberoamericano y, principalmente mexicano. Para ello, anunciaba la construcción de un muro que dificulte la entrada de migrantes a través de su frontera con México por vía ilegal y la repatriación de miles de residentes latinos en Estados Unidos.
A la espera de que estas ideas políticas de Donald Trump puedan cristalizar, el Estado de México ya se ha enfrentado a las primeras consecuencias. La divisa mexicana, octava monera con mayor circulación mundial dada su liquidez, ha perdido un 12% de su valor y el Banco Central de México se ha visto obligado a subir su tipo de interés hasta el 4.75% para paliar las presiones inflacionarias provocadas por la llegada de Trump a la Presidencia.
Dichos efectos podrían aumentar hasta niveles insospechados de cumplirse todas las promesas electorales del mandatario republicano, afectando no solo a la economía del país, sino también a su sociedad y a su ya cuestionado sistema político e institucional.
POSIBLES CONSECUENCIAS DE LA RENEGOCIACIÓN DEL TCLAN
Desde inicios del siglo XX, México es un país cuya economía se nutre en mayor medida de la exportación de petróleo y gas natural extraídos en la Costa del Golfo, representando su venta un 18% de los ingresos públicos mexicanos. Los destinos de los hidrocarburos exportados son principalmente los Estados Unidos y Canadá, por lo que el posible fin del tratado comercial, sumado a los bajos precios del combustible petrolífero de la actualidad, sería para el país iberoamericano una combinación fatal.
Con una abultada deuda pública, la cesión de exportaciones hacia sus vecinos del norte (que suponen un total del 80%) provocaría en México una importante recesión económica y financiera en un momento en el que el crecimiento económico del país no supera de media el 2,5% desde el año 1994, cuando el NAFTA entró en vigor. Se debe tener en cuenta que el comercio bilateral entre EEUU y México supuso, gracias al tratado, unos 583.000 millones de dólares para el país iberocamericano, más del cuádruple del aportado en 1993.
Por otro lado, el TLCAN significa para México un alto índice de importaciones, un 70% de ellas de bienes intermedios. Desde la década de los años 60, el comercio exterior estadounidense ha triplicado el porcentaje de PIB gracias a las exportaciones llevadas a cabo en el marco de tratados de libre de comercio. Por esta razón, de llevarse a cabo las medidas proteccionistas hacia México de Donald Trump, los estadounidenses se enfrentarían a la pérdida de 3.5 millones de empleos en todo el país, dato que ofreció la Cámara de Comercio de EEUU.
La cifra se postula especialmente preocupante para los trabajadores no cualificados de la industria de Estados Unidos, entre los que se encuentran millones de ciudadanos mexicanos residentes en territorio estadounidense, mayoritariamente de manera ilegal. Las grandes olas migratorias llegadas desde México hasta los Estados Unidos a lo largo de las últimas décadas han engrosado las listas de latinos residentes en el país, cuyo nivel económico permite el envío de remesas hacia sus países de origen. Dichas partidas de dinero desde Estados Unidos constituyeron en el año 2015 unos 25.000 millones de dólares, los cuales han permitido la supervivencia económica de miles de familias en territorio mexicano.
Por su parte, uno de cada tres puestos laborales en México depende de alguna manera del acuerdo. La interdependencia y translocalización de las fábricas mexicanas y estadounidenses por el acuerdo económico permiten el mantenimiento de trabajadores a un lado y otro de la frontera, así como favorece las condiciones arancelarias y las inversiones extranjeras. A pesar de ello, el salario medio de un trabajador mexicano de una empresa estadounidense es menor que el mínimo ofrecido en EEUU.
Ésto último ha facilitado la imposición competitiva de los Estados Unidos frente al resto del mundo dentro del comercio internacional, de la misma manera que las nuevas tecnologías de las que dispone pronuncian las dificultades a las que México debería enfrentarse de no contar con el acuerdo comercial.
DEFENSA DE MÉXICO
De llevarse a cabo la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, los Estados Unidos podrían igualmente verse afectados en muchos ámbitos. Desde las ya nombradas pérdidas de empleo y beneficios económicos por el retorno de empresas translocalizadas en México, hasta las posibles repercusiones sociales que el proteccionismo estadounidense puede provocar en todo el pais.
Del mismo modo, la desvinculación de México con sus vecinos norteamericanos no solo abriría un nuevo panorama regional en todo América Latina, sino que además permitiría la entrada en territorio americano del gigante asiático. China podría ofrecer a los mexicanos un pacto comercial con niveles de exportación e importación similares a los actualmente estipulados, lo que pondría a EEUU en la carrera económica mundial al lado de un competidor de su misma talla.
Igualmente, el potente mercado de producción agrícola de México, posicionado mundialmente detrás de China y Canadá, permitirían al país latino tomar ventaja por la imposición a EEUU de una arancel del 38.4% frente al 0% que establece el acuerdo comercial. Dados los convenios entre México y la Unión Europea (UE) o Japón, las compañías mexicanas adelantarían a los productores estadounidenses en este ámbito y podrían suponer un problema económico para sus vecinos.
Así mismo, serían varias las medidas legales que desde México podrían tomarse en caso de que Donald Trump echara abajo el tratado, como la imposición de una denuncia al gobierno estadounidense frente a la Organización Mundial del Comercio (OMC) por la violación de las normas por una subida unilateral de los aranceles, lo que incluso podría llevar a la salida de EEUU de la institución.
En cualquier caso, una guerra entre Estados Unidos y México no reportaría mayores beneficios económicos a corto y medio plazo para Estados Unidos y, claramente, tampoco para México. Por ello, queda esperar que la visita de Enrique Peña Nieto a la Casa Blanca el próximo día 31 de enero suponga un acercamiento político y económico de larga duración, como Peña Nieto ya ha procurado en sus conversaciones con el mandatario canadiente, Justin Troudeau.