BUENOS AIRES, 25 Jun. (Notimérica) -
"Argentina está ahora más apta que nunca para ser sede del torneo". Esas fueron las palabras pronunciadas por el presidente de la FIFA, el brasileño João Havelange, que sentenciaron el inicio del Mundial de Fútbol de 1978 en Argentina. Con ellas se dio el pistoletazo, nunca mejor dicho, de salida al campeonato que llevó al estrellato a la selección argentina de fútbol. Pero también fue el momento en el que el deporte legitimó una dictadura de Jorge Rafael Videla y le cedió aún más poder.
"Mientras se gritan los goles, se apagan los gritos de los torturados y de los asesinados", dijo la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, en el documental 'La Historia Paralela', al referirse a los acontecimientos de aquel año. Según indica el periodista de 'The New York Times' Ezequiel Fernández Moores, fueron 50 los desaparecidos durante aquellos días del mes del Mundial, nueve de ellos mujeres embarazadas.
Y es que mientras aficionados argentinos y de todo el mundo celebraban y seguían con fe cada uno de los movimientos de aquel balón --que sufrió un cambio revolucionario con la aparición de la Adidas Tango, un modelo con mayor impermeabilización que los diseños anteriores y que continuaría utilizándose en el siguientes cinco mundiales--, las abuelas y madres de desaparecidos por la dictadura continuaron buscando a los suyos, muchos de ellos secuestrados a tan solo 700 metros del estadio Monumental de River Plate, lugar que acogió entre otros los partidos aquel año, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
EL MUNDIAL DEL TERROR
La FIFA había elegido a Argentina como sede de la Copa del Mundo de Fútbol de 1978 el día 6 de julio de 1966, momento en el que el país sudamericano estaba gobernado por un régimen constitucional. Pero dos años antes del Mundial del 78, el 24 de marzo de 1976, el gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón fue derrocado por el golpe de Estado cívico-militar de Jorge Rafael Videla.
Desde el día que tomó el poder, la junta militar dio máxima prioridad a la organización de la Copa del Mundo. El objetivo, lejos de ser únicamente lo referente a lo deportivo, fue utilizar el evento para obtener una buena imagen del régimen y así obtener apoyo internacional. Además, el foco mediático estuvo centrado en el desarrollo del evento, lo que permitió que se taparan violaciones de derechos humanos, desapariciones y asesinatos enmarcados en la dictadura. "Duele saber que fuimos un elemento de distracción", dijo Osvaldo Ardiles, exjugador de la Selección argentina, años después del Mundial.
Los jugadores también fueron objeto de la propaganda de la dictadura, más cuando estos ganaron el campeonato y convirtieron a Argentina en campeona del mundo de fútbol, el 25 de junio de 1978, hoy hace 40 años. De hecho, no fueron únicamente los jugadores argentinos los que sufrieron las consecuencias de la dictadura durante aquellos días. A pesar de que no se ha podido demostrar hasta el momento, la goleada 6-0 de Argentina a Perú en semifinales, la cual permitió que Argentina pasara a la final contra Holanda, continúa siendo una mancha en la historia de los mundiales de la FIFA.
Si bien ninguno de los jugadores peruanos admitió haber recibido un soborno en aquel partido, sí es conocido que Videla visitó su vestuario poco antes del partido. Asimismo, tan solo 15 días después de que Argentina consiguiera pasar a la final, el gobierno de Videla otorgó a Perú una donación económica no reembolsable, algo que aparece documentado en la obra 'La Historia Paralela'.
CORRUPCIÓN
El triunfo de la organización y del equipo argentino, como ya pasó con los Juegos Olímpicos en la Alemania gobernada por Adolf Hitler en 1936, pretendieron generar un mayor consenso sobre el proyecto que imponía el Gobierno y generaron cierto silencio durante unos meses. Pero no fue el único caso de corrupción que pudo generar la celebración del mundial, en el cual Argentina gastó 517 millones de dólares estadounidenses, más del cuádruple de lo declarado por España en la edición de 1982, aunque según 'Clarín' la suma llegó a 700 millones de dólares, diez veces más de lo pactado.
Desde la organización y celebración del evento, y contando con el apoyo crucial que João Havelange mostró, se ha sospecha de la presunta recepción de sobornos que este recibió del gobierno de Videla, así como de tener negocios ilegales con el capitán Carlos Lacoste, jefe de la organización del Mundial después del asesinato --orquestado supuestamente por el mismo Lacoste-- del general del Ejército Omar Actis, a quien se le encargó la organización del Mundial del 78 en un primer momento.
BOICOT
En 1977, un año antes de la celebración del Mundial, varias organizaciones lanzaron un boicot contra la organización del evento desde el extranjero con el objetivo de denunciar la constante violación de los derechos humanos que se estaba viviendo en el país sudamericano, entre ellas, Amnistía Internacional promovió la campaña 'Fútbol Sí, Torturas No'. En Francia, donde se orquestó la mayor parte del boicot --tiempo antes 22 ciudadanos franceses habían desaparecido en Argentina y entre ellos se generó el escándalo de las religiosas francesas Alice Domon y Léonie Duquet--, a finales de 1977 se fundó el Comité de Boicot contra el Mundial de Fútbol en Argentina (COBA).
La organización, presidida por el periodista francés Francois Geze e integrada por 40 personas --siete de ellas argentinas--, estuvo impulsada principalmente por tres organizaciones francesas: el Comité de Apoyo a las Luchas del Pueblo Argentino (CALPA), el grupo École Emancipée y la ONG Quel Corps? (crítica del deporte mercantilizado), las cuales se agruparon bajo el lema 'No al fútbol entre los campos de concentración'. Además de publicar el periódico 'L'Equipe', con el que pretendieron concienciar a la población de los hechos ocurridos en Argentina, en febrero de 1978 representantes de organizaciones de derechos humanos de Alemania Federal, Dinamarca, España, Holanda, Suiza y Suecia, viajaron a París para coordinarse con ellos y producir una carta para las federaciones deportivas en las que se pedía que no avalaran a la dictadura presentándose a jugar.
Sin embargo, la respuesta de la dictadura --que junto con los medios de comunicación llevó a cabo un 'lavado de cara' del régimen-- y la importancia del evento a nivel deportivo, mermó la denuncia y la llamada al boicot. A pesar de ello, la presencia de medios extranjeros en el país sirvió para la difusión de la lucha de colectivos como las Madres de Plaza de Mayo.