QUITO, 24 Jun. (Notimérica) -
Vivió la I y la II Guerra Mundial, la Guerra del Chaco y la de las Malvinas, la revolución cubana, el gol de la mano de Dios... Y casi todo lo que sucedió en el último siglo. El 'Solitario' George, la última tortuga gigante de su especie, falleció el 24 de junio de 2012 tras más de 100 años de vida. La especie Chelonoidis abingdonii se extinguió con él de forma irremediable. Sin embargo, unas nuevas tortugas aparecidas en Galápagos tienen parte de su ADN, abriendo un nuevo camino para la preservación.
Las islas Galápagos fueron descubiertas en 1535 por exploradores españoles. Desde aquel momento destacaron por su biodiversidad y, sobre todo, por su población de tortugas. Charles Darwin visitó las islas en varias ocasiones, convirtiéndose los animales que habitaban en ellas en el eje de su Teoría de la Evolución. De las 250.000 especies de tortugas que moraban allí, solo quedaban 3.000 en 1970. La colonización de la isla, la agricultura y la persecución por su carne fueron los factores que menguaron a la población.
'Solitario' George fue descubierto en 1971 no se sabe si por un grupo de pastores o por unos biólogos en la isla Pinta. Su especie se creía extinta desde principios de siglo, por lo que fue capturado y trasladado a la Estación Científica Charles Darwin, donde permaneció el resto de su vida. Durante años se intentó que se apareara con varias hembras, pero los huevos nunca fueron fértiles.
Falleció de un paro cardíaco el 24 de junio de 2012 mientras iba a beber agua. Su muerte supuso y antes y un después en la concienciación y conservación de la biodiversidad. Su cuerpo se conserva embalsamado en el complejo científico. En una habitación específicamente creada para ello, todos los visitantes pueden observar a la tortuga que se convirtió en el símbolo de Galápagos y de todo Ecuador.