CIUDAD DE MÉXICO, 16 May. (Notimérica) -
Además de ser reconocido mundialmente por su obra literaria, Juan Rulfo realizó numerosos trabajos como fotógrafo y en los últimos años ha generado gran interés. No se trata de una afición accidental, su legado comprende un archivo de más de 6.000 negativos.
Tomaba fotos a la vez que su trayectoria literaria se desarrollaba. No existe ninguna relación evidente excepto porque sus tomas bien podrían ser los escenarios que describe en sus cuentos.
Además, los eruditos rulfianos han llegado ahora a un nuevo consenso: Victor Jiménez, el director de la Fundación Juan Rulfo, declaró que "él mismo dijo que cuando hacía fotos estaba conjugando la realidad, mientras que al escribir creaba ficciones". Por tanto, no queda ninguna duda de que Rulfo tuvo dos grandes pasiones, la literatura y la fotografía, las dos igual de importantes en su vida.
La mayor parte del trabajo fotográfico de Rulfo sucede entre 1940 y 1958. Su imaginario visual se alimentó de los viajes que hacía cuando trabajaba para la Goodrich Euzkadi. De todos esos kilómetros recorridos y carreteras olvidadas se inspiró en la arquitectura, el paisaje o en la gente de pueblo.
Se han organizado numerosas exposiciones y ferias de arte enseñando el gran talento escondido de Juan Rulfo. Algunos expertos aseguran que el valor de su trabajo está muy por encima del mero registro documental porque sus imágenes crecen y tienen una clara intención artística que va más allá de la lógica y llega al plano más sensible.
El escritor aportó una visión poética a cada una de sus fotos, guardando un misterio oculto que se convertiría en realismo mágico, el mismo que inconscientemente le influenció en sus posteriores obras. Juan Rulfo tuvo varias vocaciones y es que a través de la imagen nos hizo leer otras muchas historias que a través de la palabra no pudimos conocer.