LA HABANA, 14 May. (Notimérica) -
Cada pelea de gallos empieza igual, con movimientos que responden a un código de honor parecido a un baile. Los dos gallos están agarrados por sus plumas y son puestos en el suelo de la gallera y ¡que empiece la batalla!. Primero, ambos animales son alzados y se desafían en el aire y en cuanto ponen las patas en el suelo comienza la "lucha a muerte". No hay rounds. Tan solo 10 minutos en los que el gallo más fuerte vence, lo que supone acabar con la vida del adversario.
Entre cervezas, aguardiente, fajos grandes de dinero y al son de la música, se escuchan los gritos eufóricos de los fanáticos que crearon esta tradición popular y legalizada en Cuba y en otros países iberoamericanos como Colombia. Aunque desde el año 1959 cualquier tipo de juego de apuestas está estrictamente prohibido en la isla.
Las peleas de gallos corren por las venas de la tradición cubana, "este es el deporte nacional, es lo más popular que hay aquí en Cuba", afirma un criador de gallos. Lo curioso es que en la isla iberoamericana los llamados reñideros (donde se disputan las peleas de gallos) no son clandestinos. De hecho, son una fuente de trabajo para quienes viven de ello.
El gallero trabaja a tiempo completo y junto con él hay dos personas que se encargan de la crianza del gallo: el entrenador y el dueño de la pista. Durante la semana entrenan y cuidan los gallos, una tarea que les lleva todo el día, desde las seis de la mañana hasta las siete de la tarde. Los fines de semana cuando hay pelea obtienen sus partes de las apuestas si sus animales vencen.
La victoria se alcanza cuando uno de los dos gallos muere, aunque en ocasiones, cuando uno se encuentra en graves dificultades se da por terminada la pelea y se intenta salvar su vida.
Picotazos descontrolados, a matar. Punzadas con los espolones, vuelos sobre el enemigo envolviéndolo con las alas en medio de una lucha que conduce a la muerte. Estas son las armas de los gallos frente a sus iguales. Una riña monumental y sin tregua que suele acabar de la peor manera posible: Una victoria malherida y una pérdida de batalla y de vida.
El público que suele acudir a estas riñas de gallos suele ser heterogéneo en edad y clase social o formación, aunque, por lo general, predominan las personas de ambiente rural.
"Un gallo bueno puede costar hasta cien dólares, pero si es bueno de verdad con él se pueden ganar 600 ó 700. Todos los días los gallos son "corridos" en una sesión de entrenamiento, ya sea con los pequeños golpes que el entrenador les inflige o mediante un pobre gallo "sparring" al que se le larga a la pista con un bozal en el pico", explica el experto.
En definitiva, los gallos se entrenan mediante otro espectáculo cruel: uno no puede defenderse mientras que el otro le va picando el cuello hasta dejárselo en carne viva. "El entrenamiento es como el de un deportista de alto rendimiento. Éste es un centro de alto rendimiento de gallos, incluso Raúl Castro tiene gallos, todos los pinchos gordos tienen gallos allá en Managua (reñidero estatal de La Habana)", indica.
Para unos, las peleas de gallos son una expresión cultural y un deporte tradicional. Para otros, son una muestra de maltrato y crueldad hacia los animales. Aunque por el momento, parece que ni las manifestaciones o el descontento popular puede acabar con este "entretenimiento" en el que se juega con la vida de un animal.