QUITO, 12 Mar. (Notimérica) -
Su sensibilidad para captar el sufrimiento de las clases oprimidas y sus raíces indígenas convirtieron al ecuatoriano Oswaldo Guayasamín en uno de los pintores más apreciados por su manera de reflejar la vida cotidiana y la crueldad de una sociedad en la que prima la discriminación y la violencia, especialmente contra los pueblos indígenas.
Por ello, 17 años después de su muerte, el 10 de marzo de 1999, el artista continúa siendo recordado y homenajeado, tal y como recoge la agencia de noticias 'Andes'.
Guayasamín nació para pintar. Prueba de ello es su infancia, ya que con siete años ya hacía sus primeros trazos y a los 12 ingresó en la Escuela de Bellas Artes, donde sorprendió a sus maestros con sus particulares obras, llenas de amor, pasión, vida y muerte.
En este sentido, sus orígenes y sus experiencias de vida juegan un importante papel en la faceta artística del pintor. Su nombre y ascendencia indígena, la pobreza de su infancia, el asesinato de su amigo, la crisis agobiante de los años 30, la Revolución Mexicana o la Guerra Civil española, logran que Guayasamín asuma una actitud ideológica que se refleja en su concepción plástica.
Entre sus trabajos destaca 'Los niños muertos', una de sus primeras y más impactantes pinturas. En este cuadro retrató a un grupo de cadáveres amontonados, entre los que se encontraba el de su mejor amigo, Manjarrés, quien murió por una bala perdida en la Guerra de los Cuatro Días.
Así, la primera colección de Guayasamín sería 'Huaycayñan', que en quechua significa 'El Camino del Llanto'. Ésta relata la miseria y sufrimiento que vio en los pueblos aborígenes de América Latina durante el viaje que realizó en 1945 desde México hasta la Patagonia. Son 103 cuadros en los que pinta a los pueblos mestizos, indios y negros, con sus expresiones de alegría, tristeza, tradición, identidad y religión.
De viajes como el mencionado, así como los que hizo a China, India, Rusia, Egipto o Grecia, Guayasamín se llenó de experiencias y enriqueció su obra para crear su propio estilo, un arte indigenista contra las dictaduras y abusos de países poderosos e imperialistas; un arte por la paz.
Al respecto, artistas como José Clemente Orozco, Diego Rivera o Pablo Neruda, también contribuyeron en la obra del ecuatoriano.
Más tarde, en 1961, llegaría su colección 'La Edad de la Ira', que muestra las tragedias que marcaron dicha época, como los campos de concentración nazis, las dictaduras en América Latina, las bombas de Hiroshima y Nagasaki y la invasión a Playa Girón en Cuba, entre otros sucesos. Con sus pinturas, en esta época desea plasmar el dolor y la angustia de las madres que perdían a sus hijos, así como la violencia del hombre contra el hombre.
Ya siendo un reconocido artista a nivel internacional, Guayasamín creó en 1976 la Fundación Guayasamín, y a través de ella donó a Ecuador todo su patrimonio artístico, con el que se crean tres museos: Arte Precolombino (con más de 2.000 piezas), Arte Colonial (más de 500 piezas) y Arte Contemporáneo (con más de 250 obras).
En los años 80 empieza una nueva serie a la que titula 'Mientras Viva Siempre te Recuerdo', conocida como 'La ternura'. Es una declaración de amor a su madre, quien lo apoyó desde el principio en su carrera de pintor, aunque su padre se oponía, y un homenaje a la madre tierra, a la defensa de la vida y a los Derechos Humanos.
Una serie por la que fue ampliamente reconocido y que lo marcó como uno de los mejores pintores de Ecuador por su estilo único y por ser el pintor de los oprimidos.
En la actualidad, la obra del ecuatoriano reposa en La Capilla del Hombre, un museo inaugurado en su honor en 2002. Allí también descansan sus cenizas en una vasija de barro bajo el denominado 'Árbol de la Vida', un árbol de pino plantado por el mismo artista en la casa donde vivió sus últimos años.