BOGOTÁ, 7 Ago. (Notimérica) -
Era la madrugada del 7 de agosto de 1956 cuando una luz encendió el cielo de Cali. Un fuerte ruido quebró la ciudad, dejando polvo, caos y muerte a su paso. 7 camiones militares acababan de detonar, portando más de 42 toneladas de dinamita.
Los escombros y los cadáveres poblaron las calles durante días, pese a la rápida actuación de las autoridades. Debido al precario estado de los fallecidos, no se pudo contabilizar su número exacto, variando las cifras de 1.000 a cerca de 4.000 personas.
La catástrofe pudo ser fortuita, debido a una colilla mal apagada que prendió la mecha de los explosivos. Sin embargo, el régimen de Gustavo Rojas Pinilla rápidamente acusó a la oposición de querer desestabilizar el país. Se basó en la firma del llamado Pacto de Benidorm, documento por el cual las fuerzas contrarias le acusaban de dictador y pedían su dimisión.
La Iglesia Católica, la Secretaría de Acción Social y Protección Infantil (SENDAS) y cientos de organizaciones internacionales ayudaron a Cali a superar su noche más terrible.
Los restos de miles de personas y el dolor de miles de heridos están representadas en una cruz gigante en el lugar donde sucedió la explosión. Hoy en día muchos pasan por allí, quizá no todos saben que es el símbolo de la peor tragedia caleña de la historia.