LA HABANA, 20 May. (Notimérica) -
"Cuba cambia todos los días, me identifico con esta ciudad, incluso yo cambio lo que pinto o lo intento hacer diferente", destacó el pintor mexicano Sergio Hernández (Huajapan de León, Oaxaca, 1957), quien presenta, con apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, su exposición 'Los ardientes' en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.
La muestra, integrada por 11 óleos, 11 grabados y un video testimonial de la realización de una parte de su obra hecha en plomo --piezas que por ser pesadas no las trasladó a La Habana--, se presenta del 22 de mayo al 6 de septiembre, con la cooperación de la Embajada de México, del Ministerio de Cultura de Cuba, y del MNBA.
En un texto alusivo a la muestra, Jaime Moreno Villarreal, agregado cultural de la Embajada de México, señala que con la predominancia del color rojo, símbolo prehispánico de la vida y de la muerte, el artista mexicano expresa el combate cósmico entre el bien y el mal.
La obra de Sergio Hernández se caracteriza por la variedad de figuras dibujadas y pintadas que inscribe diseminándolas sobre densos fondos de materia y color.
En este sentido, Jaime Moreno Villarreal indica que el color rojo obtenido por Hernández mediante el empleo del cinabrio --sulfuro de mercurio-- como pigmento constituye por lo demás un verdadero motivo pictórico, pues en México esta sustancia tuvo extendido uso funerario en la época prehispánica.
En entrevista con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sergio Hernández, quien estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, de 1975 a 1981, explicó que su serie de cuadros está basada en la obra Crucifixión de Matthias Grünewald (1470-1528), la cual se encuentra en el Museo de Unterlinden de Colmar, Francia.
Recordó que al estar en París en 1985, el pintor Francisco Toledo le recomendó ver la obra de Grünewald. "Toledo me contó la historia de la pintura, me apasionó, la vi y me dio vueltas muchos años", por lo cual reconoció que ha realizado un largo trabajo de observación para llegar a descifrarlo.
"Lo que veo en ella son temas que percibo contemporáneos, donde todo arde: la economía, los héroes humanos, todo tiene una referencia a que arde, lo que quise tocar destruyendo la imagen, deformándola en el dibujo", expuso.
UN MATERIAL DIFÍCIL DE CONSEGUIR.
'Crucifixión' es uno de los nueves paneles que componen 'El retablo de Issenheim', obra maestra del pintor alemán Matthias Grünewald, elaborado entre 1512 y 1516, que consagra a san Antonio y proviene del convento de la orden de los Antoninos o Antonitas en Issenheim, al sur de Colmar, que se dedicó a asistir a los enfermos que padecían de fuego de san Antón.
Basado en dicha obra, Sergio Hernández realizó en los últimos cuatro años la serie 'Los ardientes', que pintó con cinabrio. "Es un material difícil de conseguir y de trabajar, pero que da una hermosura con su textura oxidada. Yo encontré el cinabrio en una vieja tienda en Francia y ahora está prohibido por lo tóxico", explica.
Sergio Hernández aplica el cinabrio a gotas y con arenas añadidas sobre una tela de lino humedecida para que al deslizarse, la mancha roja sugiera el doble efecto de un sangrado y una ardiente quemadura. Luego le superpone una capa de cera o repetidos barnices y dependiendo de éstos, la tonalidad bermellón vira hacia el amarillo o al rojo ladrillo.
El artista oaxaqueño indicó que Los ardientes es una referencia a los que morían por una enfermedad. "El monasterio de los Antonianos de Issenheim fue un pequeño convento donde los antonianos recibían a los enfermos a causa de un hongo que tenía el trigo y que rompía sus tejidos causando sangrado y la muerte, conociéndose como la enfermedad del fuego".
En la entrevista, Sergio Hernández refirió que en su propuesta pictórica distorsiona las formas. "Hay un horizonte, un paisaje, una noche, nocturnos, y éstos son salpicados por lluvias, tormentas, personajes viendo al cielo. Este trabajo viene del dibujo blanco de los prehispánicos, donde el rojo es la vida y el negro la muerte".
Agregó que esta es la primera vez que expone su obra fuera de México, "expuse colectivamente y ahora es individual, a mis 57 años he alcanzado la madurez", apuntó.
Compartió que hace tres años aún tomaba clases, pero que al fallecer su profesor fue orillado a estar solo con su pintura y dar el salto a una obra más elaborada. "Cuando pinto espero el momento para hacerlo, lo demás no me importa, si se exhibe, se vende o si se tira; hay un ego que desea que participen de lo que uno hace", afirmó el artista oaxaqueño integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
"En este momento la pintura es magia, necedad y alquimia, porque aparecen cosas que uno no se imagina, que de una superficie blanca emerjan del inconsciente imágenes que tienen que ver con lo que uno vivió, comió, masticó y sigue masticando, rumeando en la vida; es reflexión del interior del alma".
CONVENTO DE LOS ANTONINOS.
"Aunque Sergio Hernández es propiamente agnóstico, desde su mediana juventud ha mantenido una fuerte relación de anima con esa imagen, pintada originalmente para el convento de los Antoninos de Issenheim, sitio donde se atendía a enfermos de ergotismo, un mal causado por el cornezuelo del centeno, hongo que produce necrosis de los tejidos, tal como se representa al Cristo del retablo, con la carne en proceso de gangrena. De hecho, el título Los ardientes alude al antiguo nombre francés de este padecimiento, mal des ardents, también conocido como fuego de san Antonio o mal del fuego infernal", señala el texto de Moreno Villarreal.
La exposición 'Los ardientes', de Sergio Hernández, estará en el Museo de Bellas Artes de La Habana del 22 de mayo al 6 de septiembre, por lo que coincide con la realización de la 12 Bienal de La Habana 2015.