LA HABANA, 14 Jun. (Notimérica) -
Antonio Maceo Grajales nació el 14 de junio de 1845. Fue uno de los más importantes líderes independentistas de Cuba durante el siglo XIX. Fiel a sus ideales, reclamaba la abolición de la esclavitud y libertad para la isla. También conocido como el 'Titán de Bronce', su cuerpo atesoró 27 heridas, seis de ellas de bala, recibidas en más de 600 combates.
Maceo nació en San Luis, cerca de Santiago de Cuba. Su padre fue soldado realista, combatiente contra las fuerzas de Simón Bolívar. Por esta razón, educó a sus 19 hijos bajo ideales militares, tales como la lealtad, honestidad y patriotismo.
Tras el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, Maceo y algunos de sus hermanos se enrolaron en el ejército en 1868. Pronto destacó por sus habilidades estratégicas y en el combate, lo que le permitió rápidos ascensos pese al intrínseco racismo en las tropas.
Junto con Máximo Gómez, luchó en el extremo oriente de la isla, participando en las batallas de Loma de la Gallega (1971) y Las Guásimas (1872). Siempre fiel a la revolución, vio estupefacto la quiebra de unidad en el ejército. Reusó el Pacto de Zanjón, en el que se establecía la capitulación del ejército cubano, y siguió combatiendo.
Gómez y Maceo lideraron una invasión hacia la parte occidental de la isla, lo que terminó en la fracasada Guerra de la Chiquita en 1879. Ambos tuvieron que exiliarse en Jamaica después de la derrota.
Su último intento de librar Cuba comenzó en 1895, con el desembarco de Baracoa. Con un pequeño contingente de hombres, a los que se fue uniendo la población rural, combatió contra las tropas de Valeriano Weyler, capitán general español y artífice de la Reconcentración de Cuba.
Maceo falleció en una de las incursiones del ejército. Tras recibir dos disparos, sus hombres se alejaron de él. Los soldados realistas desfiguraron su cuerpo mediante balazos y machetazos. Sus restos reposan en Cacahual.
Con la muerte de Maceo nacía su apelativo, 'titán de bronce', por sus múltiples heridas y su bravura en batalla. Además, reconocido como un gran estratega por sus coetáneos, su pensamiento libertario basado en el honor y la virtud le configuran como uno de los hombres esenciales de la independencia iberoamericana del siglo XIX.