MADRID, 21 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un análisis con tecnología de vanguardia de misteriosos sonidos repetitivos grabados en el fondo del Océano Pacífico hace décadas ha determinado que responden a una conversación entre animales.
En julio de 1982, investigadores de Nueva Zelanda registraron sonidos no identificables como parte de un experimento para caracterizar el paisaje sonoro de la cuenca del sur de Fiji. El sonido consistía en cuatro breves ráfagas que se parecían a un graznido, lo que inspiró el nombre del sonido "Bio-Duck".
"El sonido era tan repetible que al principio no podíamos creer que fuera biológico", dijo en un comunicado el investigador Ross Chapman de la Universidad de Victoria. "Pero al hablar con otros colegas en Australia sobre los datos, descubrimos que un sonido similar se escuchaba con bastante frecuencia en otras regiones de Nueva Zelanda y Australia".
Llegaron al consenso de que los sonidos tenían que ser biológicos.
Chapman presentó su trabajo de análisis de los sonidos misteriosos durante la 187.ª reunión virtual de la Acoustical Society of America, organizada del 18 al 22 de noviembre.
"Me involucré en el análisis de los datos del experimento en 1986", dijo Chapman en un comunicado. "Descubrimos que los datos contenían una mina de oro de nueva información sobre muchos tipos de sonido en el océano, incluidos los sonidos de los mamíferos marinos".
"Hay que entender que este tipo de estudio del ruido oceánico estaba en sus inicios en aquellos días. Resultó que aprendíamos algo nuevo sobre el sonido en el océano todos los días a medida que analizábamos más a fondo los datos; fue realmente un momento emocionante para nosotros", dijo.
Sin embargo, los sonidos nunca se han identificado de manera concluyente. Existen teorías de que los sonidos fueron producidos por ballenas minke antárticas, ya que los sonidos también se registraron en aguas antárticas en años posteriores, pero no hubo evidencia independiente de avistamientos visuales de las ballenas que emitían los sonidos en los datos de Nueva Zelanda.
PUEDEN SER UNA CONVERSACIÓN
Sin importar el animal, Chapman cree que los sonidos podrían ser una conversación. Los datos fueron registrados por una antena acústica, un conjunto de hidrófonos que fue remolcado detrás de un barco. La singularidad de la antena permitió a los investigadores identificar la dirección de donde provenían los sonidos.
"Descubrimos que normalmente había varios hablantes diferentes en diferentes lugares del océano, y todos ellos emitían estos sonidos", dijo Chapman. "Lo más sorprendente fue que cuando un hablante hablaba, los demás se quedaban en silencio, como si estuvieran escuchando. Luego, el primer hablante dejaba de hablar y escuchaba las respuestas de los demás".
Este experto presentó la forma de onda y el espectro de las grabaciones durante su sesión, así como más evidencia de que el trabajo fue una conversación entre varios animales.
"Siempre ha sido una cuestión sin respuesta en mi mente", dijo Chapman. "Tal vez estaban hablando de la cena, tal vez eran padres hablando con crías, o tal vez simplemente estaban comentando sobre ese barco loco que seguía yendo de un lado a otro remolcando esa larga cuerda detrás de él".