RÍO DE JANEIRO, 30 Ago. (Notimérica/EP) -
El ex presidente Lula, Luiz Inácio Lula da Silva, gozó durante sus dos mandatos de los mejores índices de popularidad y es añorado por buena parte del electorado de izquierdas. Ahora se ha volcado en apoyar la reelección de la que está considerada su 'creación', Dilma Rousseff, aunque desde dentro del Partido de los Trabajadores (PT) muchos ya confían en que sea él quien se presente de nuevo en 2018.
El despegue político de Rousseff se produjo de la mano de Lula, cuando la nombró Ministra de Minas y Energía primero y responsable de la Casa Civil después. Con una cada vez mayor exposición a los medios, el carismático líder la estaba preparando para que fuera la candidata a las elecciones de 2010.
Ya convertida en presidenta Rousseff ha intentado en estos últimos cuatro años marcar un perfil propio, aunque nunca ha contado con la aprobación que tenía Lula. Los dos son figuras contrapuestas: si el ex líder obrero es respetado por su carisma y sencillez Rousseff es vista como una gestora eficiente pero fría, con un poco más de dificultades para la empatía y el diálogo.
Sin embargo, algunas figuras clave del PT, como su propio presidente, Rui Falcão, considera que es muy positivo contar con dos líderes de perfiles diferentes, para multiplicar así las apariciones en la campaña electoral, según comentó hace unas semanas en una entrevista con el diario 'Valor'.
Aunque la presidenta ha intentado distanciarse de la sombra de su mentor recurrir al gancho de Lula parece inevitable. Durante este primer Gobierno de Rousseff ha habido un "distanciamiento planeado", según Falcão, entre ella y Lula, que evitó estar tan presente en reuniones y aconsejando en la toma de decisiones, para que ella se afirmase por sí misma. Sin embargo, el propio presidente del PT asegura que en caso de ser reelegida en las elecciones de octubre, Lula volverá con más fuerza.
"Si Dilma es reelegida empieza el ciclo de debate, de planificación, para que nuestro proyecto tenga continuidad con el retorno de Lula en 2018, que es la mayor seguridad electoral de que el proyecto puede continuar", aseguraba el presidente del PT. Lula ha evitado pronunciarse --ha llegado a decir que hablar de eso ahora sería una "irresponsabilidad"-- y desde el partido no se toca este tema en público para no perjudicar a Rousseff.
Un ejemplo del valor que tiene la imagen de Lula y el poder que tiene para captar votos es la lucha por el Gobierno del Estado de Río de Janeiro. Allí, el PT recibe el apoyo de cuatro candidatos de otros tantos partidos diferentes. Pero Lula ha decidido apoyar en un anuncio televisado al candidato del PT, Lindberg Farias, que ocupa un discreto cuarto lugar en las encuestas.
La aparición de Lula ha sido vista con desconfianza por estas bases aliadas que apoyan la reelección de Rousseff y que ven como el ex presidente les devuelve el 'favor' apoyando a un rival político.
En un principio estaba previsto que Rousseff tuviera el protagonismo absoluto de la campaña para no ser eclipsada por Lula, pero las circunstancias han cambiado con la repentina aparición de Marina Silva como candidata del Partido Socialista de Brasil (PSB), que incluso podría convertirse en presidenta en el segundo turno, según las encuestas.
Ante este panorama cada vez menos favorable la maquinaria interna del PT ha apostado por multiplicar las apariciones de Lula junto a Rousseff para asegurar la reelección. Recientemente visitaron juntos las obras del trasvase del río San Francisco, en el estado de Pernambuco, y aunque la presidenta se hizo algunas 'selfies' con los obreros el protagonista de la escena fue Lula, vitoreado por un numeroso grupo de trabajadores.