RÍO DE JANEIRO, (NOTIMÉRICA/EP)
El doctor Ivo Pitanguy, el cirujano plástico más famoso del mundo, tiene a sus 88 años más de 60.000 operaciones a sus espaldas y se siente orgulloso de haber ayudado a democratizar esa disciplina, por eso ahora lucha contra su banalización y recuerda: "La cirugía es una forma de agresión al ser humano".
En una entrevista con Notimérica/EP en su clínica de Río de Janeiro, Pitanguy (Belo Horizonte, 1926) ha confesado que ha dejado de operar hace apenas seis meses, aunque sigue haciendo los diagnósticos y discutiendo mucho las indicaciones con sus discípulos. A pesar de su avanzada de edad no piensa en retirarse.
Pitanguy fue un pionero en su época y ha cincelado los rostros de iconos como Sofía Loren, Ursula Andress o Gina Lollobrigida -aunque él nunca desvela el nombre de sus pacientes, son ellas las que hablan--.
Sin embargo, recalca que de lo que se siente más orgulloso es de haber ayudado a "des-elitizar" la cirugía plástica y hacer comprender que el rico y el pobre tienen los mismos sentimientos delante del espejo.
Pitanguy recuerda que cuando empezó su carrera en los años 40 no existía la cirugía plástica como especialidad ni el sentido de la autoestima de hoy. En las urgencias de los hospitales salvaban la vida de las personas, "pero nadie daba importancia a las secuelas traumáticas", asegura.
Tras los obstáculos que tuvo en Brasil para ejercer de cirujano, Pitanguy se formó en EE.UU y en Francia y a su vuelta a Río de Janeiro trabajó como jefe de enfermería de la Santa Casa de la Misericordia, poniendo en marcha la primera unidad de cirugía de mano de Sudamérica y operando a las clases más desfavorecidas. Esta labor le valió el premio 'Cultura per la pace', que le concedió el Papa Juan Pablo II en 1989.
En este sentido considera que los gobiernos y los seguros médicos privados deberían ser más sensibles al cambio de paradigma en la percepción que la medicina tiene de esta disciplina, porque "a veces consideran estética cosas que no lo son", y pone como ejemplo casos de hipertrofia mamaria.
USO EXCESIVO DEL BÓTOX
El veterano cirujano lamenta que casi ningún país está preparado para integrar la cirugía plástica/estética en su sistema público de salud y que cada vez es más difícil atender a pacientes de mayor gravedad.
Pitanguy, hijo de médico, asegura que el "espíritu de ayudar" es lo que siempre le motivó en su trabajo y quizá por eso ahora carga contra los que ven el bisturí como un camino fácil hacia un ideal de belleza muchas veces inalcanzable: "La banalización es casi tan mala como el progreso", critica, y añade que los cirujanos no deberían hablar de productos extraordinarios ni prometer el elixir de la eterna juventud.
A pesar de que su clínica no se vio afectada, Pitanguy clama contra los "criminales" que colocaron silicona industrial con aditivo de carburantes en las prótesis mamarias PIP. También alerta del uso excesivo de bótox, que a veces deja rostros "sin expresión" y pone de relieve la próxima gran epidemia que va a afectar a Brasil, la obesidad de la nueva clase media.
Pitanguy dejó de operar hace seis meses pero confiesa que no tiene tiempo de aburrirse. Dedica mucho tiempo al curso de pos-graduación en cirugía plástica de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, que en sus 54 años de existencia ya ha formado a más de 500 profesionales de 40 países.
Los días en los que no está supervisando operaciones se escapa a la reserva natural de Ilha dos Porcos, su isla privada en la Costa Esmeralda, una región paradisíaca al sur de Río de Janeiro.